EL SEXY GENIO Y EL MAFIOSO DE JUGUETE

Al día siguiente, el sol entro por la ventana. Al parecer el nuevo día había acabado con la incesante lluvia.

Luna al moverse emitió un pequeño gemido de dolor, su cuerpo estaba totalmente devastado. Ella con algo de esfuerzo abrió los ojos y se sorprendió al verse sola acostada en el piso.

Ella levantó su cabeza y fijó su mirada al sexy hombre que estaba en la cocina. Dimitri zarandeaba una canción, mientras servía el desayuno.

—¡Quiero el postre primero y después el desayuno! —le gritó Luna y Dimitri se volteó hacia ella.

—Ja, ja, ja. Pues no. Señorita, primero desayune para que recupere fuerzas y después te daré todo el postre que quieras.

—Ja, ja, ja —Luna se rio un poco avergonzada, pero estaba feliz.

Dimitri se acercó a ella con una bandeja en las manos.

—Un desayuno especial, para una reina.

Luna le sonrió y se sentó cubriéndose con el cobertor.

Dimitri se sentó junto a ella y comenzaron a desayunar juntos.

Después de terminar el último bocado, Dimitri levantó a Luna en brazos y la llevó al jacuzzi. El agua tibia relajo los músculos de Luna y Dimitri no dudó en acompañarla.

Ellos se amaron una vez más y después salieron juntos para volver a entregarse al placer en la comodidad de la cama.

Ellos terminaron de amarse y nuevamente entraron al baño. Luna se sorprendió al salir del baño y escuchar el ruido de un motor, alejarse, ella caminó hacia la habitación y vio sobre la cama un cambio de ropa de mujer. Entonces se giró para ver el rostro de Dimitri.

Este levantó sus manos en señal de rendición y le mostró una sonrisa seductora a Luna.

—No me veas así, cuando cesó la lluvia, llegó la señal.

Luna le lanzó una almohada y ambos comenzaron a reír.

Una hora después, la hermosa pareja se subía a una camioneta 4x4 que fue dejada en la puerta de la cabaña.

Dimitri observaba de reojo a Luna, ella tenía su cabello húmedo y su rostro estaba sin una gota de maquillaje, pero sus ojos brillaban como dos luceros y hacía que la imagen fuera perfecta para él.

Luna, por su parte, se sentía feliz. Pero un rastro de nostalgia se alojó en su pecho, ella sabía que este vehículo se dirigía justo a su separación.

—¿A dónde te llevo? —le preguntó Dimitri con la voz entrecortada.

Luna tomó una gran bocanada de aire y la exhaló poco a poco.

—Al aeropuerto.

Dimitri frenó el auto y la miró al rostro.

—¿Al aeropuerto? —le preguntó nervioso, esperando que ella se burlara de él y le dijera que era una broma.

Pero Luna se acercó a él, le dio un casto beso en los labios, antes de regresar a su puesto.

—Si Dimi, no quiero ver a nadie de mi familia. No quiero dar explicaciones, ni recibir palabras de consuelo, cuando estoy muy feliz.

—¿Feliz de dejarme? —le preguntó Dimitri, haciendo un tierno puchero.

Luna soltó una pequeña risa y negó con la cabeza, antes de responderle.

—Siiii, voy a disfrutar de unas largas vacaciones, sin tener que mirar por encima de mi hombro, porque ahora sé que no estarás al acecho. Pero no te niego que te voy a extrañar.

Dimitri sonrió y atrajo a Luna, había él para besarla.

—Te voy a extrañar mucho, loquita.

—Y yo a ti. Espero volver a verte algún día.

Dimitri sintió un vacío en su corazón y piso el acelerador hasta el fondo.

Algunos minutos después, la camioneta de Dimitri se estacionó en el aeropuerto. Él se bajó y corrió hacia la puerta de Luna para ayudarla a bajar.

—Muchas gracias, caballero. —le susurró Luna, mientras tomaba la mano de su amado.

Dimitri la atrajo hacia él y atrapó sus labios.

—Te amo, te amo —le susurró Dimitri al oído.

Luna se aferró al fornido cuerpo de su mafioso de juguete y algunas lágrimas escaparon de sus ojos.

—Te voy a extrañar mucho.

Dimitri la besó en los labios.

—Yo también. ¿A dónde vas? —le preguntó Dimitri, mirándola a los ojos.

—Aún no lo sé, creo que comenzaré por París, mi padre me había regalado una semana de Luna de miel en ese lugar y quiero disfrutarla.

Dimitri se cruzó de brazos y frunció el ceño.

—Luna de miel, ¿Sola?

Luna sonrió muy divertida y lo besó en las mejillas.

—No seas tóxico, ni posesivo, amor. Te amo, adiós Dimitri y pórtate bien.

—¡Luuuna! —le dijo Dimitri con un tono amenazante.

Pero Luna ignoró su advertencia y solo se alejó de él haciéndole señas de adiós con la mano y lanzándole besos.

Dimitri solo le correspondió los besos y al verla cruzar la puerta de abordaje, regreso a su camioneta.

Dimitri condujo directamente hacia su oficina. Necesitaba ocupar su mente en otra cosa o iría detrás de su Luna.

Él entró al lujoso edificio y subió a su oficina. Dimitri frunció el ceño al ver a su secretaria sentada trabajando.

Él se acercó hasta ella y puso con fuerzas ambas manos en su escritorio.

La mujer al verla se asustó e intentó tomar su celular. Pero Dimitri fue

más rápido que ella y se lo arrebató.

—No, muñeca. No está vez.

La mujer palideció, mientras Dimitri levantó el teléfono interno.

—Manden la seguridad a mi oficina.

La mujer comenzó a recoger sus cosas ante la mirada fulminante de su jefe.

—Señor Dimitri. Por favor, yo pensé que usted reflexionaría, cuando estuviese más tranquilo.

Dimitri soltó una carcajada y se cruzó de brazos frente a la nerviosa mujer.

—No, tú pensaste que mi sobrino iba a convencerme de que te dejara, pero para tu desgracia, yo no he visto a mi sobrino. Así que sigues despedida y te voy a decir algo. Si te veo rondando a mi sobrino, te regalaré esto —Dimitri se sacó una bala del bolsillo y la puso en el escritorio de la mujer.

La mujer comenzó a sudar, ella observaba hacia el ascensor con la esperanza de que su salvador llegara, pero Dimitri leyó sus pensamientos.

—Se-ñor, se-ñor Dimitri.

—Ningún señor Dimitri, estás advertida. Aléjate de mi sobrino o te vas a arrepentir. Ahora lárgate.