No soy más que una niña, pero para salvar a mi familia debo casarme con un hombre desfigurado y que es mucho mayor que yo.
Es un matrimonio por conveniencia, debo cumplir con mi palabra
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23
“¿Qué?” Claudia se sintió un poco incómoda, mirando fijamente a Miguel. Y lo vio asintiendo de lo normal.
“Claro que sí.”
Miguel sin mostrar expresión, lo dijo con naturalidad.
Claudia le hizo una señal con el pulgar.
Están seguros qué por ser una persona muy importante también era inteligente para esquivar situaciones incómodas.
El padre se reía mientras asentía con la cabeza y en su par de ojos aparecieron chispas.
El padre era muy inteligente y sabía bien lo que hacían.
Él vino aquí para que la relación de esta pareja sea más fuerte.
Miguel hizo que Claudia entrara a la habitación. Antes de cerrar la puerta, el tío David entró. Se llevó del armario, todas las sabanas y almohadas.
El padre vio lo que pasaba y que la cama solo tenía una sábana delgada, y se echó a reír.
“Duerman temprano y no se resfríen. David, busca a dos ayudantes para que se lleven el sofá y la silla que estaba cerca de la ventana.”
Todo lo habían mudado como si nada. Claudia miraba a Miguel sin comprender lo que pasaba.
El padre no quería que se zafaran y ahora no podían dormir por separado.
“¿Qué debo de hacer ahora?” Claudia lo miró con lástima.
Miguel no esperaba que su padre hiciera tal cosa y dejarlo sin escapatoria.
Arqueo las cejas. Él quería pasar su prueba, pero solo quedaba confesar.
Dijo desanimado: “Le explicaré todo a mi padre.”
Claudia lo detuvo cuando estaba a punto de marcharse.
“El padre tenía buenas intenciones. Pero si descubre que no vivimos juntos, ¿acaso comenzaría a pensar mal de mí?” Claudia tuvo un poco de preocupación. Esta familia adinerada es admirable, pero también intrigante.
Este hombre será mi única solución y apoyo cuando sea parte de la familia Santos.
Ella no quiso ponerle las cosas difíciles a Miguel.
“No te preocupes. Nadie te tratará mal cuando estés conmigo.”
Claudia sabía que su posición no era alta en esta familia, pero ella estaba feliz al oír esas palabras.
Ella estaba dudosa: “¿Dormirás aquí esta noche?”
“¿Juntos?” le preguntó Miguel.
Claudia se puso roja al escucharlo.
No tenían otra opción. El padre ya estaba alegre y no podían decepcionarlo.
Ella no se atrevía a mirarlo y dijo temblando: “Está bien... durmamos juntos... tú... no te atrevas a hacerme algo…”
“¿No crees que sea caballeroso?”
Miguel estaba un poco impactado. Él es un hombre corriente, y no tenía el valor de hacerla compartir una cama con él.
“¡Claro que sí lo creo!”
Esta vez Claudia tuvo la iniciativa. Miguel no quería que lo hiciera. ¿Cómo fue que se voltearon los papeles?
“Buscaré tu ropa de dormir. Ve y tomate una ducha.”
Claudia pensaba que Miguel era una inocente ovejita, pero lo que no sabía era que había un lobo escondido.
Miguel la noto mirándole, y le sorprendió. ¿Acaso su apariencia lo hacía parecer malo? ¿Cómo puede estar convencida de que ella misma no está a la altura de sus expectativas, acaso tiene miedo de arruinar la buena imagen que tiene en su corazón?
Sonrió amargado y dijo: “Haré todo lo posible por ser un caballero.”
Claudia exhaló un suspiro de alivio al escuchar eso. Ella pensaba que él tenía baja el autoestima por tener esa apariencia y no casarse a esa edad. Los cambio físicos también afectaban la psicología de las personas, y le tenía lástima a Miguel.
Miguel salió del baño con una toalla tapándose la cadera para abajo.
Claudia se avergonzó y no quería ver.
Aunque la parte íntima estaba cubierta, ¡también le daba vergüenza verlo así!
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