Fui obligada a casarme con el CEO enmascarado y discapacitado por culpa de mi padre, quien en una apuesta me perdió.
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—17—
ELENA COEN
Llegué a la ciudad vecina. Con una maleta llena de dudas e incertidumbre. Caminé un poco, no conocía y debía buscar alojamiento antes de que cayera la noche. Y hay un dicho que dice que preguntando se llega a Roma. Y así fue, llegué a un lugar donde rentaban cuartos, no eran tan costosos, solo que eran muy pequeños, estaban completamente vacíos y siendo honesta, no estoy para ser quisquillosa.
Puse mi maleta a un lado. Me acosté en el piso que estaba limpio y me dormí ahí. No había de otra.
De ser una niña hija de un hombre con dinero pasé a ser una mujer que vive con lo mínimo. Todos los cambios duelen, mi proceso duele.
Al día siguiente me levanté temprano y empecé a buscar empleo. Tenía mi estómago vacío y gruñía como un oso. Tenía ganas de vomitar.
Y hasta como a las tres de la tarde, me contrataron en una librería, como despachadora. La paga era semanal. Tenía que soportar un poquito para comer algo decente.
Alguna vez soñé con ir a la universidad, estudiar algo que estuviera relacionado con los negocios.
La primera semana de trabajo terminó y recibí mi pago.
— Toma. Este es tu pago por tu trabajo— la dueña de la librería, Belén me extendió mi primer pago.
— Gracias doña Belén.
— Eres muy joven. Debería estudiar algo. No te quedes así.
— Tomaré en cuenta su opinión. Solo que por ahora necesito dinero para comer y pagar mi cuarto.
— Podrías ser modelo, eres una chica muy bonita.
— No creo. No me gustan las cámaras. Me voy. Regreso el lunes.
Salí de la librería. ¿Estudiar? ¿Ser modelo? Ahorita mi prioridad es otra y mis necesidades son otras. Lo primero que hice fue comprar una colchoneta.
Tres semanas más han pasado, últimamente me siento muy asquienta y sin apetito. Mis energías bajaron. Me costaba levantarme para ir al trabajo.
Un día de estos, la señora Belén hacía el pedido de comida de las tres personas que trabajamos en la librería. En cuanto ella abrió su almuerzo que era pescado frito, arroz y ensalada, fui directo al baño a vomitar, no soporté el olor. Sentía el estómago revuelto.
— ¿Estás enferma? — la señora Belén fue a darme palmaditas en la espalda.
— Siento el estómago revuelto. El olor a pescado es fuerte.
— ¿Estás embarazada?
— No. No puede ser eso. Vivo sola.
— Creo que debería ir al médico. Te doy la tarde para que vayas a verte. Soy una mujer adulta y he tenido dos hijos, así que eso me huele a embarazo.
Me quedé pensando eso que me dijo la señora Belén. Pasé por una farmacia comprando una prueba de embarazo casero. Tomé la tarde Pero no fui al médico.
Al llegar a mi cuarto, tomé la prueba de embarazo y fui al baño. Leí las instrucciones e iba siguiendo cada paso. En la espera del minuto, tenía la prueba en la mano. Cerré mis ojos y contaba en mi mente los números del 1 al 60. Abrí los ojos y dos rayitas había en el test.
¿Dos rayas azules? No puede ser. Estás pruebas no son seguras. Aún siendo incrédula, fui a la farmacia y me compré tres pruebas de embarazo más. Regresé al cuarto, hice las tres pruebas y todas tenían esa doble rayita.
Estoy embarazada. Tontamente no me cuidé.
Si me hubiese quedado con él desde un inicio, sin menospreciarlo, sin querer huir, estaría feliz y en la espera de nuestro primer bebé. Mi papá estaría contento y su papá estaría más que feliz. Pero no, hice todo mas complicado. Ahora él está casado y yo estoy aquí sola enterándome que llevo a su bebé en mi vientre.
Lloré. Si, lloré mucho esa noche.
¿Qué pasará en el trabajo cuando se enteren que estoy embarazada? ¿Me van a echar? ¿Qué voy a hacer?
Al día siguiente fui al trabajo.
— ¿Fuiste al médico? ¿Estás embarazada?— doña Belén me preguntó.
Bajé mi mirada al piso. ¿Miento o digo la verdad? Entré en una guerra interna.
— Estoy embarazada — es mejor decir la verdad y sea lo que Dios quiera.
— ¿Sabe quién es el padre del bebé? ¿Estás con él? Eres muy joven por eso pregunto.
— Sé quién es el papá de mi hijo. Él no está conmigo. Yo me haré cargo sola. Le pido que no me vaya a despedir. Aunque esté embarazada, seguiré haciendo todo.
— No te voy a despedir, solo ten en cuenta que cuando el bebé Nazca, necesitaras quien lo cuide. No podrás traerlo acá.
— Está bien. No se preocupe por eso.
— A mí me hubiera gustado tener una hija, tuve dos hijos varones, y lo mejor de todo es que solo nietos me han dado. ¿Será genética?
— Tal vez.
Trabajé normal durante un tiempo. Pero cuando mi barriga había crecido, me costaba hacer muchas cosas, el agacharme, el estar de pie todo el tiempo, las caminatas del trabajo al cuarto o viceversa. Me sentía cansada todo el tiempo. Yo solo quería estar acostada y mis antojos me los guardaba en mi mente, porque no podía darme el lujo de comer lo que yo quisiera.
No sabía que iba a hacer cuando la niña naciera (porque es niña) Lo que ganaba no me ajustaba para comprar cosas para mi beba.
Me sentía estresada, triste y muy ansiosa. Había decidido renunciar cuando mi niña naciera.
Gracias Luna por una novela corta pero excelente te felicito que Dios te bendiga siempre 🫂😘🙏🇻🇪💐