La mayoría de veces, las personas renacidas con su mentalidad adulta en un mundo con poderes siempre tienen una vida sencilla, poderosos desde un inicio, con padres amorosos y en un mundo donde la paz está reinando. Pero ¿qué pasa cuando renaces en tu mismo mundo, en medio de una guerra, con padres traumados y con un poder desconocido en tu interior? preguntemosle a Ademir Graymond.
NovelToon tiene autorización de Leonel md para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Éter y energía.
**********Instantes atrás.
Punto de vista de Claire Viviend:
El viento acaricia suavemente mis pies mientras floto sobre la ciudad de Monreal, una sensación que antes solo podía experimentar en mis sueños más vívidos, pero que ahora, gracias al poder del Aheterium, es una realidad.
Mis pensamientos se arremolinan como un tornado mientras contemplo la carnicería debajo de mí.
Los lamentos y súplicas de los civiles heridos llegan hasta mis oídos, sus manos extendidas rogando una ayuda que no puedo darles, no con las órdenes que he recibido.
La vista de los cadáveres y la destrucción sin sentido revuelve mi estómago, amenazando con hacerme vomitar. Esto es un horror incluso para alguien como yo, acostumbrada a la crudeza de la guerra y a la muerte en todas sus formas.
Sin embargo, siendo honesta, la vida de estos débiles civiles no significa nada para mí en este momento.
Como supersoldado, mi enfoque está en cumplir con las órdenes y misiones asignadas. Mi experiencia y vida como guerrera han forjado en mí una forma de pensar que podría ser criticada por otros, pero que me ha permitido sobrevivir y destacar en este mundo brutalmente.
Nuestra presencia en Monreal no es para jugar a los héroes salvando a desconocidos, sino para llevar a cabo una misión crucial encomendada por nuestro líder, Sir. Russo. Una misión que no pienso poner en riesgo, incluso si eso significa permitir sacrificios civiles.
Después de todo, en todas las guerras debe haber pérdidas.
Estas órdenes provienen directamente del Vaticano y nos prohíben interferir en el campo de batalla usando nuestros poderes derivados del Aheterium.
Durante la última reunión, el Papa negó rotundamente cualquier alianza con Zyrionia, pero al mismo tiempo, nos impuso estas restricciones.
Sir. Russo argumentó que Zyrionia estaba utilizando demonios desconocidos como arma, poniendo como ejemplo la batalla de Canarias, pero el Papa insistió en que no había evidencia concreta de que estos seres fueran proporcionados por los Zyrianos.
Según el Papa, si usamos los poderes del Aheterium contra soldados comunes, solo intensificaríamos las demandas de guerra por parte de Zyrionia.
Peor aún, el Vaticano se vería obligado a aliarse con Zyrionia en contra de Celestia, ya que el uso bélico del Aheterium viola el tratado de paz firmado hace 30 años y desequilibra peligrosamente la balanza de poder entre territorios.
Fufu... aún recuerdo vívidamente la expresión de Sir. Russo cuando regresó de esa fatídica reunión en el Vaticano: regañado por el Papa y con una ira palpable.
Así que aquí estamos, en Monreal, con una misión clara: vigilar.
El ejército de la Unión de Celestia fue retirado sospechosamente de la ciudad hace unas horas, dejando la incógnita el objetivo de su retiro.
Una ciudad importante perteneciente a una potencia mundial, invadida de un momento a otro... Fufu, ese amargado de Beaomunt tendrá que responder unas preguntas más tarde.
Pero por ahora, nuestro papel aquí es asegurarnos de que ningún demonio de esos intervenga y altere el curso de la batalla.
Si logramos recopilar evidencia que demuestre que Zyrionia está utilizando a estos seres como arma, entonces finalmente podremos desplegar todo el poder del Aheterium sin restricciones y recuperar el territorio perdido.
Porque eso demostraría que Zyrionia también posee un poder comparable al Aheterium, lo que cambiaría totalmente el panorama de esta guerra.
Pero hasta entonces, mis manos están atadas.
No puedo arriesgar todo por salvar a unos pocos civiles, sin importar cuánto me revuelva el estómago presenciar su sufrimiento.
Ya hice bastante con derribar esas naves enemigas, y eso solo porque debía anunciar mi llegada a los propios Zyrianos, para que llamen a su arma.
Mi lealtad está con Celestia y con la misión que se me ha encomendado. Todo lo demás es secundario
Un movimiento repentino en la distancia atrae mi atención, sacándome de mis pensamientos. Es Archibald Astor, volando hacia mí con una expresión de pánico en su rostro juvenil, su cabello rubio agitándose salvajemente en el viento.
En cuestión de segundos, está flotando frente a mí, su respiración agitada y entrecortada.
"¡C-comandante Viviend...!" Su voz tiembla, la adrenalina y el miedo evidentes en cada sílaba.
Sonrío de lado, inclinando mi cabeza ligeramente. "Archie, cariño, ¿qué pasa? Pareces un poco agitado," arrullo, mi voz melosa contrastando con la destrucción a nuestro alrededor.
El joven rubio se sonroja, claramente desconcertado por mi tono juguetón en medio de tanta muerte y caos.
"L-lo siento, Comandante... Estoy nervioso... Es mi primera misión como supersoldado," balbucea, evitando mi mirada penetrante.
Río suavemente, el sonido ligero y despreocupado. "Oh, Archie, eres tan adorable cuando estás nervioso. Pero recuerda, si no mantienes tu mente enfocada, tus poderes se debilitarán. Y no queremos eso, ¿verdad?" Le recuerdo, mi sonrisa dulce contrastando con la severidad de mis palabras.
He estado investigando exhaustivamente el Aheterium desde que el asteroide cayó en nuestro territorio, y he descubierto unas cuantas cosas importantes.
El Aheterium se inyecta directamente en nuestra espina dorsal y, a pesar de lo que todos los ignorantes del tema dicen, la sustancia no nos otorga habilidades sobrehumanas por sí misma.
En su lugar, nos otorga la capacidad de percibir e influir en la energía ambiental. Esta energía es densa, de un color amarillento vibrante, e invisible para las personas normales. Una energía ambiental que hemos denominado "éter".
Imagina una alberca enorme de aguas calmadas, su superficie lisa como un espejo. Tú estás en la orilla y, a unos metros de distancia en el agua, flota un pequeño barco de papel. Necesitas que ese barco llegue a ti, pero no puedes controlar el agua directamente.
Entonces, empiezas a influir en ella, generando olas con tus manos para mover el barco en tu dirección.
Las manos que golpean el agua vendrían siendo nuestra propia mente.
Esta actúa como nuestro núcleo de poder y, al igual que nuestro físico, también debe ser entrenada para no sucumbir, tal y como le está pasando a Archibald en este momento.
Así es como funciona para nosotros.
La energía ambiental es como el agua, y los elementos que controlamos son como el barco. Al influir en la energía con nuestra mente, podemos manipular las moléculas elementales en masa y crear ataques devastadores.
También podemos influir en nuestros propios cuerpos para volar, ser veloces o tener una fuerza sobrehumana.
Pero controlar esta energía es como caminar sobre una cuerda floja suspendida sobre un abismo sin fondo. Requiere un equilibrio perfecto y constante, una concentración inquebrantable.
Cualquier distracción, cualquier emoción descontrolada, es como una ráfaga de viento que amenaza con hacernos perder el balance y caer al vacío.
Dominar nuestros poderes es un acto de precisión y disciplina constantes, requiriendo cada onza de nuestra concentración y fuerza mental.
Porque al final, la cuerda sobre la que caminamos es nuestra propia mente, y perder el equilibrio allí significa la diferencia entre la victoria y la derrota, entre la vida y la muerte.
Es por eso que se han catalogado 3 fases de control del éter, basándose en la capacidad de control e influencia.
La primera fase se alcanza tras un entrenamiento intenso tanto mental como físico.
En esta etapa, eres capaz de influir en la densa energía y controlar hasta cierto punto las partículas elementales, creando efectos o ataques básicos pero efectivos.
La segunda fase es la más complicada para novatos con poco tiempo como estos niños, pero no es imposible.
Consiste en tener una habilidad avanzada en el control de elementos, tanto así que podrías usar las partículas básicas para controlar elementos más complejos generados a base de los elementos primarios, como el plasma, el rayo y el hielo basado en nitrógeno.
La tercera fase es mucho más compleja... Aunque me enorgullece estar en este nivel, gracias a mi vasta experiencia tanto en combate como en control mental.
No me costó tanto alcanzar este nivel, después de todo, una asesina como yo, no llegó a tener un poder inmenso incluso antes del Aheterium solo matando y luchando sin tener un complejo control mental.
Esta fase es la más poderosa que he descubierto, donde tu influencia en el control del éter es tal que ya no necesitas influenciar, sino... controlarlo y ya, haciendo que se mueva a tus órdenes.
Pero para esto se necesita mucha concentración.
Aunque requiere un esfuerzo físico y mental casi letal, incluso para mí sigue siendo un avance significativo comparado con estos niños por ahora. De únicamente imaginar el poder abrasador que tendrán a medida que crezcan...
Santo cielo.
"Entonces, Archie... Recuerda que es muy importante tener tu mente enfocada en esta misión," remarco, con una sonrisa enigmática.
"De no ser así... Terminarías siendo derrotado no únicamente por la criatura demoníaca, sino también por unos simples soldados Zyrianos, y acabarías como esos pobres diablos de allá," advierto con una voz fría como el hielo, moviendo mi mirada hacia abajo, a un punto de la ciudad donde unos tanques enemigos están tasajeando a un grupo de civiles heridos a sangre fría.
"P-por favor... No me haga..." Suelta una mujer lastimada por última vez, antes de ser interrumpida y tasajeada por un enemigo sin piedad.
"¡KYAAAAA!" Grita una joven que se encuentra junto a ella, mientras la sangre le salpica en la cara, tiñendo su piel de un rojo carmesí.
"Vaya... Sí que son bastante sanguinarios esos soldados, ¿no, Archie?" Comento casualmente, como si estuviéramos discutiendo el clima.
Archibald hace una mueca de molestia, más enojado por la comparación con esas débiles personas, un golpe directo a su ego de noble.
"L-lo siento..." murmura de nuevo, y yo río, pellizcando su mejilla suavemente.
"Eres demasiado lindo, Archie. Pero vamos, dime, ¿qué noticias traes?" Pregunto, mi tono volviéndose más serio.
Archibald se endereza, su rostro aún sonrojado pero su expresión volviéndose determinada. "Beatrice y Reginald ya están en posición," continúa.
"Reginald se encuentra en un edificio alto, listo para brindar apoyo desde la distancia con sus habilidades únicas."
Reginald Pemberton... el prodigio de 13 años. Aún no puedo creer cómo un chico de esa edad puede destacar tanto, estando en la fase dos en el control del éter ambiental.
Además de crear rayos, también puede generar y manipular plasma (un estado de alta energía de la materia, que puede usar para crear ataques abrasadores y escudos), y nitrógeno atmósferico(un material criogénico que puede usar para congelar enemigos o crear obstáculos de hielo).
Me llevo una mano a la barbilla, pensativa ante estas habilidades. Dado su papel de apoyo, Reginald está posicionado en un edificio alto con buena visibilidad de la ciudad.
Desde allí, puede utilizar sus habilidades para atacar a la criatura a distancia, distraerla o generar oportunidades para que Archibald y Beatrice ataquen.
"Fufu... Muy bien, ¿qué hay de Beatrice?"
"Beatrice, como sabe, es una experta en el combate cuerpo a cuerpo. Estará cerca de mi posición, lista para intervenir con sus tekko-kagi cuando la criatura esté vulnerable."
Beatrice Dormunt, la experta en combate cuerpo a cuerpo de 16 años, compensa su poca capacidad de control elemental con una habilidad excepcional para potenciar su cuerpo.
Como arma única, empuña un par de tekko-kagi, una variante de los tekko tradicionales que incorpora garras afiladas en los nudillos y el dorso de la mano.
Estas armas le permiten aprovechar al máximo su fuerza y velocidad mejorados en el combate cercano.
"¿Heeee? Lo pensaste muy bien, Archie, te felicito." Sonrío, genuinamente impresionada.
Archibald se sonroja aún más, pero pone una cara de desconcierto. "Esto... Comandante Viviend..."
"¿Hum?"
"Hemos buscado por toda la ciudad y alrededores, pero no hay señales de una criatura humanoide con la descripción que nos brindó. Así que... No entiendo el por qué vigilar aquí, hemos confirmado que no hay nada más allá de soldados Zyrianos..."
Una expresión divertida se dibuja en mi rostro al ver dudar al joven rubio. Mi risa sale disparada, resonando en el aire.
"¡HAHAHAHAHA!"
"C-comandante... Por favor, no se ría..."
"Ay Dios, eres todo un chistoso..." Limpio una lágrima con mi mano, tratando de contener mi diversión.
"Hmm," me aclaro la garganta, adoptando una expresión más seria.
"Archie... ¿Estás seguro de que vigilaron bien...?"
Archibald queda desconcertado por mi pregunta, mientras el viento a nuestro alrededor empieza a arreciar, agitando nuestros cabellos y ropas.
"Waghh... Comandante, hemos revisado toda la ciudad... ¿Por qué dice eso?" Farfulla, cubriendo su rostro de la ráfaga.
Suspiro internamente, mi paciencia puesta a prueba. Estos niños son poderosos, pero aún tan inexpertos...
"Archie... La criatura no va a salir de la tierra, ni emergerá de un edificio casualmente, como si viviera ahí."
Mis ojos se fijan en el horizonte, donde los barcos Zyrianos merodean. Más allá, un pequeño punto negro se acerca velozmente a la ciudad, creciendo en tamaño a cada segundo que pasa.
"Si de verdad los Zyrianos están usando a esas cosas como arma, entonces esos demonios... tendrían que venir de afuera."
Los engranajes en la cabeza de Archibald empiezan a girar, conectando los pensamientos como piezas de un rompecabezas complejo.
"N-no puede ser... Eso quiere decir..."
Archie sigue mi mirada, sus ojos abriéndose como platos mientras el sudor perla su frente.
Sus nervios son tan grandes que empieza a caer lentamente, perdiendo su concentración en la energía ambiental.
"Whagghh aahhhh."
"Archie... Cariño, por favor... ¡DEJA DE JUGAR!" Ordeno con voz fuerte y autoritaria, dejando atrás mi tono juguetón.
El rubio de inmediato vuelve a subir a mi nivel, concentrándose de nuevo.
"C-comandante... ¿Qué haremos? ¡¿QUÉ HAREMOS?!"
Una sonrisa poco a poco se dibuja en mi rostro. Teníamos razón, la criatura viene desde donde los barcos enemigos llegaron.
Por ahora, parece que la criatura es aliada de los enemigos. Pero siempre se debe confirmar al final, no debemos confiarnos.
"Escucha atentamente, Archie," comienzo, mi voz firme y mi mirada aún fija en la criatura que se acerca, su forma volviéndose más clara a cada segundo.
"Este es el plan. Como sabes, Reginald, Beatrice y tú trabajarán juntos para detener a esa monstruosidad."
Archibald asiente, mientras de su bolso saca un palo de metal que, al apretar un botón, suelta un "puff" y se convierte en una poderosa lanza, su hoja brillando bajo la luz del sol. Su mano se aferra a ella con determinación.
"Como dijiste, Reginald se ubica en un edificio alto con buena visibilidad," continúo. "Desde allí, usará su dominio del éter para atacar a la criatura a distancia y brindarles apoyo.
"Entendido," dice Archibald, su voz llena de determinación, su agarre en la lanza apretándose.
"Beatrice estará cerca de ti, lista para unirse al combate cuerpo a cuerpo con sus letales tekko-kagi será invaluable. Cuando veas una apertura creada por esa técnica, aprovéchala sin dudar."
Archibald asiente, visualizando la estrategia en su mente, sus ojos brillando con anticipación.
"Tú, Archie, te enfrentarás a la bestia directamente. Tu valentía será clave en esta batalla," declaro con mi voz llena de confianza.
Archibald abre sus ojos tan grandes que casi salen de sus cuencas, la realización de su papel central en el plan golpeándolo como un tren de carga.
"Eh... ah, s-sí, está bien."
Suspiro resignada, el miedo en su rostro es válido. Nos vamos a enfrentar a una criatura desconocida, que ya ha masacrado a un supersoldado.
"Mantén a la criatura a raya, inflige daño y estate atento a las señales de Beatrice y Reginald. Tu coordinación con ellos será vital."
Archibald asiente nerviosamente, pero poco después su mirada empieza a endurecerse con resolución, la determinación ardiendo en sus ojos azules.
"Ve y comunícale el plan a Reginald y Beatrice, para que estén al tanto de cada detalle. Que no haya lugar a errores," ordeno, mi voz firme pero alentadora.
"Recuerden, la comunicación y el trabajo en equipo son vitales. Adapten la estrategia según sea necesario. Confíen en sus habilidades y en las de sus compañeros. Ustedes han entrenado para esto."
Pongo una mano en su hombro, mi expresión solemne pero llena de confianza en ellos.
"Yo estaré observando, lista para intervenir si es necesario. Pero sé que pueden lograrlo. Creo en ustedes, en cada uno de ustedes."
Archibald cuadra los hombros, inspirado por mis palabras, mi confianza en ellos llenándolo de una nueva determinación.
"No la defraudaremos, Comandante Viviend. Se lo prometo."