Diana es una chica muda, que es obligada por su tío a casarse con un hombre muy poderoso, qué le va ayudar a salvar su empresas de la ruina... Al poco tiempo de casados Edwin termina por enamorarse de Diana, aunque la chica no puede hablar, se da cuenta de que es diferente al resto de las otra mujeres, Diana es dulce, amorosa, y respetuosa con los ancianos. Sin embargo, descubre que le queda muy poco tiempo de vida y prefiere alejarla por su bien.
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Invitado
Edwin bajó del auto, caminando lentamente a la entrada principal de la mansión Lu. Antes de que Edwin llamara a la puerta, se abrió por dentro.
Un hombre de más de cuarenta años, con esmoquin, y extremadamente bien presentable. Estaba delante de Edwin, era el mayordomo de Carlos.
El hombre ya sabía quién era Edwin, así que inclinó la cabeza para saludar a Edwin con mucho respecto...
___ Buenas noches, joven Shop...
___ Buenas noches. ___ Contestó Edwin.
___ El señor Lu, ya lo está esperando. Por favor acompáñeme. ___ El mayordomo caminó delante de Edwin para guiarlo hasta el despacho de Carlos Lu...
Mientras Edwin caminaba, podía darse cuenta de lo sola que era esa mansión. Bien dice, que aunque la jaula sea de Oro, no deja de ser una prisión. Y eso era esa lujosa y grande mansión para el viejo Carlos.
Había sacrificado tanto para tener un gran patrimonio, sin embargo, ahora en su adultez no tenía a nadie con quien compartirlo.
Los dos llegaron a la puerta del despacho, esperaron unos segundos hasta que se escuchó la voz de Carlos Lu desde adentro del despacho.
____ ¡Adelante!...
El mayordomo abrí la puerta sin hacer ningún ruido. Luego caminó hasta el interior del despacho con mucho cuidado, ya que todas las luces se encontraban a pagadas.
Solo la luz de la luna que entraba a través de la ventana, podía dejar ver una sombra detrás de lujoso escritorio de cristal. El anciano tenía un puro en sus labios, el olor a licor, también estaba presente.
Por unos segundos, Carlos observó a Edwin a través de la oscuridad. Edwin tenía una apariencia fría, carácter fuerte y dominante, se podía sentir. Eso le agradaba demasiado a Carlos.
___ Acérquese, Joven Shop... ___ La voz fría y cansada de Carlos, se escuchó por cada rincón del despacho.
Edwin caminó sin importar lo oscura que estaba la habitación. Al llegar a la silla delante de Carlos, Edwin la recorrió, tomando asiento.
___ Puedes retirarle, y encender las luces... ___ Carlos le ordenó a su mayordomo.
A los pocos segundos, las luces del despacho se encendieron iluminando cada rincón de ese lugar.
Edwin se sintió mucho mejor, ya que no le ha agradado demasiado hablar con alguien en la oscuridad.
___ Habla muy bien de usted, por haber aceptado esta cambió de lugar a última hora... ___ Comenzó a decir Carlos.
___ No importa el lugar, cualquier sitio es perfecto para hacer negocios. __ Contestó Edwin.
___ Entonces hablemos de negocios... __ Respondió Carlos sin quitarle la mirada de encima a Edwin.
Por mucho tiempo, los dos hombres hablaron negocios hasta llegar a un acuerdo que les convino a los dos...
Al ser más de las dos de la madrugada, Edwin salió del despacho. Sin embargo; Carlos dijo algo, dejando a Edwin sorprendido.
___ Joven Shop, es mejor que se quede esta noche en la mansión Lu... Ya que no son muy seguros los caminos por aquí...
___ Agradezco su ofrecimiento, sin embargo, no pudo causar molestias. __ Edwin no sabía qué era, pero, había algo que le gritaba irse de ahí.
___ Creo que no me estoy dando entender…
___ Usted será mi invitado, por una semana. Nunca he escuchado alguien negarse a mi ofrecimiento... ___ Aclaro el anciano, con una amenaza oculta.
A Edwin no le quedó de otra, que aceptar el ofrecimiento de Carlos. Ambos estaba por hacer negociaciones muy importantes, y para eso tenía que quedarse una semana en ese país.
____ Ok, pero mi secretario también se va a quedar conmigo. Ya que tenemos muchas cosas en que trabajar.
___ Por mí no hay problema, lo que sobran en esta mansión, son habitaciones... ___ Contestó el anciano satisfecho con haber logrado que Edwin aceptara quedarse ahí.
___ ¡Mario!.
___ ¡Mario!... __ A la segunda llamada de Carlos, el mayordomo se hizo presente.
___ Sí, dígame, señor.
____ Lleva al joven Shop, y a su secretario a una de las habitaciones. Serán nuestros huéspedes por una semana. ___ Ordenó Carlos.
___ Vengan conmigo, los llevaré a sus habitaciones... ___ Edwin fue el primero en seguir al mayordomo, detrás de él iba Teo, que no dejaba de temblar de miedo. Esa mansión era tan extraña, que le causaba de escalofríos por todo su cuerpo.
Al llegar a las habitaciones, el mayordomo se detuvo frente a la primera. Era la habitación que Teo iba a ocupar.
___ Esta es su habitación. Me imagino que ya debe estar muy cansado... ___ Mencionó el mayordomo abriendo la puerta.
Teo, solamente, sonrió tenso. Porque no sabía qué decir, su cuerpo no dejaba de temblar.
___ ¿No me puedo quedar en otra habitación?... ___ Teo preguntó con algo de duda, porque que deseaba quedar en la misma habitación que la Edwin.
___ ¿Hay algo mal en esta habitación?...
___ Si lo prefiere puedo darle la habitación al fondo del pasillo... ___ Teo desvió la mirada a la última habitación, era mucho más tenebrosa que esa.
___ ¡NO!...
___ No, esta habitación está perfecta. __ Rápidamente, contestó Teo.
___ Si no hay nada más en que le pueda ayudar. Llevaré al joven Shop, a su habitación. ___ Dijo el mayordomo.
Edwin se mantuvo callado, solo observaba silenciosamente cada cosa que estaba sucediendo.
Edwin fue llevado hasta la última habitación. Se percató de que la habitación a su lado estaba cerrada con candado. Era demasiado extraño, pero, no hizo ni una sola pregunta...
___ Esta es su habitación, Joven Shop… Espero que pueda descansar...
El mayordomo abrió la puerta, para que Edwin pudiera pasar a su habitación.
___ Gracias, puede retirarse. ___ Mencionó Edwin. El mayordomo se dio la vuelta alejándose de la habitación.
El chico, de inmediato, encendió las luces, para ver un poco mejor el interior de su habitación. Edwin quedó impactado al ver lo hermosa que es la habitación por dentro.
Era muy diferente al resto de la mansión, Edwin se sintió mucho más cómodo. Se quitó la corbata, desabrocho los botones de su camisa, y se quitó el saco. Para luego, caminar al baño, necesitaba darse un baño, y quitarse de encima un poco del estrés que había acumulado durante todo el día.
Al entrar al baño, Edwin preparó la bañera. Terminó de quitarse cada prenda de su cuerpo, y se metió en la tina, cerrado sus ojos y recordando las fotos que su abuela le envió de Diana.
Empezó tu infiero!!!