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CECIL EL FINAL DE LA VILLANA

CECIL EL FINAL DE LA VILLANA

Status: Terminada
Genre:Completas / Traiciones y engaños / Secuestro y encarcelamiento
Popularitas:14.4k
Nilai: 5
nombre de autor: CINTHIA VANESSA BARROS

Cecil Moreau estaba destinada a una vida de privilegios. Criada en una familia acomodada, con una belleza que giraba cabezas y un carácter tan afilado como su inteligencia, siempre obtuvo lo que quería. Pero la perfección era una máscara que ocultaba un corazón vulnerable y sediento de amor. Su vida dio un vuelco la noche en que descubrió que el hombre al que había entregado su alma, no solo la había traicionado, sino que lo había hecho con la mujer que ella consideraba su amiga.

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CAPITULLO 12

Capítulo 12.

Mientras Cecil continuaba con la investigación sobre la vida actual de Edwards y Clara, el ambiente en el apartamento de los Harper estaba lejos de ser tranquilo. Esa tarde, Clara había regresado furiosa, lanzando su bolso sobre el sofá con un gesto lleno de frustración.

—¡Esto es inaceptable, Edwards! —gritó, su voz resonando en el pequeño espacio. —Pasé la mayor vergüenza de mi vida hoy. Mi tarjeta de crédito fue rechazada frente a todos. ¿Cómo crees que me sentí? Edwards, quien estaba sentado en una silla con los hombros caídos, soltó un largo suspiro. Él también sentía el peso del fracaso, pero no tenía energía para discutir.

—Clara, ¿crees que no estoy haciendo todo lo posible? ¡Estoy tratando de salvar esta situación!

—¡Eso no es suficiente! —respondía ella, cruzando los brazos—. Mi familia nos ha cortado los ingresos, tus padres no tienen ni un centavo, y ahora resulta que ni siquiera podemos pagar una cena. Edwards, ¡haz algo ya!

—¿Y qué quieres que haga? —gritó él, golpeando la mesa con el puño. —¿Que saque dinero de la nada?

En ese momento, el teléfono de Edwards sonó. Era su madre.

—Edwards, necesitas actuar rápido —dijo ella sin rodeos—. Si no consigues que Cecil nos ayude, vamos a perder la mansión. Es lo único de valor que nos queda.

Edwards cerró los ojos con frustración. La presión era insoportable, y Clara no paraba de hablar en el fondo, exigiendo soluciones.

—No puedo más con esto —murmuró, agarrando su chaqueta y saliendo del apartamento.

 El bar que visitó esa noche estaba lleno de ruido, humo y gente buscando olvidar sus problemas. Edwards pidió un whisky doble y se sentó en la barra, tratando de encontrar claridad en medio de su caótica mente. Fue entonces cuando una mujer mayor, elegante y segura de sí misma, se acercó a él.

—¿Problemas? —preguntó ella, con una sonrisa enigmática.

Edwards asintió, incapaz de resistirse al carisma de la mujer. Ella lo invitó a hablar, y tras varias copas, la conversación se tornó más personal. La mujer, que se presentó como Vivian, no tardó en seducirlo. Lo llevó al baño del bar, donde la pasión y el deseo se impusieron a cualquier sentido de moralidad que Edwards pudiera tener.

Al final del encuentro, Vivian le entregó un fajo de billetes y una tarjeta con su número.

—Llámame si necesitas algo más, querido —le dijo con una sonrisa traviesa antes de salir del bar.

Edwards miró el dinero con una mezcla de alivio y humillación. Durante toda su vida, él había sido el hombre que usaba su encanto para manipular a los demás, pero ahora se encontraba del otro lado. Sin embargo, la necesidad superó su orgullo. Guardó el dinero en su bolsillo y decidió que llamaría a Vivian si era necesario. Después de todo, estaba dispuesto a hacer lo que fuera para salir del agujero en el que se encontraba.

Una semana después de su encuentro con la mujer del bar, Edwards parecía haber encontrado un respiro temporal para los problemas que acosaban a su familia. La relación que inició con aquella mujer mayor y adinerada le permitió cubrir los gastos inmediatos, lo que alivió momentáneamente la presión en su hogar. Clara, consciente de lo que Edwards hacía, no se opuso; el dinero era su prioridad, y mientras llegara, estaba dispuesta a ignorar la situación. Para ella, la comodidad que proveía aquel dinero superaba cualquier orgullo o descontento.

Sin embargo, para Edwards, esa relación era una humillación constante. Él, que siempre se había sentido en control, ahora dependía de los caprichos de esa mujer, quien lo llamaba a su antojo para encuentros. Aunque el dinero fluía, no era suficiente para satisfacer sus expectativas de vida. Cada vez que recibía una transferencia o un sobre lleno de billetes, un profundo resentimiento lo invadía. No estaba acostumbrado a vivir bajo condiciones tan degradantes, y su orgullo herido comenzaba a manifestarse de maneras inesperadas.

Un día, después de recibir una llamada insistente de su madre, Edwards sintió que la cuerda se tensaba aún más. Ella le reprochó no haber avanzado en su "misión" de reconectar con Cecil. "Si no lo logras pronto, perderemos la mansión", le dijo, recordándole lo precaria que era su situación. Esa llamada fue el empujón final para tomar una decisión.

Edwards decidió volver a buscar a Cecil, convencido de que aún podía manipularla para obtener lo que necesitaba. Su plan era presentarse directamente en la empresa, seguro de que su encanto todavía surtiría efecto. Sin embargo, al llegar a la recepción, su intento fue frustrado de inmediato. Esta vez, los guardias de seguridad tenían órdenes estrictas de no permitirle el ingreso. A pesar de sus intentos por persuadirlos y de insistir en que tenía una cita, no logró pasar.

Mientras tanto, en su oficina, Cecil recibía un informe detallado sobre los movimientos recientes de Edwards y Clara. Su jefe de seguridad le había entregado un expediente que contenía información preocupante: desde el declive financiero de las familias Harper y Reynolds hasta las actividades de Edwards con su nueva benefactora. Aunque la noticia de que Edwards estaba involucrado con otra mujer le sorprendió, no fue por celos o nostalgia, sino por el nivel al que él estaba dispuesto a llegar para mantenerse a flote.

Cecil cerró el expediente y respiró hondo. "No voy a dejar que este hombre vuelva a aprovecharse de mí", se dijo a sí misma. Las emociones eran una mezcla de indignación y determinación. Ella ya no era la mujer ingenua que él conoció; esta vez, Edwards tendría que enfrentarse a una versión de Cecil que él jamás había imaginado.

1
Martha Patricia Henry Anaya
es cierto que la gente puede cambiar pero se está pasando de confiada
Blanca Ramirez
excelente historia
Teresita Milano
Excelente
Anonymus
Cinismo y egoísmo en su máxima expresión 😡
Evelyn Osorio Ramirez
Excelente
Edy
Felicidades aurora a mi me encantó, estubo muy bonita, excelente trama y más que nada la reflexión... Aprende, vive, respeta y continúa ❤️
Ophelia Palafox
y que pasó después??? 😬😬😬😬😬😬
Edy
🙊
Edy
❤️❤️❤️❤️ gracias autora
Edy
pública lo que falta autora porfa, no nos dejes con la intriga, está súper interesante🥺❤️
Edy
🥺su capacidad de perdón es sorprendente
Elizabeth Yesenia Rojas
Excelente
Andrea G
la trama es interésante y un poco diferentes a como suelen ser las novelas de venganza que empieza contando el pasado de la protagonista
Andrea G
Se ve interesante la historia y el prolongo es un atrapante /Smile/
Juana Paz Cabrera
Excelente
America Guzman
atrapada con esta novela /Drool//Drool//Drool//Drool//Drool/
Booteliel Marian: gracias por leer, 😊
total 1 replies
Ophelia Palafox
me encanta tu historia, /Drool//Drool//Drool//Drool//Drool//Drool//Drool/
Booteliel Marian: gracias por sus comentarios 😊
total 1 replies
Ophelia Palafox
esta capítulo me encantó, sobre todo la frase de la tía matilde, "no se necesita el permiso de nadie para ser feliz "
Ophelia Palafox
ohh!! ¿cual será esa historia de los tres?
Ophelia Palafox
muy buena, me gusta mucho como vas desarrollando la historia
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