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Flashback.

Años atrás, Maite y su hermana Carolina vivían en el mismo orfanato, ellas sabían que eran hermanas, por qué sus padres murieron en un incendio, Carolina tenía 10 años y Maite siete en ese entonces. Las dos llegaron al mismo lugar y Carolina siempre cuidó de Maite. Un día Maite escuchó que la querían adoptar, ella no se quería separar de su hermana y se lo contó. Ambas decidieron que lo mejor era escapar. Carolina buscó a un amigo mayor que conoció en el orfanato y le pidió ayuda, el les dió un lugar para vivir, y también un poco de dinero. Pero no sería suficiente, Caro decidió buscar un trabajo, pero por no ser mayor de edad en todos lados se lo negaban. Ella de nuevo le pidió ayuda a su amigo para sacar una identificación falsa, tenía que ponerse al menos tres años más.

Su amigo la ayudó y así Caro consiguió trabajo en un bar, a Maite no le gustaba nada que su hermana trabajará en ese lugar, pero necesitaban dinero, y ahí su hermana ganaba muy bien, además las personas dejaban buenas propinas.

Dos años después Caro seguía trabajando en el bar, en uno de esos días conoció a David, el chico más guapo que había visto en toda su vida. Maite notó que su hermana tenía un cambió en su rostro, le pregunto si había pasado algo bueno, Caro le contó sin mucha emoción que había conocido a un muchacho muy guapo, que la invitó a salir. Pero que no pensaba aceptar. Maite preguntó por qué. A lo que Caro respondió que el se veía cómo un hombre rico, y que sabía bien que uno de esos jamás se fijaría en ella.

— Seguro que le gustaste mucho, por algo te invitó a ti.

— No se. En serio me gustó, pero yo ahora no puedo tener novio, tengo una hermanita que debo cuidar. — Dijo Caro con una sonrisa.

— Por mi no te detengas. Si ese muchacho te gustó sal con el. Yo creó que te conviene. Si es rico te sacará de trabajar. — Bromeó Maite. Aunque a su hermana esa broma no le hizo gracia.

— No hables así. No es lo que yo te enseño.

— Lo sé. Pero lo dijo por tu bien. No me gusta que siempre llegues tarde.

— A mi tampoco me gusta. Pero gano bien. Y quiero ahorrar para nuestro futuro.

— Si sales con el. Ya no tendrás necesidad de ahorrar.

— ¿Maite que te acabó de decir? — Reprocho ella con su mirada.

— Lo siento.

— Mira hermanita. — Caro le agarro un cachete. — Debes salir con alguien por lo que hay en su corazón, no por lo que tiene en su cartera. ¿Te ha quedado claro?

— Si. Muy claro.

— Muy bien. Vete a dormir. Mañana es tu primer día de clases.

— Está bien. Hasta mañana.

Días después Carolina se encontró con David de nuevo, el le pidió una cita, Caro lo penso mucho, y aunque lo vió de todos los ángulos, el seguía siendo un hombre rico, y ella una simple mesera de un bar.

— Me siento halagada con su invitación. Pero no puedo aceptar. Lo lamento.

— Por favor Andrea. ¿No te gusto? — Ella no le quería mentir. Ese ni siquiera era su nombre, pero todavía le faltaba un año para ser mayor de edad, no podía contarle o podría delatarla con su jefe.

— Le mentiría si dijera que no.

— ¿Y por qué...?

— Yo tengo un horario muy ocupado.

— Me puedo ajustar a ti.

— No gracias. En serio no pierda su tiempo.

David insistió por semanas, hasta que logró que ella le aceptará una cita.

David la llevo a un restaurante muy bueno, dónde ella incluso conoció a una celebridad que admiraba mucho, se tomó una foto con ella, y regresó a su departamentos muy emocionada, le contó a su hermana sobre la cita y lo bien que la había pasado. Maite le pregunto cómo se llamaba, el hombre que la tenía hipnotizada. Carolina respondió que tenía nombre de galán de novelas.

— Ya se. Se llama Alejandro.

— No.

— Juan.

— No.

— Patricio.

— No.

— Me doy. Dime ya como se llama. — Suplicó Maite con curiosidad.

— Se llama Alonso.

— ¿Alonso?

— Si. Alonso.

— ¿Y cuándo me lo vas a presentar?

— Todavía no es mi novio. No puedo decirle que quiero presentarle a mi hermanita. Sería muy raro.

— Está bien. Pero cuándo sea tu novio tienes que presentarme con el. Quiero saber si es tan lindo cómo dices.

— Okay.

...

Unos meses después de empezar a salir, Carolina y David se volvieron novios, aunque ninguno se decía cual era su verdadero nombre. Carolina estaba muy feliz, pero temía que cuando el se enterará de que le mintió tuvieran problemas. Ya faltaban sólo seis meses para ser mayor de edad. Se lo diría entonces.

Los meses pasaron y un buen día ella le dijo que lo quería presentar a su familia, Seguro que Maite estaría muy feliz al conocerlo. David imagino que con familia se refería a padres y hermanos, el en ese momento no estaba enamorado de ella, y mucho menos quería algo serio, así que puso muchos pretextos para evitarlo. Después de escuchar sus excusas, ella recordó que todavía faltaban dos meses para su cumpleaños. Y que ese día le diría su verdadero nombre. Si lo presentaba antes Maite podría meter la pata y se crearía un gran malentendido.

Los días seguían pasando, Caro se sentía cada vez más enamorada de David, y el se empezaba a enamorar de ella. El no quería que ese sentimiento se hiciera más grande, así que le propuso irse con el a un viaje de fin de semana. La haría suya y después no la volvería a ver. Sin embargo, Carolina no aceptó viajar. Ella tenía que cuidar de Maite. No la podía dejar sola dos días.

David trato de hacerse el comprensivo, aunque en realidad estaba desesperado por hacerla suya. Tenía que terminar con ese juego de una buena vez.

Para alejarse del mal rato que pasó, por la negativa se fue a tomar. Su amigo Hugo lo encontró y se pusieron a conversar.

— ¿Qué pasó hermano? ¿Ya te la tiraste?

— Todavía no. Ella no es cómo las zorras a las que he conocido.

— No. No. Y no. Ésto no puede ser. — Hugo mostró preocupación.

— ¿Qué no puede ser?

— Te enamoraste de ella.

— No seas ridículo.

— Tú no seas imbécil. La meserita era una apuesta nada más. ¿Cómo te pusiste enamorar de ella?

— Te digo que no estoy enamorado.