LA FINCA

Tres días después llega a la finca el arzobispo, no entro a la finca, dijo que esperaría afuera.

Arzobispo: Anacleto, dile a tu patrón, que lo espero afuera, haré lo que me pidió y me iré directo a la ciudad México, no puedo quedarme tengo asuntos de suma importancia.

Anacleto: Si, su eminencia, el patrón ya viene.

Martín: Su eminencia, veo que no quiso entrar a mi humilde morada. Aún así haré, lo que usted ya dijo.

Arzobispo: Le agradezco, señor Martin, así que, podemos irnos?

Martin: Por supuesto vayamos al lugar.

Martin y el obispo fueron al lado sur de la montaña, que es donde está la entrada a la cueva del charro.

Al llegar a la cueva del charro, el arzobispo la bendijo con agua bendita, y muchas oraciones en latín.

Al término de todo se pasó a retirar, y Martin fue directo a la finca.

Llegando ahí fue directo al sótano, y ya ahí lo esperaba el charro.

Charro: Eres un infeliz, mal agradecido, hijo de los mil infiernos, me las vas a pagar aquí y ahora.

Martin: Al fin tengo mi venganza, te dije que me tenías harto, solo molestando y dando órdenes, cómo ves que de aquí en adelante, mando yo. Y hagas lo que hagas, no servirá de nada, ahora me protege Lord Black.

Charro: Te atreves a retarme infeliz mortal poca cosa? No me hagas reír Lord Black, jamás protegería a un perro traicionero como tú.

Martin: Quieres ver? Mi señor Lord Black, venga y demuestre a esta basura que usted es más poderoso.

De pronto de la nada, un fuego rojo color sangre se levantó del piso y apareció en el centro, Lord Black, imponente, fuerte y muy agresivo.

Lord Black: Así que número 18, por qué me das problemas? ¿Tú no entiendes, verdad? ¿Qué es lo que te pasa, no quieres más el trabajo?

Charro: Mire Lord Black, este pedazo de escoria humana, se atrevió, a engañar, embaucar, y todavía se burla.

Lord: jajaja, ahora resulta que este mortal, es mejor demonio que tu?

Mira número 18, espero que te retractes de tus palabras o haré que te las tragues.

Charro: Veo que defiende a este pedazo de nada, así que como está de su lado, ahora es mi turno, lo destruiré a usted y a su lacayo lame botas.

De pronto ambos contendientes, sacaron sendas espadas, hechas totalmente de fuego y lava.

Comenzaron el ataque, las espadas solo zumbaban, ambos atacaban con fuerza, Martin se escondía tras la mesa, como todo un cobarde, ya que sabía que si ganaba el charro, él lo destruiría.

Los dos demonios seguían, en su pelea, ambos buenos espadachines, que peleaban a morir.

De pronto, Lord Black, hace un giro inesperado con la muñeca y logra asestar, la espada en el charro.

Este cae al suelo y lo último que se escucha es:

Charro: Te maldigo Martin, errante eres y errante serás y en el nuevo charro te convertirás.

Dicho esto se volvió fuego y cenizas y desapareció.

Lord: Eso es lo que le pasa a quienes me retan. Y no te preocupes: su maldición no te llega, solo yo decido quien será el nuevo charro.

Martin: Ósea que ya no revive? Me da miedo que vuelva a cobrar su venganza.

Lord: No seas estúpido, una vez que son cenizas, van directo al infierno, sin posibilidad de salir, acaso tú quieres tomar su lugar, para que él regrese?

Martin: No mi señor Black, yo solo preguntaba.

Lord: Lo supuse, no olvides que aquí mando yo, y por cierto donde está mi corazón?

Martin: Lo tenía preparado mi señor, aquí lo tiene.

Lord: Muy bien Martin, te veo mañana con mi corazón, y por favor se puntual.

Después de todo lo ocurrido Martin se sintió libre, sabía que ya nada le impedía ser su propio jefe.

Al día siguiente mando llamar a Anacleto,

Anacleto: Dígame patrón, pa que soy bueno?

Martin: El charro ha muerto, al fin soy libre, no más contratos.

Anacleto: Muy bien patrón puede usted tomar el camino del bien y arrepentirse, de todos y cada uno de sus pecados.

Martin: No seas iluso, cómo crees que voy a arrepentirme, de todo lo que hice, de mi fortuna, mi guapura y mi vida eterna. Esos regalos me los dio él mal camino, así que permanecere en él.

Anacleto: Lo intente, le juro que lo intente, pero usted nunca se dejó.

Martin: De que hablas?

Anacleto: Mire don Martin, le voy a explicar. Yo estuve con usted, desde que nació, siempre estuve ahí, en cada paso.

Martin: No digas tonterías, si tú tienes como 20 años y yo casi 43, así que es casi imposible, que tengas más edad que yo.

Anacleto: Mira Martin, yo tengo cientos de años, si no es que miles, Pero ese no es el punto, primero que nada te revelaré mi nombre, me llamo Dafquiel.

Martin: Qué has dicho?, cómo que no te llamas Anacleto?

Anacleto: Ya le dije mi nombré, ahora le revelaré quién soy.

De pronto una hermosa luz blanca, ilumina el despacho, en ese instante Anacleto, pasa a ser un guapo, joven, vestido de mariachi, con ropa blanca.

Dafquiel: Soy el rescatador de almas, y siempre quise rescatar la tuya, pero nunca me dejaste, desde niño cada vez que, hacías una travesura, tú me ignorabas, yo era ese niño flaco y mugroso, como tú me decías. De joven fui ese amigo aburrido y mal encarado, y ahora de adulto soy este pobre Anacleto, que trata de ayudarte.

Martin: No puede ser, eras Miguel, y Gabriel esos eran un niño, con el que me llevaba y el otro un joven que siempre me seguía. Y ahora me dices que tú Anacleto eres un rescatador, cómo?, si me traías corazones puros.

Dafquiel: Nunca te traje, corazones puros, todos los que asesinaste, llegaron a base de tus hombres, Juancho y Beto. Yo hacía que la gente se fuera, Pero tus hombres, siempre te ayudaron.

Martin: Si tan rescatador eras. ¿por qué no me ayudaste, cuando más lo necesite?

Dafquiel: Si te ayude, recuerdas a ese campesino que te regalo un costal de semillas y 2 costales de frijol, solo por regalarle agua?

Martín: Pero yo no quería sembrar y odiaba los frijoles, lo que quería era dinero y comprarme lo que yo quisiera.

Dafquiel: Si, dios te da a base de trabajo, pero tú querías todo en las manos, querías la vida fácil, así que como te gusta lo fácil, mi trabajo aquí termino, adiós Martin.

Dicho esto nuevamente el joven, mariachi, se iluminó, y desapareció de la vista de Martin.

Martin se quedó atónito, y al mismo tiempo furioso, dios quería que trabajará honradamente, eso con él no iba, por eso se había dedicado a robar cosechas y dinero a los demás, le gustaba la vida fácil, solo faltaba lo que la vida le tenía preparado y eso no se podía cambiar.