Entre Deber Y Deseo

Ethan miraba por la ventana de su oficina, el paisaje urbano iluminado por las luces brillantes de la noche. Pero su mente estaba lejos de esas vistas. Los recuerdos de la tarde anterior, de la confrontación con Donovan, seguían danzando en su cabeza como sombras amenazantes. Había prometido proteger a Olivia a toda costa, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para cumplir esa promesa, incluso si eso significaba jugar con fuego.

Había sido un error subestimar a Donovan. La forma en que el hombre había sonreído, como si supiera algo que Ethan ignoraba, lo había inquietado. Con un simple gesto, había dejado claro que no había límites para sus ambiciones. Ethan sintió que la rabia y la desesperación se entrelazaban en su pecho, y una única pregunta se repetía en su mente: ¿Cuánto estaba dispuesto a arriesgar para asegurarse de que Olivia estuviera a salvo?

Ethan se volvió, encontrando a Thomas observándolo con una mezcla de preocupación y respeto. Era un buen hombre, leal hasta el final, pero a veces su fidelidad lo hacía dudar de las decisiones de Ethan.

—¿Qué planes tienes? —preguntó Thomas, rompiendo el tenso silencio.

—Voy a confrontar a Donovan de nuevo —respondió Ethan, la determinación clara en su voz—. Esta vez no habrá dudas.

Thomas frunció el ceño. Sabía que esa confrontación podría llevar a consecuencias desastrosas, pero también entendía que no podía detener a Ethan. Su amigo estaba decidido a proteger a Olivia, y esa decisión lo empujaba a un camino oscuro.

—Debes tener cuidado —advirtió—. No se detendrá hasta que te vea caer.

Ethan respiró hondo, sintiendo el peso de cada palabra. La venganza se había convertido en su única motivación, y aunque sabía que eso podría llevarlo a perderse a sí mismo, el precio que estaba dispuesto a pagar era irrelevante si significaba mantener a Olivia a salvo. Esa idea lo obsesionaba.

Olivia. Su hermosa y valiente Olivia, que había entrado en su vida como un rayo de luz, iluminando su mundo sombrío. Pero esa luz estaba en peligro, y él era el único que podía salvarla. La idea de perderla lo llenaba de un miedo irracional, y la rabia por lo que Donovan había hecho en el pasado le daba una claridad aterradora. Se trataba de una guerra, y él estaba listo para librarla.

Con una resolución renovada, Ethan se giró hacia Thomas, su mirada afilada como un cuchillo.

—Voy a hacer que pague —declaró—. Voy a llevarlo al borde y luego le haré entender que no puede jugar con lo que es mío.

Thomas asintió, aunque su expresión reflejaba dudas. Pero antes de que pudiera decir algo más, Ethan ya se había girado, su mente enfocada en la tarea que tenía por delante. La venganza no era solo una cuestión de honor; era una cuestión de supervivencia.

Al salir de la oficina, Ethan se sintió como un cazador en su territorio. La adrenalina fluía por sus venas mientras trazaba un plan que lo llevaría a los oscuros recovecos del mundo criminal que había intentado dejar atrás. Sabía que sus acciones tendrían consecuencias, que el camino que estaba a punto de tomar podría costarle mucho más que su paz mental. Pero la necesidad de proteger a Olivia, de mantenerla a salvo de cualquier amenaza, era una fuerza imparable.

Mientras caminaba hacia el garaje, su mente se llenaba de imágenes de ella: su risa, la forma en que lo miraba, esa chispa de vida que le había devuelto la esperanza. No podía dejar que la oscuridad la alcanzara. No podía permitir que sus propios demonios arruinaran lo que habían construido juntos.

Ethan estaba decidido. Estaba listo para arriesgarlo todo, incluso su propia alma, por la única persona que le había enseñado a amar de nuevo. Pero en el fondo de su mente, una voz advertía: la venganza siempre tiene un precio. ¿Sería capaz de pagarlo? Mientras se adentraba en la noche, una sensación de inquietud se posó en su pecho, como si las sombras que lo rodeaban susurraran advertencias. La línea entre el amor y la locura se desdibujaba, y él estaba a punto de cruzarla.

El aire en el garaje estaba impregnado del olor a gasolina y metal frío, pero para Ethan, era un recordatorio del peligro al que se estaba enfrentando. Se detuvo un momento, sintiendo el peso de sus decisiones sobre sus hombros, como si estuviera a punto de cargar con una montaña de secretos. Sabía que cada paso que daba lo acercaba más a una confrontación inevitable, y no había vuelta atrás.

Mientras encendía el motor de su auto, una tormenta de emociones se agolpaba en su interior. El deseo de proteger a Olivia era tan fuerte que eclipsaba todo lo demás. Pero al mismo tiempo, la culpa lo consumía. Sabía que al entrar en el oscuro mundo de Donovan, ponía en riesgo a la única persona que le importaba. No podía fallarle. No podía dejar que la historia se repitiera.

Con una decisión firme, Ethan condujo hacia el centro de la ciudad, donde las luces de neón iluminaban las calles como un faro en la oscuridad. Cada kilómetro que recorría se sentía como una travesía a lo desconocido, y su mente reflexionaba sobre la conexión que había forjado con Olivia. Su risa, su ingenio, la forma en que desafiaba sus límites; todo eso lo hacía querer protegerla aún más. Pero la realidad era que Olivia estaba involucrada en su vida de una manera que la ponía en peligro.

Al llegar a su destino, Ethan estacionó el auto en un callejón oscuro y se adentró en el club nocturno. La música pulsante reverberaba en sus oídos mientras navegaba entre la multitud, buscando la familiar figura de Donovan. Sabía que no podía confrontarlo a ciegas; necesitaba estar preparado para cualquier cosa.

Ethan finalmente vio a Donovan en un rincón, rodeado de luces de colores y un grupo de hombres de aspecto amenazante. La sonrisa arrogante del hombre lo irritó instantáneamente. Donovan no sabía lo que le esperaba. Cada palabra y cada gesto serían una pieza en el rompecabezas de la venganza que estaba a punto de desatar.

—Ethan —Donovan lo saludó, su tono despreocupado contrastaba con la tensión en el aire—. Qué sorpresa verte aquí. ¿Te has divertido en el lado oscuro de la vida?

Ethan apretó los dientes, sintiendo cómo la ira burbujeaba dentro de él. No podía permitir que ese tipo lo provocara. Tenía que mantener la calma.

—Quiero hablar contigo —respondió, manteniendo su voz firme, sin dejar que sus emociones se desbordaran.

Donovan arqueó una ceja, su expresión burlona revelando lo que pensaba de esa invitación. Sin embargo, había un matiz en sus ojos que indicaba que, a pesar de su desdén, estaba interesado en saber qué tenía que decir.

—¿Sobre qué? ¿Sobre tus débiles intentos de proteger a Olivia? —preguntó, riendo entre dientes—. Vamos, Ethan. Sabes que no puedes escapar de lo que somos.

Las palabras de Donovan fueron como un puñetazo en el estómago. La rabia estalló dentro de Ethan, y la necesidad de hacerle pagar por su arrogancia se intensificó. Pero se obligó a recordar su propósito. No estaba allí para perderse en un juego de insultos, sino para proteger lo que amaba.

—No estoy aquí para pelear —dijo, el control resonando en su voz—. Estoy aquí porque Olivia no es un peón en tu juego. Si la lastimas, haré que pagues por ello.

La atmósfera cambió instantáneamente, y la sonrisa de Donovan se desvaneció. Ethan podía ver que su desafío había golpeado un nervio expuesto. Para Donovan, el poder siempre había sido un juego, y Ethan estaba dispuesto a jugar de la manera más peligrosa.

—¿Así que crees que puedes protegerla? —inquirió Donovan, acercándose un poco, su tono ahora amenazador—. Hay cosas que no sabes, Ethan. Y hay secretos que podrían destruirte.

La advertencia resonó en el aire como un eco inquietante. Ethan sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral, pero no podía dejar que el miedo lo dominara. Tenía que mantener su enfoque, proteger a Olivia a toda costa.

—Los secretos no me asustan —replicó, su voz firme y decidida—. Lo que me asusta es perder a la única persona que realmente importa en mi vida. No permitiré que nadie la lastime.

Donovan se cruzó de brazos, una mirada de desafío en su rostro. La tensión era palpable, y Ethan se dio cuenta de que estaba en una encrucijada peligrosa. Las amenazas de Donovan no eran vacías, y su deseo de venganza podría poner a Olivia en una posición vulnerable.

Mientras se miraban, Ethan sintió que el tiempo se detenía. Todo lo que había luchado por construir, todo lo que había prometido proteger, estaba en juego. Las luces del club giraban a su alrededor, pero su atención estaba completamente fija en Donovan, un rival que no se detendría ante nada para obtener lo que quería.

La noche se tornó oscura, y la lluvia comenzó a caer fuera, golpeando las ventanas como si el cielo también estuviera llorando por lo que estaba por suceder. Ethan sabía que tenía que actuar, y lo haría, incluso si eso significaba desatar un caos en el camino. Al final, el precio de la venganza podría ser alto, pero la protección de Olivia era una causa por la que valdría la pena luchar.