Diana

A las 5 a.m. ya Ana estaba lista para empezar el día, se levantó entró al baño se dió una larga ducha, vistió con pans y playera, salió a caminar por el lugar, por la hora no había nadie en los pasillos, ella aprovechó el silencio y la tranquilidad para caminar y disfrutar del poco aire fresco del lugar, cuándo estaba cerca del lavadero oyó sollozos, ella se asustó y tenía ganas de volver pero decidió buscar de dónde provenía el sonido, detrás de un tanque de agua estaba una mujer de unos 25 años, más o menos, ella estaba sentada en el suelo abrazada a sus piernas, Ana se acercó y ella alzó su vista, la miró y volvió su rostro a sus rodillas, Ana no sabia que hacer, tenía ganas de irse, pero su sentido común le hizo preguntarle si necesitaba algo ya que aparentemente no estaba bien, ella no respondió nada y Ana le preguntó si quería que fuera por Lilian.

Ella: no, no quiero que busques a nadie, vete y déjame sola.

Ana: hablar es bueno, creo que te haría muy bien desahogarte, no tiene que ser conmigo, pero sí necesitas hablar con alguien.

Ella: no recuerdo haber hecho cita con ningún psicólogo.

Ana: lo siento, sólo quería saber si podía ayudar.

Cuándo Ana estaba a punto de volver la mujer habló nuevamente: tú no puedes ayudarme, nadie puede ayudarme.

Ana: tal vez no pueda ayudarte pero hablar siempre es bueno, te ayudara a escucharte a ti misma y tal vez algún consejo de mi parte te sirva, aunque no tengo mucha experiencia en la vida podríamos buscar una solución juntas.

La chica después de meditar por unos segundos asintió y se levantó le hizo seña a Ana para que la siguiera, pasaron por un pequeño camino, Ana estaba un poco dudosa porque tenía miedo de meterse en problemas por estar cerca de los límites si pensaban que estaban intentando huir le podían disparar, ellas seguían caminando y Ana estaba a punto de parar ya estaban un poco lejos de la casa, cuándo Ana se detuvo para volver ella le señaló el lugar y dijo es ahí, Ana vió un gran árbol frondoso, sonrió, le pareció mágico aquel lugar ellas se sentaron bajo aquel espléndido árbol. Ninguna habló, ambas se dedicaron a ver el paisaje durante unos minutos, hasta que la mujer rompió el silencio...

Estoy cansada de ésta vida pero no sé cómo salir de ella.

Ana: entiendo perfectamente también quiero salir de aquí.

Ella: no, no entiendes. No es que no pueda salir de éste lugar, es que no puedo salir de la vida que hay dentro de él. Yo Puedo salir de aquí si así lo deseo, mi deuda está saldada con Dorothy desde hace mucho tiempo, pero no quiero volver a mi vida pasada, no quiero enfrentarme a lo que me espera allá afuera.

Ana cada vez entendía menos, ¿como era posible que alguien que tenía la libertad que ella deseaba no la aprovechava?

Ella: dijiste que estabas dispuesta a escucharme así que te contaré absolutamente todo.