LA FINCA

Celia estaba dispuesta a tener su venganza, ella quería destruir a Martin.

Celia: Te destruiré Martín, aunque sea lo último que haga, me las pagarás todas juntas. Cuésteme lo que me cueste.

Charro: Sigues aferrada en acabar con Martín? Ya te dije que sí te ayudo, pero creo que aunque es una buena idea, no tienes oportunidad, a pesar de eso te ayudaré.

Celia: Sí puede que pierda, pero es un riesgo que estoy dispuesta a tomar. Y esa satisfacción nadie me la podrá quitar. El muy imbécil hizo que me enterara de cosas que no era necesario saberlas, además de las golpizas y todo lo malo que pase a su lado, no voy a perdonar que se vaya así nomás, no esta vez me las paga o me las paga.

Celia estaba dispuesta a todo por acabar con Martín, pero el Charro pensaba que tiene una oportunidad casi nula para acabar con él, y no porque Martín sea poderoso simplemente porque ella es muy torpe para hacer las cosas. Esperemos que logre su cometido, aunque en una oportunidad de 1 a 100 ni siquiera el uno podría contarse.

Mientras tanto Martin leía el libro RITIBUS TENEBRIS (Ritos Obscuros). Al principio pensó que no entendería el libro, ya que estaba en latín, al checar bien la última hoja decía cerrar y abrir tres veces y aparecerá en tu lengua.

Martín siguió las instrucciones y al abrirlo apareció en el español, sabía que tendría que seguir las instrucciones al pie de la letra, si es que quería hablar con el príncipe, mientras hojeaba el libro, encontró el nombre, Lord Black Shadow, y supo que eso era como invocar al famoso príncipe.

Martin decide hacer la invocación, así que va hacia el sótano y comienza el ritual.

Al terminar el ritual de invocación, una bruma espesa apareció y de una enorme llama de fuego apareció él, un príncipe lleno de joyas y tan hermoso que sus ojos oscuros aprecian 2 grandes gemas, él trae consigo un enorme cetro con un cuervo dorado en la punta, muy parecido al que el charro le había dado. De pronto el lord hablo.

Lord: Vaya tenía mucho tiempo que no me invoca un mortal, dime Martin y para qué me has invocado.

Martin: Cómo es que sabes mi nombre, si no te lo he dicho?.

Lord: Cómo?, no sabes quién me dijo tu nombre?, es obvio que si tú me estás invocando, debo saber cómo te llamas. Creo que es importante que sepas que no me aparezco a cualquiera, vengo a ver qué es lo que quieres. Y por cierto para ti soy mi señor Black. No veo tu reverencia a mi presencia, así que de rodillas.

Martín procede a arrodillarse e inclinarse ante la presencia de tan imponente personaje, sabe que este ser tiene la sartén por el mango y no le dará opción a subir sus humos.

Lord: Así me gusta gente obediente, dime qué quieres? Y por cierto sé que, tienes tratos con alguien más, pero no hay ningún problema para mí. Te escucho.

Martin: Mi señor black quisiera que me ayudara a deshacerme de un gran problema, que me que aqueja.

Lord: Así que un gran problema, dime, casualmente el problema no es aquel personaje, que tú llamas El charro?

Martin: Mi señor black cómo sabe si yo no le he dicho nada.

Lord: Ay Martín te sorprendes de algo muy básico, reitero que yo lo sé todo, ahora mejor dime tú qué estás dispuesto a dar?, no tienes nada para mí.

Martin: Mi señor black, efectivamente no tengo nada para usted, mi alma la tiene aquel que usted llama charro, hijos o carne no creo que usted quiera, o alguna virgen?

De pronto lord black, chasquea los dedos y aparece en automático, todos los pergaminos firmados por Martín, él al ver los pergaminos se sorprende.

Martin: Mi señor Black, Cómo ha obtenido los pergaminos? Creí que solamente El Charro podía tenerlos.

Lord: Martín solamente te diré una cosa, El Charro trabaja para mí, así que técnicamente tú eres de mi propiedad, él solo es un intermediario.

Martin: Mi señor Black a partir de ahora solo le rendiré cuentas a usted, tiene mi total obediencia y lealtad.

En ese momento Black vuelve a chasquear los dedos y en automático todos los pergaminos se vuelven uno solo, cada pergamino se une, este se vuelve más brillante y obscuro que nunca.

Lord: A partir de ahora tú me rindes, cuentas a mí, y como lo acabas de decir olvídate de los tratos con aquel que llamas El charro y próximamente nos volveremos a ver. Sigue haciendo todo como ahora, que de lo demás yo me encargo. Y por cierto ya no serán 3 corazones, será 1 y me lo entregarás a aquí mismo, yo vendré todos los días a las 12 en punto por él.

Martín y El Conde Black Shadow habían hecho un nuevo trato, lo sellaron con un fuerte apretón de manos, así que el fin del Charro se acercaba el tiempo dirá nuevamente quién ganará

Celia

Una semana después, el charro cita a Martin, en la cueva.

Charro: Bienvenido y buenas noches, esta vez te he citado porque ya sé que invocaste a mi jefe, aun así no te llamé para eso, quiero que me firmes un nuevo contrato, este será para que acabes definitivamente con tus enemigos.

Martín: No se de que me hablas, yo no invoque a nadie, bien sabes que mi nueva mujer siempre está conmigo.

Charro: No me importa eso Martín, firma el maldito pergamino, que no ves que es un beneficio para ti, ahora firma, si no lo firmas entonces sí creeré que invocaste a mi jefe.

Martin.: Charro, trae tu documento pues, Pero para qué quieres que lo firme en blanco, tú me has enseñado que no firme nada en blanco o sin leer.

El Charro de pronto se transforma en el demonio espantoso que es y con una voz grave intensamente fuerte y enojada le dice:

Charro: Que firmes el maldito documento ya, o aquí mismo acabo con tu maldita existencia, así que rápido firma.

Martin: Eso quería que muestres tu maldita cara apestosa, me enoja y me molesta verte, estoy harto de tus órdenes, y estoy cansado de ti.

Charro: Eres un perro malagradecido, vuelves a morder la mano de quien te ayudó, pero esto no se quedará así.

De pronto Celia sale corriendo con un cuchillo en la mano, se acerca directo a Martín e intenta apuñalarlo, él al verla le sostiene las manos y en un movimiento rápido, clava en el cuchillo en el corazón de Celia, ella con el poco aliento que le queda le dice:

Celia: Te maldigo Martin, serás un infeliz por la eternidad, y nunca podrás entrar al cielo y tampoco al infierno, serás un renegado del mundo.

Al terminar de decir esto Celia soltó su último suspiro, quedando tirada en el suelo de la cueva inerte, el charro al ver lo que ocurrió, tomo a su mujer y desapareció en la oscuridad de la cueva, fue directo al infierno, para así estar con ella en cuerpo y alma para la eternidad.

Martin salió de allí y se fue a la finca, esa misma noche recibio carta del padre José Emiliano, en ella decía que el arzobispo aceptaba ir a la finca.

Por la mañana, Anacleto le dijo que la compra del cerro, donde vivía el charro estaba hecha.

Al fin Martin llevaba las de ganar, todo estaba listo para la gran jugada que tenía planeada.