Princesa Dragón Fugitiva.

El gran general sacó a su hija de aquel lugar para que no viera a Miyu en el piso, dejando así solo al zorrito dentro de la habitación.

Suibian aprovechando la situación, finalmente tuvo la oportunidad de absorber la energía que quedaba en Miyu. Esto generó que otra de sus colas volviera a aparecer. Contento, él empezó a mover sus colas disfrutando que ahora ya se estaba recuperando bien y mucho más rápidamente.

De repente escuchó que venían soldados, y rápidamente saltó por la ventana más cercana para que no lo vieran con ese aspecto.

A petición del gran general aquellos soldados estaban ahí para retirar el cuerpo de Miyu e investigar lo que había sucedido en ese lugar. También había ordenado que se busque a Masako que no se encontraba por ningún lado.

El gran general se encontraba en su oficina con Cixi, había pedido té para ambos. No quería que su hija sufriera una fuerte impresión, en cualquier caso pidió un té relajante. Él estaba preocupado por su hija. Cixi, por otro lado, estaba pensativa, le dio mucha curiosidad el cómo se habían desarrollado los acontecimientos.

En su mente solo había una posibilidad, Masako. Puesto que ella había logrado ver que las cajas de joyas estaban abiertas y vacías a un lado, y no había posibilidad alguna de que un ladrón entre a la mansión con todos los soldados apostados dentro y fuera de esta.

- Quizás tuvieron una discusión y terminó mal-, pensó Cixi mientras levantaba su taza de té. Un soldado tocó la puerta pidiendo permiso para entrar a reportar.

El general le pidió que entre;

- mi señor, la señorita Masako no se encuentra en la mansión. Pudimos ver qué faltaban joyas en ambas habitaciones, tanto de la señora como su hija. Preguntamos a todos los empleados y solo una sirvienta pudo decirnos algo. Vio a la señorita salir apresurada por la parte trasera de la mansión, y no se la volvió a ver. Poco tiempo después encontraron a la señora Miyu-.

- entiendo, puedes retirarte. Organiza una búsqueda en la ciudad sin llamar demasiado la atención. Necesitamos encontrarla-. Ordenó el gran general a su subordinado, y señaló luego con la mano para que el soldado se retirara.

- Padre, es probable que Masako haya matado a su propia madre-. Cuidadosamente, Cixi argumentó mirando fijamente a su padre.

- ¿Crees que sea capaz de algo así?, preguntó pensativo el hombre mientras agarraba su taza de té.

Cixi miró fijamente a su padre, con un suspiro bajó la taza en la mesa y luego procedió a hablar nuevamente;

- Antes no te lo conté porque no quería preocuparte, pero ella no solo me abandonó en el bosque, sino que también intentó matarme antes de que tú regreses. Y puedo probarlo-, Cixi bajó un poco el vestido que traía puesto, dejando ver la cicatriz que tenía en parte del pecho. Por suerte para ella la herida se había curado, pero dejó una cicatriz como prueba de lo que le había pasado a la verdadera Cixi.

El gran general dejó caer la taza al ver la cicatriz después de lo que le había contado su hija. Nunca creyó que esas mujeres serían capaces de hacer algo así. Se sentía fatal ahora, su hija pudo haber muerto y él nunca se habría enterado, o capaz simplemente le habrían dicho que se fue con un hombre, como claramente Masako quería hacerle creer anteriormente.

Una lágrima cayó de los ojos del gran general y se levantó a abrazar a su hija. Estaba aliviado de que estuviera con vida. Ahora ya no buscaría a Masako para averiguar lo que había pasado y darle una castigo, la buscaría para torturarla y luego deshacerse de ella.

- Jamás perdonaré que te hayan hecho algo así. La encontraré y haré que pague con su vida-, el gran general siguió abrazando fuerte a Cixi mientras le decía aquello.

Por su parte, a Cixi le daba lástima que ahora él estuviera solo. Su verdadera hija había muerto y viendo a aquel hombre sufrir porque la hayan lastimado, no pudo evitar pensar en su propio padre y lo que él debe estar sufriendo ahora por su culpa. Correspondió el abrazo de aquel hombre, y se prometió ayudarlo a él y a la verdadera Cixi cuando recupere sus poderes y pueda regresar al mundo de los inmortales.

Más tarde, Cixi acompañada del gran general subió a ver la habitación que su padre le había mandado a preparar. En un principio usaría la que siempre fue de ella y que era ocupada por Masako, pero ante todo lo que había sucedido, se decidió darle una nueva, la que fue de su madre.

Cuando se despidió de su padre, entro a la habitación, finalmente podía descansar. Pero por la noche tenía planeado ir a ver el cuerpo de Miyu, tenía la intención de maldecirla para que en su siguiente vida no sea una vida placentera.

Se quedó dormida en aquella enorme cama cuando apenas se acostó en ella. Durmió un par de horas, hasta que sintió que había algo a su lado. Somnolienta, empezó a tocarlo aún con los ojos cerrados, tocó, tocó y tocó, hasta que se dio cuenta de que era alguien y rápidamente despertó completamente, encontrando a un sonriente y guapo chico acostado a su lado durmiendo.

- ¡Pero qué demonios!-, y al levantarse se cayó de la cama, haciendo un estruendoso ruido al mismo tiempo. El joven abrió los ojos y bostezando dijo;

- quiero dormir, eres una humana muy ruidosa-. El joven al escucharse a sí mismo, se dio cuenta de que estaba hablando, luego se dio cuenta de que tenía manos y cuerpo humano.

- ¡Carajo! Me convertí mientras dormía!- comentó revisando su cuerpo.

Lo que había pasado, fue que el zorrito había esperado a Cixi mucho tiempo en el lugar donde vivían ellos, pero al ver que no regresaba decidió buscarla, al encontrarla la vio durmiendo profundamente y como siempre, simplemente se acostó al lado de ella y también se quedó dormido. No sé dio cuenta que ahora ya era capaz de convertirse en humano nuevamente después de absorber la energía de Miyu y obtener su tercera cola.

Y ahora ahí estaban los dos, con la mirada fija de uno en el otro, en silencio y sin saber qué decir o hacer.