SUEÑOS ROTOS

Cuando la pequeña Celeste termino la sopa de pollo pudo salir a acompañar el ataúd de su padre, sus amigas la abrazaron cariñosamente, presentando su pésame, ya habían presentado sus respetos y una oración cada una al señor Ernesto Allen, le contaron a Celeste que se suspendieron las clases por 10 días en lo que reparaban el ascensor y cambiaban algunas cosas del cableado eléctrico tendrás tiempo para recuperarte amiga.

Llegaron los chicos del turno noche, muy educados todos, también algunos profesores y muchos compañeros del trabajo del señor Ernesto, ella pensó que estaría sola con su madre y sus amigos inseparables, Geral, Francisco Javier, y Marielita, pero estaba rodeada de gente que la querían a ella o que estimaban a su papá, de pronto entre los compañeros de su padre salió el abogado de la empresa quien le dijo que por morir su padre en horario de trabajo y al ser ella menor de edad en etapa estudiantil aun pues recibiría un seguro que no era mucho dinero, pero que la ayudaría con sus estudios los meses siguientes, lo cual era totalmente cierto. y le entrego un cheque que podria cambiarlo en la caja de la empresa donde su padre trabajaba.

En eso llego Silvia quien tanto la ayudo en estos tres últimos años se abrazaron, Celeste no pudo evitar llorar al verla allí dándole su apoyo, la guio donde su madre y le dijo, ella es mi verdadera madre se llama Teresa, mamá ella es Silvia donde trabajo desde que tenía 15 años en su estética soy ayudante los fines de semana para ganar dinero para mis pasajes, Teresa le agradeció por apoyar a su pequeña, la hora paso y pronto se hizo de noche cerrarían el velatorio, tendrían que venir mañana al sepelio en un lujoso cementerio, Celeste se decía que precavido fue mi padre no habría sabido qué hacer.

Francisco y Geral las llevaron a casa y Teresa les ofreció tomar café mientras Celeste tomaba una mazamorrita de leche y fécula de maíz, se sentaron ya celeste comía con su mano mientras ellos tomaban café con galletas, mañana ya puedo comer algo más sólido, mami, si hijita mañana te haré cremita de verdura con pollo todo licuado veremos como te va hijita con eso y poco a poco comerás normal no quiero que te bajes más de peso le decía Teresa.

Los jóvenes se fueron, Teresa lavó los servicios que usaron y Celeste los seco y guardó, se fueron a dormir primero ambas se dieron un baño y después al meterse a la cama, entró Teresa a ver a su hija y al verla llorar se acostó a su lado y le hacía cariños en el pelo hasta que ambas se quedaron dormidas, al día siguiente, Celeste se despertó asustada pensó que era un sueño, pero ahí estaba en su nueva casa, pero Teresa no estaba a su lado bajo las escaleras llamando mamá, mamá donde estás Teresa se asustó y corrió hijita aquí estoy perdóname, estoy acostumbrada a despertar muy temprano, ven aquí no me voy a separar de tu lado tú eres la Luz de mi vida hijita, toma desayuno conmigo te hice jugo de fresas con leche, se sentaron madre e hija a tomar el desayuno Teresa veía a su hija como a su princesa y Celeste veía a su madre como un regalo del cielo que en estos momentos tan malos ella sería su fuerza y juntas saldrían adelante por la memoria de su padre.

Se bañaron y cambiaron querían estar a solas con el señor Ernesto antes que llegara la gente para el sepelio cuando se disponían a tomar un taxi llegaron Francisco Javier y Geral llevándolas ellos al velatorio.

Al estar allí la señora Teresa se acercó al ataúd y se despidió del único amor de su vida, cayendo de sus ojos lágrimas de dolor sincero. Francisco Javier la abrazo y la sentó junto a Celeste que se encontraba más calmada, llego la carroza fúnebre todos siguieron al cementerio y ya estando a punto de bajarlo Celeste puso sobre el cajón una Rosa blanca y le pidió perdón mientras lo bajaban, ella decía, perdóname papá no pude recuperar tus empresas no pude devolvértelas, esa mujer nos quiso matar a los dos, pero no pude irme contigo, déjame acompañarte papá, llévame contigo, te quiero tanto que no puedo vivir sin ti, ayúdame... gritaba, ayúdame papá, con esta pena que no puedo vivir, con este dolor, su mamá la abrazaba e intentaba calmarla, pero nada podía callar su dolor, llévame gritaba desde el alma, yo no puedo ya sin ti papá hasta que lo taparon y pusieron el pasto y la lapida donde decía descansa en paz Ernesto Allen y la fecha de su muerte. allí ella cayó desmayada, al no poder reaccionarla la llevaron a la clínica donde el Doctor la atendió de urgencia le pusieron suero y un calmante, paso a una habitación y su mamá estaba con ella, afuera Francisco Javier preguntaba al Doctor que le pasaba, y él le dijo que era él dolor que sentía por la partida de su padre y que ella reaccionaria cuando se pasara el efecto del sedante, pero que había que vigilarla porque había caído en un cuadro depresivo por todo lo que le paso en tan pocos Días.