Una Blanca Nieves Trasvistiéndose en la Guerra
En el sombrío y misterioso reino de Eldoria, una joven llamada Lucía lucha por sobrevivir en las calles sucias y oscuras. Con su cabello negro como la noche, piel pálida como la nieve y ojos grises como un lobo, Lucía ha aprendido a valerse por sí misma desde que sus padres la abandonaron antes de morir.
El día de su decimoquinto cumpleaños, el reino se ve sacudido por una guerra entre los siete príncipes sucesores del trono, cada uno con una personalidad única y distintiva. Los príncipes, conocidos como Grím, Jovial, Sabio, Tímido, Bromista, Soñador e Hipocondríaco, luchan por reclamar su derecho a gobernar Eldoria.
Ante la noticia de que todos los hombres deben alistarse para la guerra, Lucía ve una oportunidad para cambiar su destino. Decidida a escapar de la miseria, se corta el cabello y se disfraza de hombre, adoptando el nombre de Lucio. Con una blusa café y un pantalón viejo amarillo, se presenta en el campamento de reclutamiento
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capitulo 14
Capítulo 14: Un Nuevo Desafío
Al ver que Lucía se había transformado en una niña de 5 años, todos decidieron cuidarla hasta que volviera a la normalidad. Empezaron a tratarla como una bebé, y el Capitán Roderick, con su instinto de papá protector, dijo:
—Yo la cuidaré.
Todos se deprimieron un poco, pero el capitán la tomó en brazos. Lucía, ahora pequeña, dijo:
—¿Usted es mi papá?
El capitán, con una lágrima en el ojo, respondió:
—Sí, chiquita.
La paseó por todo el cuartel, pero el subcapitán Arios, serio como siempre, dijo:
—Capitán, usted debe hacer sus deberes.
El capitán, triste, se fue y la dejó con sus amigos. Todos jugaron con ella hasta que apareció la hada Isis.
—¿Te acuerdas de mí? —preguntó Isis.
Lucía, al verla, empezó a jugar con ella como si fuera un juguete. Isis, apenada, dijo:
—Lo siento, yo fui quien alteró el frasco que te dio el Árbol Madre y no sé cómo regresarte a tu forma.
Al oír sus palabras, Lucía volvió en sí y preguntó:
—¿Dónde estoy y qué le pasó a mi cuerpo? ¿Por qué hablo raro?
Isis explicó:
—Sin querer, rocié mucho polvo de hadas en el frasco que te dio el Árbol Madre y te convertiste en una niña chiquita.
Lucía, sorprendida, dijo:
—¿Cómo que en una niña? ¿Y ahora qué voy a hacer?
Pasaron unos cinco días en esa forma, y aunque al principio fue difícil, Lucía se acostumbró. Una noche, soñó con mucha información y conocimiento entrando en su cabecita. Al despertar, había regresado a su forma original. Todos, sorprendidos, dijeron:
—¡Ya volviste a tu forma, qué bueno!
El capitán, al enterarse, corrió hacia ella y dijo:
—Bienvenida de vuelta.
Más tarde, en el castillo, la reina, furiosa por no lograr nada, contrató a un cazador de cabello amarillo amarrado, ojos azules y piel blanca morena. Su nombre era Darius. Este chico era un ex noble cuya familia había sido exiliada por robar al reino. La reina le dijo:
—Si quieres que perdone a tu familia, quiero que atrapes a esta chica y me la traigas cueste lo que cueste.
Darius respondió:
—Eso lo haré, mi reina. No se arrepentirá.
Mientras tanto, en el campamento, Lucía reflexionaba sobre su reciente experiencia. Sus amigos, al verla de vuelta a la normalidad, no podían evitar reírse al recordar los días en que la cuidaron como a una niña pequeña.
—Fue una experiencia única —dijo Mateo, sonriendo—. Pero me alegra que estés de vuelta.
Lucía asintió, agradecida por el apoyo de sus amigos. Decidió que era hora de visitar nuevamente al Árbol Madre para agradecerle y buscar más respuestas.
—Voy a ver al Árbol Madre —anunció Lucía.
Sus amigos la acompañaron hasta el borde del bosque, donde se despidieron. Lucía caminó hasta el Árbol Madre, que la recibió con una cálida luz.
—Gracias por todo, Árbol Madre —dijo Lucía—. La sabiduría que me diste me ayudó a superar esta prueba.
El Árbol Madre respondió:
—Me alegra saberlo, Lucía. Lamento no haber podido ayudarte más directamente.
Lucía sonrió y respondió:
—No se preocupe, estoy bien y ya pasó todo.
El Árbol Madre añadió:
—Recuerda siempre usar la sabiduría con responsabilidad. Te ayudará a protegerte y a guiar a los demás.
Lucía regresó al campamento, sintiéndose más fuerte y segura. Al llegar, sus amigos la recibieron con alegría.
—¿Cómo te fue? —preguntó Hugo.
—Muy bien —respondió Lucía—. El Árbol Madre me dio buenos consejos.
Esa noche, mientras todos dormían, Lucía reflexionó sobre su viaje y las pruebas que había superado. Sabía que aún quedaban muchos desafíos por delante, pero con la sabiduría del Árbol Madre y el apoyo de sus amigos, se sentía preparada para enfrentarlos.
En el castillo, Darius se preparaba para su misión. Sabía que capturar a Lucía no sería fácil, pero estaba decidido a cumplir con la tarea encomendada por la reina. Mientras afilaba su espada, pensó en su familia y en cómo su éxito podría redimirlos.
—No fallaré —se dijo a sí mismo—. Lucía será capturada y llevada ante la reina.
La batalla por el destino del reino estaba lejos de terminar, y Lucía, con su nueva sabiduría, se preparaba para lo que vendría.