Liana, una joven que descubre que es la última descendiente de una antigua línea de guardianes de ángeles. Su vida cambia drásticamente cuando una serie de misteriosos eventos la lleva a ser reclutada por una organización secreta encargada de mantener el equilibrio entre los mundos humanos y celestiales.
A medida que Liana profundiza en su nuevo rol, comienza a desentrañar secretos oscuros sobre su familia y la verdadera naturaleza de su poder. Un ángel caído, caudillo de una rebelión celestial, amenaza con desatar el caos en ambos mundos, y Liana debe enfrentarse a él antes de que sea demasiado tarde.
Mientras navega por traiciones, alianzas inesperadas y su propio conflicto interno, Liana descubre que nada es lo que parece. Cada revelación acerca de su pasado revela un nuevo giro en la trama, desafiando sus creencias y forzándola a confrontar la verdad sobre su identidad y el destino que le espera.b
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Capitulo 23: El Enemigo Interior
La sala estaba sumida en un silencio pesado, apenas interrumpido por el suave crepitar de las llamas en las antorchas que iluminaban las paredes de piedra. La fortaleza oculta había mostrado sus secretos y desafiado a Liana, Kael y Valen con pruebas que habían puesto a prueba sus habilidades y su valor. Ahora, el aire estaba cargado con una sensación inquietante, como si algo invisible y ominoso se estuviera gestando en las sombras.
Liana estaba sentada en una esquina de la cámara principal, sus pensamientos enredados en la complejidad de la misión y en las revelaciones que habían surgido. El artefacto que habían encontrado en el corazón de la fortaleza, un antiguo libro encuadernado en cuero oscuro, contenía conocimientos que podrían alterar el equilibrio del poder. Sin embargo, algo no encajaba, y una sensación de desconfianza se había instalado en el corazón de Liana.
Valen estaba cerca, examinando el libro con una atención meticulosa, sus ojos verdes brillando con una intensidad que no lograba ocultar el creciente malestar en su interior. Kael, por su parte, parecía inmerso en la lectura de un antiguo manuscrito que había encontrado en uno de los estantes secretos de la fortaleza.
De repente, un grito ahogado rompió el silencio. Liana se levantó de un salto, su instinto alertándola de inmediato. El grito había surgido de Valen, que se estaba retorciendo en el suelo, su expresión una mezcla de dolor y horror.
—¡Valen! —exclamó Liana, corriendo hacia él mientras Kael también se apresuraba a su lado.
Valen estaba en medio de un ataque convulsivo, sus ojos abiertos pero vidriosos, como si estuviera atrapado en una pesadilla. Liana intentó tocarlo para ofrecerle algún consuelo, pero una fuerza invisible la empujó hacia atrás. La habitación comenzó a distorsionarse, las sombras se alargaron y formaron figuras que parecían cobrar vida.
—¡Es una trampa! —gritó Kael, sus ojos reflejando el pánico—. El libro… debe estar maldito.
Liana miró el antiguo libro que Valen había estado examinando y vio que comenzaba a emitir un resplandor oscuro. Las palabras en sus páginas parecían moverse y cambiar, como si tuvieran vida propia.
—¡Rápido, necesitamos desactivar el hechizo! —ordenó Kael, luchando por mantener su calma mientras la fortaleza parecía cobrar vida a su alrededor.
Liana se dirigió al libro con decisión, sabiendo que la única manera de ayudar a Valen era enfrentar la fuente de la magia que lo había atrapado. Con las manos temblorosas, comenzó a recitar las palabras que había aprendido de los textos antiguos, intentando contrarrestar el hechizo.
A medida que avanzaba en el conjuro, las sombras en la sala se retorcían y el resplandor del libro se volvía más intenso. La presión en el aire aumentaba, y Liana podía sentir el peso de la magia antigua presionando contra sus intentos de liberación. Las voces susurraban en sus oídos, llenas de promesas de poder y caos, intentando desviar su concentración.
De repente, Valen dejó de retorcerse y se quedó inmóvil en el suelo. Sus ojos se cerraron lentamente, y un suspiro de alivio escapó de sus labios. Liana terminó el conjuro y el libro dejó de brillar, cerrándose con un golpe sordo. La habitación volvió a su estado normal, pero el ambiente seguía cargado de tensión.
Valen se incorporó lentamente, su rostro pálido y sus ojos cargados de confusión. Se levantó con esfuerzo, mirando a Liana y Kael con una expresión de gratitud y preocupación.
—Gracias… —murmuró, su voz rasposa—. No sé qué me pasó. Algo en el libro… me afectó de una manera que no puedo describir.
Kael examinó el libro con una mirada preocupada.
—El libro está contaminado por una magia oscura —dijo—. No es solo un artefacto antiguo; es un conducto para las fuerzas que buscan corromper desde dentro.
Liana asintió, su mente trabajando rápidamente para comprender las implicaciones de lo que acababa de suceder.
—Esto no fue una simple trampa. Alguien está manipulando la situación desde las sombras —dijo Liana—. Esta magia no solo pone a prueba nuestras habilidades, sino también nuestra lealtad y fortaleza interna.
Valen, aún tembloroso, asintió en acuerdo.
—El verdadero enemigo no está solo en las fuerzas externas —dijo—. Es quien puede utilizar el poder de la fortaleza para sembrar discordia y caos entre nosotros.
Kael miró a sus compañeros, la preocupación en sus ojos reflejando el peso de la situación.
—Debemos ser cautelosos. La fortaleza puede estar llena de trampas y manipulaciones diseñadas para socavar nuestra unidad y confianza. La verdadera batalla puede no ser solo contra un enemigo externo, sino contra las debilidades y tentaciones que acechan en nuestro interior.
Liana sintió una oleada de determinación. Sabía que debían mantenerse unidos y firmes frente a cualquier desafío, tanto interno como externo. La fortaleza oculta había revelado su primer enemigo: el peligro de la corrupción interna, y era una prueba que tendrían que enfrentar con valentía.
Con un renovado sentido de propósito, el trío continuó explorando la fortaleza, sabiendo que debían estar alertas no solo contra los peligros visibles, sino también contra las fuerzas que podrían desestabilizarlos desde dentro. La verdadera fuerza no solo se mediría en enfrentamientos físicos, sino en la capacidad de resistir las sombras que acechaban en los rincones más oscuros de sus propios corazones.