Sinopsis:
Joarah siempre había vivido una vida tranquila en México, hasta que se vio obligada a huir del país, dejándolo todo atrás. Perseguida por Emmanuel Gonzales, un poderoso magnate del crimen, no entiende sus verdaderos motivos, pero sabe que debe salvarse a cualquier precio.
Al llegar a Sicilia, Joarah pide ayuda a la única persona que conoce, su amiga Alice. Las cosas se complican cuando descubre que Emmanuel está más cerca de lo que imaginaba. Durante un tenso encuentro, Joarah se enfrenta a una sorprendente revelación: es idéntica a la ex esposa de Emmanuel, una mujer que muchos dieron por desaparecida y otros por muerta.
Emmanuel, frío y calculador, le propone un trato impensable: que Joarah se convierta en su esposa de alquiler, no por amor, sino por necesidad, para garantizar el futuro de su hijo y la seguridad económica de su padre. Joarah descubre secretos familiares que cambian su visión del pasado y de Emmanuel.
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Capítulo 22
Laura González
El avión aterrizó suavemente en la pista privada de mi rancho, el calor mexicano me ponía de mal humor incluso antes de bajar. Miré por la ventanilla, el paisaje árido y las vastas plantaciones de mis hierbas se extendían hasta donde alcanzaba la vista. Mi imperio. Mi reino. Aquí, ahora, yo era la reina, y todo el mundo lo sabía.
Al bajar del jet, me recibieron mis hombres, que esperaban pacientemente junto a un todoterreno blindado. Subí al coche, mi chófer ya conocía el destino. Necesitaba ver a Marco, uno de mis hombres más leales e, irónicamente, el mejor amigo de Emmanuel. Incluso después de todo lo ocurrido entre Emmanuel y yo, Marco siguió trabajando para mí, demostrando que, al fin y al cabo, el dinero y el poder siempre hablan más alto.
El trayecto hasta la casa de Marco fue rápido. Vivía en una finca discreta pero bien protegida, un hombre que conocía el valor de la discreción y la seguridad. Cuando entré en la casa, ya me estaba esperando en el salón, con una sonrisa que mostraba tanto respeto como admiración.
- Bienvenida de nuevo, Laura", dijo levantándose para saludarme.
Le miré con la confianza de quien sabe que tiene el mundo a sus pies. Marco siempre había sido uno de los mejores, alguien en quien podía confiar para hacer lo que fuera necesario, pero nunca para ser completamente leal. Sabía muy bien que si el precio era justo, cambiaría de bando sin pestañear. Pero por ahora, era mío.
- Marco, ¿cómo estás? - pregunté, acercándome a él con pasos lentos y calculados.
Se rió, un sonido grave y profundo.
- Mejor ahora que has vuelto. Y, por supuesto, enhorabuena por la boda.
Mi expresión se endureció por un momento, confusa, pero enseguida volví a mi máscara de indiferencia. ¿Boda? Tenía que estar de broma.
- ¿Boda? - dije con un toque de ironía. - Marco, debes de estar confundido. Estoy divorciada y, a decir verdad, no tengo intención de volver a casarme. No estoy hecha para pertenecer a un solo hombre.
Me acerqué aún más y, antes de que pudiera replicar, le di un beso. Fue intenso, dominante, como a él le gustaba. Cuando me aparté, sonrió, una sonrisa llena de segundas intenciones.
- ¿Así que debes de tener una hermana gemela, o alguien muy parecida a ti en extremo? - empezó, aún con esa sonrisa. - Porque Emmanuel acaba de casarse con una mujer idéntica a ti.
Por un segundo, se me paró el corazón, pero no lo demostré. La idea de una hermana era imposible, lo sabía. ¿Pero otra mujer que se pareciera a mí? Eso podría ser un problema. Un gran problema.
- "No bromees con eso, Marco", dije, con voz fría y calculada. - Emmanuel y yo rompimos hace mucho tiempo. Es imposible que alguien pueda parecerse a mí, porque sólo hay una Laura.
Se encogió de hombros, como si fuera un asunto trivial.
- Puede ser, pero le estoy diciendo que la mujer con la que se casó podría ser su copia. O tiene usted un secreto muy bien guardado, o estamos ante algo fuera de lo común.
Lo observé un momento, mi mente ya barajaba las posibilidades. Si Emmanuel estaba con alguien que se parecía a mí, tenía que averiguar quién era. Y, lo que era más importante, por qué estaba en mi vida.
- Interesante... - murmuré, con un plan empezando a formarse en mi mente. - Quizá debería conocer a esa mujer en persona.
Marco volvió a reír, pero había un brillo de curiosidad en sus ojos.
- Buena suerte, Laura. Siempre sabes cómo hacer las cosas interesantes.
Le sonreí fríamente, pero por dentro mi mente hervía. Emmanuel se había casado y la mujer con la que estaba se parecía a mí. Eso sólo podía significar problemas, y yo estaba decidida a averiguar qué estaba pasando.