César es un CEO poderoso, acostumbrado a tener todo lo que desea, cuando lo desea.
Adrian es un joven dulce y desesperado, que necesita dinero a cualquier costo.
De la necesidad de uno y el poder del otro nace una relación marcada por la dominación y la entrega, que poco a poco amenaza con ir más allá de los acuerdos y transformarse en algo más intenso e inesperado.
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Capítulo 21
César salió de la empresa con una sonrisa amplia. Le pidió al chofer que lo llevara al centro comercial. Allí, fue a algunas tiendas de ropa. Escogió algunas prendas y compró. Hizo lo mismo con calzado y otros productos.
Después fue para la casa. Al llegar, le entregó las bolsas a la ama de llaves y le pidió que organizara las prendas en su clóset.
—Nana, no olvides que tendremos un huésped... Y, como de costumbre, avísale a los nuevos empleados sobre el funcionamiento de la casa.
—Sí, señor. — La mujer ya iba a retirarse, pero encaró a César. — ¿Cuánto tiempo esta vez?
El tono de la mujer revelaba una cierta intimidad con el CEO. Él dio una sonrisa de oreja a oreja esta vez.
—Espero que para siempre... Pero, por el momento, estoy apostando a seis meses — dijo él, guiñándole un ojo a Nana.
—¿Qué cambió esta vez? — Continuó la mujer.
César se sentó en el sofá de forma relajada y la invitó a sentarse a su lado.
—Él es diferente, ¿sabes? Es especial. Ya lo verás.
Nana pareció intrigada.
—¿Entonces él no está viniendo por dinero?
César rió.
—En realidad, sí. Por una pequeña fortuna, dicho sea de paso.
—¿Y cómo él es diferente de los otros?
—Ahí es que está, Nana, él tiene una motivación que parece ser muy noble, solo que no sé cuál es. Aún.
Nana se levantó.
—Iré a proveer los últimos detalles.
—Ah, Nana, una cosa más. Durante los próximos fines de semana, mientras él esté aquí, despide a todos y también toma vacaciones.
Ella sonrió.
—¿Y quién va a cocinar para ustedes?
César se levantó del sofá.
—Yo, pues. Quiero pasar algunos momentos a solas con él, ¿sabes? Para que él se sienta más a gusto...
Nana abrió los ojos como platos.
—¡Cielos! ¿Él es puro César? — dijo llevándose las manos a la boca. — ¿Él sabe lo que va a pasar aquí?
—Sabe. No te preocupes, Nana. Seré un caballero con él, en la medida de lo posible.
Diciendo eso, él salió en dirección a la cocina silbando. Mal podía contener la ansiedad de tener a Adrian allí. Él intentó imaginar cómo serían los próximos días, pero todo parecía distante de más. ¿Y si él asustara o lastimara de alguna forma irreparable a Adrian? ¿Será que él sería capaz de parar si Adrian pidiera? Nadie nunca había usado ninguna palabra de seguridad con él, pero algo le decía que Adrian sería el primero.
¿Y después? ¿Cómo sería después que el contrato acabara? ¿Sería posible que él hiciera que Adrian se enamorara de él?
—Ay, ay muchacho... ¿qué me hiciste? — Pensó en voz alta, percibiendo lo mucho que se había excitado.
Después de comer una manzana, César subió la escalinata opulenta y siguió hasta una puerta pintada de negro, desentonando de las demás que eran marrones.
Él retiró un llavero del bolsillo y con una de las llaves abrió la puerta, revelando un espacio destinado a prácticas más lúdicas...
Látigos de varios tipos y tamaños, algunos eran de cuero puro, otros de silicona o goma. Al lado de los látigos, quedaban palmetas y varitas maleables y finas. Más al lado, esposas de metal y cuero, algunas revestidas en terciopelo se encontraban dispuestas en una fila. Había también cuerdas de varios espesores y colores enrolladas y alojadas en ganchos en una parte de la misma pared que tenía los látigos. Máscaras, vendas, mordazas y collares aguardaban en sus soportes, algunos más a la vista que otros.
En estantes quedaban cajas de acrílico con diferentes objetos sensibles tales como tapones, vibradores, aparatos de electrochoque, pinzas de pezones, velas propias para wax play.
En el centro del cuarto reposaba una cama de hierro amplia. Había cadenas ligadas a esposas de cuero en cada esquina. Al frente de la cama, quedaba una "cruz de San Andrés" pintada de negro y con amarras rubíes que pendían de una argolla fijadas en cada punta de la X.
La pared opuesta a los látigos era entera cubierta por un espejo, lo que le confería al espacio un aire de ser mucho más amplio de lo que era en la realidad.
César se dejó llevar por el olor a cuero mezclado con otros olores sutiles de cremas, aceites y otros materiales, perdiéndose en la fantasía de tener a Adrian allí, a su bel placer. En su fantasía él ve a Adrian completamente expuesto y vulnerable, aunque divirtiéndose, mientras pedía para ser castig4d0.
El CEO sacudió la cabeza y salió del cuarto, cerrando la puerta tras de sí. Él se había quedado completamente excitado solo de imaginar, pero, por otro lado él sabía que necesitaba contenerse. Necesitaba ir poco a poco con Adrian y revelar aquel cuarto de inmediato, tal vez no fuera la mejor de las ideas.
Lo que ni de lejos significaba que él pegaría muy leve con Adrian. Él giró sobre los talones y retornó al cuarto, tomó algunos objetos y salió nuevamente.
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¡Dejo algunas imágenes ilustrativas! (imágenes de internet)
¡Imaginen a voluntad y si van a aventurarse, sean responsables! Principio SSC (Sano, Seguro y Consensual).