Con un gran y doloroso problema sobre sus hombros, Flavia es acorralada de nuevo, sin embargo, la gran confusión la sumergirá en un mar de sensaciones y dolor. El amor no siempre es claro, el amor es solo amor.
Como toda madre, su principal deseo es velar por el bienestar de su hijo, aun si tiene que hacer cosas que la degradarían a más no poder. Como aquel contrato que firmó, donde a cambio de salvar a su hijo, tendría que darse como pago. Volviéndose así en la amante de su benefactor.
Una vez acabado aquel acuerdo, ya no tendría nada que hacer como aquel hombre que devoró sin piedad todo su ser; sin embargo, la vida caprichosa tenía preparado otros planes.
¿Podrá su herido corazón tener espacio para volver a creer en el amor?
¿Podrá el destino apiadarse de aquella madre abnegada?
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Cap. 22 Buen día, ¿todo bien?
El hermoso muñeco se despertó, sonrió a su madre y la abrazó con mucho cariño, le dio muchos besos en su mejilla haciendo un pequeño alboroto, Santiago se despertó, en ese momento.
Flavia se paralizó, ella se dio cuenta de que había entrado a su dormitorio y sin llamar ni nada.
—Buen día, ¿todo bien? —dijo Santiago mientras mira a madre e hijo en su cuarto y cerca de su cama.
Saúl miró a su madre que no podía pronunciar ni una palabra.
—Mami, anoche me desperté y no sabía dónde estabas, así que fui por varios cuartos, en uno estaban mis terremotos, pero no podía encontrarte, y cuando entré aquí, estaba papi durmiendo, así que me quedé aquí, tenía miedo —dijo haciendo un lindo puchero.
Flavia se dio cuenta de lo que había pasado, ella, como toda madre, se había despertado en la madrugada, o sea, casi las cuatro de la mañana, fue a ver a sus amores, y Saúl dormía tranquilo, se fue a ver a sus mellizos y estaban tranquilos en sus cunas, así que decidió entrar a al baño, tranquila, hizo sus necesidades, salió del baño y se fue a dormir, puede ser que en ese momento, Saúl haya despertado y no la vio por ningún lado, además que estaba en un lugar desconocido, pero lo que ella sabe bien, es que Saúl no habría hecho ningún ruido, no habría gritado o llamado a su madre, un hábito de hospital, él sabía que debía guardar silencio, que no debía alterar a la gente, y así fue como creció en ese lugar hasta sus cuatro añitos, tratando de no ser escandaloso.
—Oh, bueno, entonces me despiertas, yo te ayudo —dijo Santiago, mientras que Saúl asiente con una gran sonrisa.
—Ven, dale un beso a papá, debes cambiarte y a desayunar — dijo Santiago, mientras que Saúl salta en la cama y como un participante de lucha libre salta sobre el guapo hombre quien lo deja ganar en la embestida.
Flavia los mira confundida, no entiende lo que pasa, ese niño parecía haber encontrado a su persona favorita en el mundo y ya no era ella.
Santiago lleva a Saúl a su cuarto, y cuando ya estaba casi listo, los bebés comenzaron a llorar.
—Yo me hago cargo, no te preocupes — dijo Santiago mientras entra al dormitorio de los bebés, no pasó mucho cuando Laura y Mara para ayudar, pero Santiago era muy afanoso, aprendía rápido y atendió a sus hijos con empeño, su empresa estaría en manos de Martín durante esa semana, Santiago quería tiempo con sus nenes, y además, debía dejar las cosas caras entre su madre y Flavia, no quiere que esa hermosa y furiosa rubia se sienta incómoda.
Flavia pasó por la habitación con Saúl, y vio como Santiago cambiaba el pañal de su nena, ella sonreía mientras lo miraba y Thiago solo lo mira mientras Santiago lo acerca para terminar de vestirlo.
Laura y Mara están anonadas, Santiago las vio cambiarlos antes de salir de viaje, pero parecía que había aprendido cada detalle.
Flavia bajó con Saúl, quien al ver a Fabricio se acercó a él con ánimo.
—Buen día, hola, soy Saúl —dijo sonriente, mientras que el hombre mayor lo miraba detenidamente, ese niño es precioso.
—Buen día, pequeño, soy el abuelo Fabricio, y tienes unos ojos que son unas joyas, serás realmente muy guapo — dijo Fabricio, ahora entiende cómo su nieto se había enamorado de ese niño, no solo es lindo, tiene algo que lo hace deslumbrante en todos los sentidos.
Saúl sonrió tímidamente, los elogios siempre llegan, pero él es un poco vergonzoso con eso.
Flavia quiere reír al ver a su hijo en esas, sabe que él ha estado en lugares muy específicos y rodeado de un escudo de protección siempre, y relacionarse con la gente es importante.
—Agradece por el elogio — dijo Flavia dando un beso en el regordete cachete de su hijo.
—Gracias, aunque no soy tan guapo como dicen — dijo nervioso mientras Fabricio casi se des panza de tanto reír, era modesto después de todo.
Flavia se sentó a desayunar, Santiago bajó después, Laura y Mara corrieron para alistar las sillas para bebés, ya que deben desayunar los niños.
Cuando ajaron, Fabricio no pudo evitar emocionarse, ellos eran claramente unos Flabel, sus ojos lo decían todo, pero Thiago era una versión pequeña de Santiago, y la belleza ahí recargada en el hombro de su padre era parecida a Flavia, pero tenía algo de Perla, era como una mezcla.
—Saluda a tus bisnietos, no seas grosero —dijo Santiago con burla al ver a su abuelo petrificado, no lo podía creer, ambos eran preciosos.
—Santiago, mi nieto querido, solo mira esos bebés, son preciosos, realmente la genética de Flavia es muy buena, serían menos agraciados si se pareciera a ti, no por nada, Saúl es tan lindo — dijo Fabricio con burla mientras se acerca para besar a sus bisnietos, Santiago hizo una mueca de falsa indignación, su abuelo era como un padre, siempre había sido más conectados él que a Marck Flabel.
Flavia casi se ríe, sin embargo, Saúl estaba un poco resentido con ese comentario, para él, Santiago era el más guapo de los papas, de eso estaba seguro.
Desayunaron con tranquilidad, pero Flavia seguía inquieta con algo, no había visto a Perla por ninguna parte, eso le parecía un poco peligroso, no quiere que maltraten a su Saúl, por último, sus nietos son Luna y Thiago, pero ella pondría las cosas claras, ella ha permitido eso para que Saúl sea protegido, si no fuera por su pequeño, ella ni siquiera estaría ahí y menos sus bebés.