¿Una extraña sensación de Déjà vu? ¿Un sentimiento de haber vivido todo eso por segunda vez?
Aquellas eran las constantes de la vida de Claire; sin embargo, debido a su salud un poco débil y el cansancio por su trabajo como policía, decidió ignorarlas.
No obstante, tras su divorcio y motivada por la difícil situación de su hijo recién nacido, quien necesita una donación de sangre para sobrevivir, la ahora detective privada se ve obligada a buscar al padre del niño, su exesposo. A pesar del dolor causado por sus múltiples infidelidades, ella deberá revelarle que tiene un hijo al que ni siquiera conoce.
Sin embargo, para llegar hasta él, deberá enfrentarse al infierno en el que se ha convertido la ciudad donde él vive, evitando ser víctima de las monstruosas criaturas que la habitan.
¿Podrá dejar de lado su resentimiento y ser lo suficientemente fuerte para salvar a su exesposo?
¿Por qué la extraña sensación de déjà vu no se va de su corazón?
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CAPÍTULO 23
Cuando finalmente llegó al subsuelo del orfanato, donde le abriera la puerta para hacer el ingreso a Claire y Leon, Henry quedó pálido al ver que no llegaban. Preocupado por su demora, intentó llamar a la expolicía, pero cada intento era en vano.
Temiendo que algo malo hubiera pasado, llegó hasta el pasillo que interconectaba la oficina del director con la entrada del laboratorio. Allí, usando un ordenador, conectó su tablet para así poder revisar las cámaras de seguridad; sin embargo, solo tenía acceso hasta el sistema de vigilancia de la comisaría.
Golpeando con desesperado el escritorio, se levantó y comenzó a caminar de un lado a otro, mientras se agarraba con fuerza la cabeza. Las voces poco a poco comenzaron a atormentarlo, por lo que tuvo que volver a tomarse las píldoras para ralentizar los efectos.
Cuando se tragó las pastillas, observó la mordida que había en su brazo, la cual estaba por completo vendada; sin embargo, aún sangraba un poco. Temía lo peor, y si iba a dejar el mundo, al menos quería salvar de la muerte a su hija.
Sentándose en la silla frente al escritorio, cerró los ojos mientras movía de manera errática sus piernas. El estrés iba a terminar con la poca vida que le queda, incluso antes que la infección en su cuerpo; sin embargo, había intentado por todos los medios mantener la esperanza.
Y siendo que su esperanza era Claire, debía asegurarse de que llegara a dicha entrada. Como si hubiera sido escuchada su súplica, su tableta sonó y era el número de la expolicía. No obstante, al momento de contestar la llamada, se sorprendió de que fuera Leon.
—¿Comandante?—preguntó asustado—¿Ha ocurrido algo?
Su presión comenzó a descender de manera gradual, a medida que el frío aumentaba, mientras Leon explicaba lo sucedido. No obstante, aquello le dio una idea.
—Una vez el ascensor bajé por completo, tómate un desvío—respondió mandándole otro fragmento del mapa—si llegas al cuarto de vigilancia, conecta el teléfono al ordenador para yo buscar a Claire.
—Entendido—respondió colgando la llamada.
El ascensor estaba comenzando a agobiar a Leon, al igual que Henry, eran muchos metros bajo tierra que debía descender y pareciera que se hiciera más y más lento adrede.
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Cuando al fin pudo llegar al último nivel, cansada y sin aliento, no tuvo de otra más que disparar a las calderas, aun si no estuviera por estallar. Una sola de su bala hizo que todo el lugar, hasta el techo, se incendiara en una fuerte explosión que fue sucedida por las otras calderas.
Claire pudo correr hasta una oficina, antes de que el murciélago diera con ella, y cerrando la puerta de un solo golpe, provocó que el extraño ser no pudiera escapar de las llamas. Sara, quien estaba a pocos metros, logró ingresar a un conducto de ventilación para evitar el fuego.
La madre quedó inconsciente debido a la onda de la explosión, desmayándose en la oscuridad de aquella oficina. Como ocurrió cuando hubo la explosión en la comisaria, el impacto en su cabeza hizo que más imágenes fluyeran en el mundo de los sueños o pesadillas.
En su sueño, podía observar maquinaria y herramientas propias de un laboratorio. Allí, rodeada de penumbra y pocas luces, observó que alguien estaba dentro de lo que parecía un tubo de ensayo gigantesco.
Al acercarse más, observó que era una mujer muy parecida a ella; sin embargo, su cabello era rizado y su piel extremadamente pálida. La extraña, al sentirla cerca, abrió sus ojos y colocó su mano en el vidrio para intentar alcanzarla.
"¡Me has encontrado!", dijo la extraña de manera telepática "¡Por fin!".
"¿Quién eres?", preguntó confusa.
"¿No me recuerdas?", cuestionó decepcionada, "es entendible, tantos regresos provocan amnesia"
"¡¿De qué estás hablando?!", volvió a preguntar.
"Esta es tu última vez" respondió viéndola directo a sus ojos, "ya no habrá más segundas oportunidades, tienes que salvar a tu hija, debes evitar que Leon muera, ¿puedes detener el fin?"
Un segundo dolor de cabeza, seguida de múltiples punzadas, comenzó a mortificarla. Cerrando sus ojos para calmarse un poco, sintió un mareo fuerte que la estrelló contra el piso. Así, al abrir sus ojos, se encontró con otra extraña visión.
Tragando con fuerza, Claire reconoció aquella nueva visión como la pesadilla que había tenido aquella noche en que tendría la perdida de su primer bebé. No supo como, pero ahora sí podía recordarlo.
INICIO DE LA PESADILLA "VISIÓN" DE CLAIRE
En su visión, disfrazada de pesadilla, observó como Leon golpeaba con fuerza la puerta del ascensor, mientras la pantalla con el contador para llevarlo a otro lugar seguía contando.
El temor por la vida de la única mujer que había amado realmente estaba a flor de piel, tanto que incluso dejó atrás su imagen fuerte y comenzó a llorar con fuerza.
Desde que se había divorciado de Claire, sintió que la única luz que le daba esperanza en su vida de porquería se había ido.
Sin embargo, aquella noche, que pensó que sucumbiría a la muerte, la luz volvió con ella. Quería salir de ese infierno y no deseaba que fuera sin ella.
—¡Abre la puta puerta, Claire!—gritó golpeando sin éxito alguno.
Una mujer pálida, cuyo cabello castaño rojizo había perdido el brillo, se encontraba examinando algo en el ordenador de aquella lúgubre sala de control.
No obstante, la herida de mordida en su pierna estaba cobrándole la poca cordura que le quedaba.
Tenía poco tiempo para que la criatura abominable, que estaba a las afueras del pabellón E, derribara las puertas y entrara.
Si podía meterse en el sistema de seguridad del laboratorio y abrir las demás compuertas, podía hacer que otros infectados entraran y atacaran al monstruo.
No obstante, ella estaría vulnerable también. Aunque entre eso y la muerte que le esperaba por su infección, preferiría usar una de las dos únicas balas que tenía en su revolver para ponerle fin a todo antes que volverse como aquellos seres.
Había pasado mucho para reencontrarse con su exesposo después de su divorcio, debía sacarlo de allí si quería salvar a su hijo.
A fin de cuentas, él era más importante que ella. Le dolía no volver a ver a su bebé, pero la sangre de su esposo era lo más importante.
"60 segundos antes de la apertura del tren subterráneo, recomendamos tomar asiento en las sillas de seguridad"
Terminando de vulnerar el sistema de seguridad, pudo hacer que las compuertas se abrieran para cuando el contento terminara.
Espero que tengas el apoyo a futuro porque hiciste un excelente trabajo escribiendo 🌹 Sigue así /CoolGuy/y seguiré leyendo 🤞🏻/Smile/