Nací Para Ser La Villana Del Cuento

Capítulo 22 - El Ascenso de las Sombras

—Ahí está —murmuré, señalando hacia la estructura—. Nuestros enemigos se esconden en ese lugar.

Damien asintió, su expresión grave.

—Será mejor que nos preparemos. Algo me dice que no nos recibirán con los brazos abiertos.

Nos detuvimos a una distancia prudente, desmontando de nuestros caballos y revisando nuestras armas. Cada uno de nosotros se sumergió en una especie de meditación, enfocándose en canalizar la energía necesaria para enfrentar lo que se avecinaba.

Tomé una profunda respiración, sintiendo cómo la magia fluía a través de mí, llenándome de fuerza y determinación. Endymion estaría a mi lado, de eso estaba segura.

—Vamos —anuncié, avanzando hacia el templo con paso firme—. Es hora de acabar con esta amenaza de una vez por todas.

Nuestro grupo se movió en silencio, atravesando las puertas del templo y penetrando en la oscuridad que lo envolvía. La sensación de estar siendo observados nos acompañaba a cada paso, y el peso de la tensión era casi palpable.

Conforme nos adentrábamos, pude sentir una energía maligna que parecía asfixiarnos, como si una fuerza invisible intentara quebrantar nuestra determinación. Pero nos mantuvimos firmes, guiados por la luz que emanaba de nuestras armas y hechizos.

De pronto, una risa fría y burlona resonó en las paredes del templo, y una sombra se materializó frente a nosotros.

—Bienvenidos, valientes guerreros —dijo la voz sibilante de Arcanus, su rostro oculto bajo una capucha—. Los estaba esperando.

Damien dio un paso al frente, desenvainando su espada.

—Arcanus, tu reinado de terror ha llegado a su fin. Entrégate ahora y quizás te concedamos una muerte rápida.

El Señor de las Sombras soltó una carcajada escalofriante.

—¿Muerte rápida? —se burló—. Oh, no, mis queridos amigos. Ustedes no van a tener esa suerte.

Con un gesto de su mano, Arcanus invocó un ejército de sombras que se abalanzaron sobre nosotros. Nuestras espadas y hechizos se encontraron con aquellas entidades espectrales en una batalla frenética.

Damien, Esmeralda y Theron luchaban con ferocidad, mientras Selene y yo nos concentrábamos en construir poderosas barreras mágicas para protegernos. Pero por cada sombra que lográbamos destruir, más parecían surgir de la nada.

—¡Es inútil! —gritó Arcanus, regodeándose en nuestra desesperación—. Mientras yo tenga el poder del templo de Helios a mi disposición, jamás podrán derrotarme.

Sentí la frustración apoderarse de mí. Debíamos encontrar la forma de romper el vínculo que le otorgaba esa fuerza abrumadora, pero no lograba vislumbrar la manera de hacerlo.

Fue entonces cuando escuché una voz familiar en mi cabeza, la misma que me había guiado en tantas ocasiones.

"Lilith, debes invocar el poder del legado de Endymion. Esa es la clave para quebrantar el dominio de Arcanus sobre este templo."

Abriendo mi mente, me concentré en los recuerdos y enseñanzas de mi amado, sintiendo cómo su energía se mezclaba con la mía. Una poderosa luz dorada comenzó a emanar de mi cuerpo, cegando momentáneamente a nuestros enemigos.

—¿Qué... qué está pasando? —exclamó Arcanus, retrocediendo aterrorizado.

Aproveché su desconcierto para alzar mis manos, canalizando todo mi poder en un hechizo ancestral.

"[¡Por el legado de Endymion, te ordeno que abandones este templo!]" rugí, mi voz resonando con una fuerza sobrenatural.

Una onda de energía pura se expandió a través del recinto, disipando las sombras y liberándolo del influjo maligno de Arcanus. El Señor de las Sombras aulló de dolor, su figura desvaneciéndose en un torbellino de oscuridad.

Cuando la luz se extinguió, me desplomé exhausta, pero con una sensación de victoria en mi pecho. Damien y los demás se acercaron a mí, sus rostros reflejando una mezcla de asombro y admiración.

—Lo lograste, Lilith —dijo Damien, ayudándome a ponerme de pie—. Has liberado este templo del control de Arcanus.

Selene me sonrió con orgullo.

—Sabíamos que eras la elegida para guiarnos a la victoria. El legado de Endymion vive en ti.

Asentí, sintiendo una calidez reconfortante llenar mi corazón. Ahora, con el templo de Helios bajo nuestro control, tal vez podríamos descubrir los planes de Arcanus y detenerlo de una vez por todas.

Pero nuestra batalla aún no había terminado. Algo me decía que la verdadera amenaza apenas estaba comenzando a revelarse.