Scarlett Donovan es la joven típica que siente que debe ser perfecta, siempre guardando la etiqueta y comportándose a la altura de las expectativas. Su prometido Gianluca Vitale, hijo de una familia influyente en la sociedad Pero que se ve opacado por el desempeño de su tío Massimo. Pero la vida de Scarlett cambiará de un momento a otro cuando descubra el engaño de su prometido y mejor amiga, lo cual la terminara devastando, Pero también la despertara de ese sueño donde la vida es perfecta y la llevará a la vida real. ¿Que hará Scarlett para vengarse? Massimo también ha sufrido una decepción amorosa y odia a las mujeres debido a esto. ¿Que pasará?
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Capitulo 21
La música suave y los murmullos de la élite de Milán llenaban el salón, creando un ambiente de lujo y sofisticación. Los camareros se movían discretamente entre los invitados, ofreciendo copas de champán y vino, mientras las risas y las conversaciones fluían sin interrupciones. El lugar estaba lleno de figuras importantes, hombres y mujeres que controlaban no solo Milán, sino gran parte del mundo financiero y social.
Me encontraba junto a una de las grandes ventanas que daban al jardín exterior, disfrutando de una copa de vino tinto, observando cómo las luces del salón se reflejaban en el cristal. Estaba aislada de la familia Vitale, tal como lo había planeado, permitiéndome disfrutar de la velada sin su asfixiante presencia. Desde mi posición privilegiada, podía ver a Deborah y a la abuela de Gianluca murmurando entre ellas, claramente perturbadas por mi llegada y el vestido que llevaba puesto. No podía evitar una pequeña sonrisa de satisfacción al verlas así, tan impotentes, intentando descifrar cómo había llegado a tener algo tan exclusivo y caro.
El ambiente se sentía pesado, cargado de tensiones invisibles que solo algunos notaban. Pero no me preocupaba. Esta noche era mía, y no permitiría que los Vitale, con todas sus intrigas y manipulaciones, me la arruinaran.
Desde el otro lado del salón, noté a Gianluca. Estaba de pie, rodeado de un grupo de hombres que intentaban atraer su atención, pero él no parecía escucharlos. Sus ojos estaban fijos en mí, su mirada intensa y hambrienta, como si no pudiera apartarla. Ignoré deliberadamente su presencia, concentrándome en el sabor del vino que acariciaba mi paladar y en la suavidad del vestido contra mi piel. Sabía que lo estaba volviendo loco al no darle la más mínima atención, y eso solo añadía un toque de placer a mi velada.
Cada vez que dejaba que mis ojos vagaran por la sala, los encontraba de nuevo con los de Gianluca, quien parecía incapaz de disimular su asombro y confusión. Observaba cada uno de mis movimientos, desde la manera en que levantaba la copa de vino hasta la forma en que mi vestido se ceñía a mis caderas mientras me movía. Podía sentir su desesperación por entender lo que había cambiado, por descubrir cómo había pasado de ser la mujer sumisa que conoció a esta versión de mí, que no se dejaba intimidar ni controlar.
Decidí que era hora de poner a prueba su paciencia. Me giré hacia la multitud, iniciando una conversación ligera con un hombre de negocios mayor que me había reconocido de alguna otra fiesta, ignorando por completo la presencia de Gianluca. Reí, disfrutando del poder que tenía sobre él sin siquiera dirigirle la palabra.
Pero no tardó mucho en hacer su movimiento. Lo vi acercarse lentamente, sus ojos clavados en mí como un depredador que acecha a su presa. Cuando finalmente estuvo lo suficientemente cerca, hizo un gesto de cortesía al hombre con el que estaba hablando, interrumpiendo nuestra conversación con una frialdad educada.
—Scarlett —dijo, su voz baja y controlada, pero con un filo de acero—. Necesito hablar contigo.
Lo miré, fingiendo sorpresa ante su repentina interrupción, aunque sabía perfectamente lo que estaba haciendo. Le ofrecí una sonrisa, una que no alcanzó mis ojos.
—¿Sí? —respondí con indiferencia, tomando otro sorbo de vino. —No veo qué podría ser tan urgente, Gianluca. Estoy disfrutando de la noche.
Gianluca apretó los labios, claramente frustrado por mi falta de interés. Se acercó un poco más, invadiendo mi espacio personal, como si eso fuera suficiente para intimidarme.
—Quiero una explicación, Scarlett —dijo en voz baja, sus ojos ardiendo de una mezcla de furia y deseo—. Ese vestido... ¿por qué lo llevas puesto? Sabes tan bien como yo que solo hay una persona que pudo habértelo dado. Massimo. ¿Qué demonios estás haciendo con uno de los regalos de mi tío?
Mantuve mi compostura, inclinando la cabeza ligeramente mientras lo miraba directamente a los ojos. No era el momento de mostrar debilidad ni de explicar mis decisiones a un hombre que había perdido todo derecho a pedirme explicaciones.
—No te debo ninguna explicación, Gianluca —respondí con una calma que enmascaraba mi desprecio—. Lo que hago, con quién me relaciono y qué llevo puesto no es asunto tuyo. Ahora, si no te importa, prefiero disfrutar de mi noche sin más interrupciones.
La tensión entre nosotros se hizo palpable. Gianluca me miró fijamente, sus ojos oscuros llenos de una mezcla de confusión y frustración. Pero no era el tipo de hombre que aceptaba un no por respuesta, y mucho menos de alguien a quien creía tener bajo control. Sus dedos se cerraron alrededor de mi brazo con una fuerza innecesaria, tirando de mí con brusquedad.
—No he terminado, Scarlett —gruñó, acercando su rostro al mío—. No puedes simplemente aparecer aquí, vestida así, y esperar que no pregunte qué está pasando. Ahora dime la verdad, ¿qué estás haciendo con Massimo?
Sentí la presión de su mano en mi brazo, pero no me dejé intimidar. Con un movimiento rápido y preciso, giré mi brazo, liberándome de su agarre y torciendo su muñeca en una llave que lo obligó a inclinarse de dolor. Me acerqué a él, asegurándome de que solo él pudiera escucharme mientras apretaba con firmeza su mano.
—Escúchame bien, Gianluca —dije con voz baja pero cargada de veneno—. No soy la misma mujer que conociste. Si crees que puedes controlarme o intimidarme, estás muy equivocado. Soy una mujer casada ahora, y merezco respeto. Así que, te aconsejo que me dejes en paz antes de que las cosas se pongan mucho más desagradables para ti.
Lo solté de golpe, observando cómo se enderezaba, masajeándose la muñeca con una expresión de sorpresa y dolor. Había algo en sus ojos que sugería que finalmente comenzaba a entender que ya no era la mujer débil que una vez creyó controlar.
Alrededor de nosotros, la gente en la fiesta continuaba con sus conversaciones y risas, ajena a la breve pero intensa confrontación que acababa de ocurrir. Para todos ellos, solo había sido un intercambio de palabras cortés, nada que mereciera más que una mirada curiosa de vez en cuando. Y eso era exactamente como lo quería. No necesitaba un escándalo público; lo que importaba era la lección que Gianluca acababa de aprender.
Con la cabeza alta, me alejé de él, dejando que el tintineo de mis tacones resonara en el salón. Sentía su mirada quemando mi espalda, pero no me giré para darle la satisfacción de otra confrontación. Ya no. Había cosas mucho más importantes en juego, y Gianluca Vitale ya no era más que una pieza desechable en mi tablero.
Con cada paso que daba, me sentía más empoderada, más segura de mí misma. Sabía que esta noche no había terminado, y que aún quedaba mucho por jugar. Pero por ahora, había dejado una huella en la familia Vitale, una que no olvidarían fácilmente.
El juego de poder había comenzado, y yo estaba más que lista para ganarlo.