El amor es el único sentimiento capaz de traspasar cualquier barrera o prejuicio impuesto por la sociedad, ya sea por diferencia de edad, religión, estatus o clase social, aunque a decir verdad muy pocos son los valientes que deciden dar ese paso de fe y confesarse ante esa persona que considera un imposible.
En esta historia el protagonista descubrirá que su amor no es tan inalcanzable como creía, ya que Lucia lo admira en secreto, porque sabe que a pesar de que Danilo es un soltero empedernido, un conquistador nato que le rehúsa al compromiso con ella es diferente.
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Capítulo N°21
Danilo estaba bajo el agua tibia de la ducha, cada músculo de su cuerpo se había relajado por completo, cuando sintió una horrible opresión en el pecho que no le permitía respirar con normalidad, así que salió del baño completamente desnudo, dejando un rastro de agua y las huellas de sus pies marcadas en el piso de mármol color negro. Angustiado se acercó al ventanal del balcón de su cuarto en busca de aire puro.
La ciudad seguía su curso con normalidad mientras que él en un esfuerzo sobrehumano intentaba respirar, sin embargo el aire no llegaba a sus pulmones y la pena que lo embriagaba era más densa que la fría noche que lo envolvía. Ahogado en su propio dolor, viendo como su pecho se comprimía muy lentamente y sus movimientos al respirar eran erráticos, se dejó caer agarrándose de las barandas del balcón.
—Lucia —murmuró entre dientes intentando controlar ese mal presentimiento que lo aquejaba mientras que en un intento desesperado cerraba sus ojos en busca de alivio y solo se concentraba en el ruido a su alrededor, sin embargo el silencio era tan atroz que sentía que estaba dentro de una pesadilla de la cual jamás podría despertar—. Calma Danilo, sólo es un mal presentimiento, todo estará bien —se aconsejó a sí mismo como cada vez que lo aquejaba ese tipo de sentimiento.
Necesitaba con urgencia tener el control de su cuerpo, lo que sentía en ese momento lo desconcertaba, era tan fuerte, desesperante e irreal que ni en sus más oscuros y perturbadores sueños sintió tanto temor como hasta ese momento. Sabía que su pequeña estaba en peligro y lo necesitaba con urgencia, por tal motivo debía controlarse para ir a su encuentro y ser su sostén.
Lentamente fue abriendo sus ojos y al mirar a través de la cornisa pudo distinguir algún que otro auto que circulaba a lo lejos por la calle. Era muy tarde pero debía regresar a lado de su pequeña y ver con sus propios ojos que todo era un mal entendido, un mal presentimiento tonto y sin fundamentos. Desnudo con su cuerpo humedecido y bajo la espesa oscuridad de la fría noche que hacía que todo sus músculos temblaran por completo, se incorporó de repente, miró hacia el cielo cubierto por espesas nubes grises y dijo dejando a un lado sus miedos.
—Tranquilízate, todo es producto de mi imaginación —las palabras resonaron en el aire decidido a vencer el gélido sentimiento de angustia que lo embriagaba nublando toda razón. Con calma respiró profundamente para luego exhalar todo el aire contenido en sus pulmones en un largo y doloroso suspiro.
Ya un poco más tranquilo ingresó nuevamente al cuarto, buscó una muda de ropa y se cambió rápidamente y sin perder el tiempo observaba en la computadora el GPS del celular de Roberto que le indicaba que se encontraba en un depósito alejado de la ciudad. Extrañado frunció su ceño y comenzó a llamar a uno de sus hombres, sin embargo no obtuvo respuesta.
—¡Maldición!—gritó al arrojar el celular con fuerza contra la pared—. ¿Qué mierda está sucediendo?—preguntó mientras buscaba su arma y se alistaba.
Necesitaba corroborar con sus propios ojos que su pequeña de ojos grandes estaba bien y que ese dolor que sentía era producto del cansancio y el estrés del día, sin embargo al oír los golpes en su puerta supo de inmediato que no estaba equivocado y algo había sucedido en el hospital.
Al abrir la puerta Dimitrio estaba de pie bajo el umbral y se masajea la frente con desesperación en señal de nerviosismo, lentamente alejó la mano de su rostro, e intento estar tranquilo pero la voz angustiada de su amigo lo acongojo.
—Dimitrio, algo está sucediendo, tengo un mal presentimiento.
El asintió y al ver que su amigo estaba listo para salir habló sin rodeos.
—Danilo, debemos regresar al hospital. Loreta nos necesita—dijo el líder de la mafia y se giró sobre sus talones, no sabía cómo enfrentar a su mejor amigo y decirle que la vida de Lucia corría peligro—. Vamos no perdamos el tiempo hablando en el corredor, este no es el lugar indicado —ordenó pero su voz sonó débil y angustiada.
—¿Qué sucede?—interrogó el más joven de los hombres mientras cerraba la puerta a su espalda.
Dimitrio se detuvo en mitad del pasillo, miró a su amigo con pesar y respondió
—No sé cómo decirlo, no encuentro la manera correcta y menos dolorosa para darte esta noticia.
Danilo sintió como un escalofrío recorría toda su espalda, estaba seguro que no quería escuchar lo que tenía que decir Dimitrio sin embargo levantó la vista y dijo
—Solo dilo, sea lo que sea, necesito saber.
—Lo lamento mucho pero Lucia sufrió una recaída, en estos momentos está inconsciente y su vida corre peligro.
Las paredes lentamente comenzaron a girar alrededor de Danilo, el pasillo era tan estrecho y la falta de aire lo estaban por hacer colapsar sin embargo el deseo de estar a lado de su pequeña era mayor, así que corrió hasta el ascensor y a toda prisa presiono el botón sin obtener respuesta. La ansiedad era tal que miró por todos lados en busca de la salida de emergencia y corrió hacia las escaleras.
—¡Danilo, detente! —gritó Dimitrio sin embargo fue demasiado tarde.
Las puertas del ascensor se abrieron y Dimitrio entró en él, sin dejar de pensar en la desesperación que sentía su mejor amigo y qué gastar sus energías corriendo lo ayudarían a liberar un poco el estrés del momento. Al llegar al hall del hotel, lo esperó por varios minutos hasta que finalmente lo vio salir por la puerta de emergencia, agitado y con su frente transpirada, entonces lo envolvió en un fuerte abrazo como cuando era pequeño y lo consoló al ver sus ojos cristalizados y enrojecidos de dolor.
—Cálmate, ella es fuerte y estará bien —le susurró sobre su oído.
—No me pidas que me calme. Esto es muy injusto, ella no merece estar así —murmuró entre dientes conteniendo su disgusto.
—Lo sé, pero Lucia te necesita con la mente serena—dijo Dimitrio y entonces se separó y apoyó cada una de sus manos sobre los hombros de su mejor amigo, su hermano del alma y con serenidad le aconsejo—. Correr y desesperarte no sirve de nada en estos momentos, debes ser el Danilo frío, calculador y práctico que todos conocemos.
—Ella es mi debilidad, solo ella logra traspasar mi coraza.
—Entonces que nadie más te vea así o serás un objeto fácil para nuestros enemigos. Ahora vamos al hospital y mantén la calma que aún debemos hablar de algo importante.
Durante el trayecto al hospital Dimitrio le comentó sobre el intentó de secuestro que sufrió Lucia y como Loreta con sus hombres lograron intervenir a tiempo y evitar que Roberto llevará a cabo sus planes. El dolor y miedo que sentía el joven fueron reemplazados de manera inmediata por un sentimiento de odio y sed de venganza, los nudillos de la manos de Danilo se pusieron blancos de tanto ejercer fuerza con sus puños cerrados, quería moler a golpes el cuerpo de ese maldito y hacerle pagar su osadía, sin embargo al llegar a la clínica se controló, por ahora no era el momento indicado para saldar cuentas con ese maldito cobarde, solo debía concentrarse en Lucia y su recuperación.
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