¿Qué tiene de malo ser pobre?
Yo solo quería trabajar y llevar una vida en paz lejos de mis hermanos.
Alejandro un CEO egocéntrico que me convierte en su protegida.
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Noche de Luces y juegos artificiales
—Ponte esta ropa.
— No quiero. Es en serio que te gusta que me vista a tu gusto y antojo.
— Firmaremos y este es el traje formal acá en Japón. No quiero que arruines la firma solo porque no quieres vestir un kimono.
— Está bien joven Alejandro.
— Puedes decirme Ale o Alejandro o Mi amor. No seas tan formal conmigo.
— Alejandro cuando estemos solos y joven Alejandro cuando estemos en la empresa. No quiero que tus enamoradas me maten cuando vean que te llamo por tu nombre de pila sin ningún honorífico.
Me puse el kimono japonés, creo que mal puesto.
— Te ayudo. No puedo creer que no te puedas poner un simple kimono— Sacó unas mechas de mi cabello— lista.
Me quedó viendo, cerró los ojos y llevó su mano a su cara colorada, como queriendo esconder el color de sus mejillas.
— Maldita sea, eres una monada. Tengo ganas de... Nada. Sal para que pueda vestirme.
~Alejandro ~
No puedo creer que está chica me produce un desorden en mis hormonas. La contraté solo para poder enamorarla aunque ella diga que solo la molesto. Pero ha calado mis pensamientos desde el instante que la vi.
~Megan~
Alejandro salió de la suite con un traje formal.
— Y tú porque no llevas kimono, yukata o como sea que esto se llame— le reclamé.
— Eres jodidamente hermosa— dije.
— Me voy a cambiar.
— Megan estamos en horas de trabajo. Ese es tu uniforme y no se dice más del asunto.
Bajamos al restaurante del hotel. Quedé con la boca abierta. Era tan lujoso, ya nada me sorprende con este hombre.
Se firmó la compra. Lo que Alejandro estaba comprando era ese lujoso hotel.
Unas chicas bien hermosas se le acercaron a coquetearle. Era evidente que querían ligarselo. Miré hacia otro lado. Sentía que me disgustaba.
— Gracias por su bien gusto. Pero no quiero que mi novia se moleste.
Las chicas se retiraron.
— No hay problema por las dos chicas. Además deja de decir que somos novios cuando solo soy una empleada más de tu compañía.
— Si, pero no quiero que nadie me moleste. Iremos a dar una vuelta. Habrá juegos artificiales.
— Iremos a pie— le dijo al chofer— solo que nos acompañen dos guardaespaldas.
— ¿Por qué siempre andas guardaespaldas?
— Soy uno de los hombres más poderosos y más de alguno quiere matarme. Por envidia o por que le he quitado lo que tanto querían.
Caminamos y llegamos a un parque de feria, eso es lo que parecía. Habían puesto de comidas, tiros. Había tanta gente en ese sitio. Alejandro tomó mi mano.
— Aquí para no separarnos, tendremos que andar así— subió sus hombros como diciendo ni modo.
— Además te aprovechas de cada situación, verdad.
Subimos cerca de un parquecito. Había bancas. El lugar estaba a oscuras prácticamente. Solo una farolito adornaba el sitio con una luz atenuante naranja. Comenzaron los juegos artificiales, era bellísimo y mágico. Estar aquí con un hombre guapo, en un lugar que nunca pensé en viajar, vestida de kimono. Mi corazón se sentía encantada, era como si tanto sufrimiento que había vivido, nunca pasó.
Alejandro me abrazó por la espalda y susurró en mi oído.
— He venido tantas veces aquí y hasta hoy encuentro este lugar hermoso.
— No me abraces así.
— Solo quédate quieta por un minutos. Solo dame eso, un minuto.
Me quedé quieta por un momento. Sintiendo el calor de su pecho. Sintiendo su respiración. No sabía que me estaba pasando pero creo que este hombre me tiene en sus manos. Nunca me había enamorado, ni siquiera pensaba en el amor porque no tenía tiempo para eso. Pero él ha pasado la barrera protectora.