ENTRE LAS SOMBRAS

DOMINIC

La noche anterior había sido... Wow, no tengo palabras, fue mágica. Si bien es cierto que he estado con muchas mujeres, pero jamás con una mujer como MI Melody, jamás. Ella es jodidamente perfecta incluso para mí.

Después de esa noche tan espectacular, abrí mis ojos, ambos nos quedamos dormidos al instante que terminamos, gire mi cara para mirarla, sonreí.

Hasta dormida es perfecta.

Abrazaba su almohada color gris y su cabello estaba desparramado por toda su cara, apenas podía ver su boca semi abierta y sus lindos ojos verdes cerrados. Me acerqué a ella y besé lentamente su frente.

Le prepararía el desayuno.

Me levanté dispuesto a prepararlo a la cocina, abrí el refrigerador y saque los ingredientes de la única cosa que sabía hacer: Waffles.

Y lo recordé.

...*RECUERDO DE DOMINIC*...

Colin se acababa de ir y ella ya había estado más tranquila en relación al asunto de su madre, intento distraerse con un juego de niños.

—¿Comida favorita? —Pregunto.

—Hamburguesas, ¿la tuya?

—Waffles con pollo frito. —Dijo sonriendo levemente.

...*FIN DEL RECUERDO*...

Haré Waffles con pollo frito, el único problema es que no había pollo y tampoco la suficiente leche. Suspiré, tome mi celular y llame a Don, quien me esperaba afuera en las camionetas.

—¿Ya llegaste? —Dije al escuchar que respondió.

—Sí, acabamos de hacer el cambio de turno, señor. —Dijo. —¿Necesita algo?

—Envía a alguien a que traiga dos órdenes de Waffles con pollo frito y unos batidos.

—Claro jefe, ¿necesita algo más? —Negué aunque no podía verme.

—No, gracias. —Colgué.

El desayuno ya estaba solucionado, así que opté por meterme a la ducha y esperar a que la princesa despertara.

Realmente tenía pocas cosas aquí, pero si tenía una vestimenta adecuada, en estas semanas me había dejado ropa aquí de imprevisto y Melly siempre la lavaba, era muy considerada.

A decir verdad mi casa era más grande que la de Melly, pero me sentía más cómodo aquí que allá, ni siquiera recuerdo cuando dormí ahí por última vez, solo voy en el día por cosas que necesito y de vez en cuando. Me sucedió lo mismo cuando Melly se quedó en mi casa hace unas semanas, solo quería estar ahí.

Supongo que donde esté ella, estaré cómodo.

Cuando salí de la ducha me puse unos pantalones de mezclilla negros y una camisa negra de mangas cortas acompañados de mis zapatos negros y si, el negro me encanta, ya se lo había dicho a Melly.

La puerta sonó y me encamine a ella, Don estaba ahí parado con la comida que le había pedido hacia unos momentos, de mi cartera saque dinero y se lo di.

—Jefe, Colin llamo, dice que vaya a la oficina cuánto antes. —Hice una mueca. —Tienen que ver lo del plan.

—¿Plan? ¿Qué plan? —Cerré los ojos con fuerza cuando escuché la voz de Melly a mis espaldas y luego mire a Don con rabia. —Oh, hola. —Saludo ella viendo a Don, él sonrió forzadamente.

—Buenos días, señorita. —Se inclinó, la miré asentir. —Me retiro, con permiso.

—Hablaremos después. —Dije entre dientes.

Cuando Don desapareció me giré lentamente, ella me miraba con confusión. Cerré la puerta.

—¿De qué hablaban? —Volvió a preguntar.

—Cosas del trabajo, bonita. —Ella murmuró un "mmh" pues sabía que no podía contarle algo al respecto. —Trajeron tu comida favorita, ¿quieres?

Le ofrecí la bolsa que tenía en las manos y ella sonrió tomándola

—Este aroma me terminó de despertar. —Chillo acercándose. —Oh, y el escándalo que haces cuando te duchas. —Rió.

—¡Oye! -Fingí ofenderme. —Huelo mejor que tú.

—Yo aún huelo a una noche loca. —Dijo mientras se ruborizaba.

—¿Noche loca, dices? —Dije reprimiéndome la risa.

—¡Basta! —Se quejó avergonzada. —Iré a ducharme y después desayunamos.

La vi dirigirse al baño y sonreí al ver sus caderas moviéndose, ella caminaba así y desde que la conocí me ha encantado.

—¿Te acompaño? —Dije juguetonamente.

Ella me miró sobre su hombro sonriendo.

—Ya te duchaste. —Dijo mientras seguía caminando. —Pero no me opondré.

La seguí mientras me desabonaba el pantalón, la escuché reír al escucharme.

//

—¿Estás seguro? -Le pregunté a Colin, este asintió. Mire a Sabueso y Don frente a mi.

Eran mis tres hombres de confianza, Sabueso había trabajado con mi padre más de treinta años, era un señor de unos cincuenta años pero se mantenía en forma por el ejercicio y Don era su sobrino, si acaso tenía mi edad, había llegado hacía cinco años, cuando murió mi padre.

Era mi círculo más cercano, los únicos en los que podía confiar mis planes y sabía que jamás dirían algo o me expondrán.

—Estamos seguros, jefe. —Dijo Don. —Tengo a dos hombres revisando, hay dos anillos de seguridad y aparte la seguridad de la casa.

—¿Cuándo ocurrió?

—Hoy en la tarde. —Dijo Sabueso. —Hubo movimiento, Purcell salió por la tarde y no ha vuelto a su casa.

—Tenemos que adelantar los planes, quizá ya sabe que Cristina no está en el país.

—Cristina solo es una drogadicta, no tiene nada que ver con él. —Dijo, negué.

—Llamame loco, pero esto me huele mal. —Dije poniendo un dedo sobre mis labios. —Muy mal.

Ese día, cuando había recibido una llamada de emergencia de Colin, hubo movimiento en la casa de mi enemigo y era inusual, el tiempo que lo conocí me basto para saber que es una persona ermitaña, nunca abandona su casa de ese momento por algo que no sea importante.

Pensé en Melody pero era imposible, Purcell no sabía de la existencia de ella. Hoy había comenzado en el Mobbs de nuevo, solo iría un par de horas y regresaría a casa, envié un chófer con ella y dos hombres para que la cuidaran, estos dos últimos sin que ella supiera.

—¿Cómo está la seguridad en casa de mamá? — Mire a Sabueso.

—Todo en orden, la señora no se ha dado cuenta. —Asentí

—¿Melody?

—En orden, tampoco se ha dado cuenta, está en el club. —Menciono.

Ese maldito club.

Colin carraspeó incómodo pues ahí sigue trabajando Olivia.

—Revisen que Olivia también este bien —Dije. Colin me frunció el ceño. —No me mires así, es la chica que te importa Colin y si es así, también me importa a mí... Y deja de ser un jodido cretino y si te gusta, búscala.

—Haré la llamada. —Don se alejó con el teléfono en la mano y Colin me sonrió sin mostrar sus dientes.

—Vaya, derrepente tienes corazón

—No me provoques, Colin —Dije entre dientes, el levanto las manos en señal de rendimiento mientras tras caminaba de espaldas

—Bien, bien, pero si todo parece indicar que tienes sentimientos... Curioso —Rode los ojos.

—¿Sabes que es curioso? Que tanto dices que esa chica te importa pero no la buscas, toma el riesgo de una maldita vez.

Mi hermano me miró sorprendido, seguramente lo deje sin habla porque no había podido prunciar una palabra más, trago saliva, puso sus manos sobre la mesa y agachó la mirada.

—Tienes razón, joder... Tengo que buscarla

—Si Romeo, nada más que ahorita no, estamos planeando —Dije obvio, Colin asintió con sonrisa en el rostro mientras se acomodaba su ropa y se veía en el espejo que estaba a mis espaldas

—Entonces el ataque será mañana... tengo que arrancar el problema de raíz

—Siento que te haces ideas, Purcell ni siquiera sabe que sigues en la ciudad. —Dijo Colin, quien ya estaba acomodándose el cabello

—¡No estoy loco, ni paranoico! —Dije a Colin. —Esto me huele muy mal y sabes que nunca me equivoco.

—Yo te seguiré a lo que me digas, pero sigo en mi postura.

—Repasemos el plan. —Dije ignorando su comentario. —¿Cuántos hombres tenemos?