Sinopsis
En México, en vísperas del fin de la intervención francesa, hubo una época de cambios pero también de inestabilidad económica. Sobre todo para los grandes aristócratas del país, esta es la historia de Valeria Cortina González de Noriega, una joven soñadora y de alma libre que idealizaba el amor, pero a su vez tenía miedo de un matrimonio arreglado.
Su padre Don Francisco, estaba lleno de deudas, además de que estaba al borde de la quiebra, lo único de valor que conservaba era su apellido honorable. Su única salvación era pagar su deuda a Luis Pimentel para poder conservar su hacienda, Luis era el terrateniente más poderoso de esa época y etiquetado como un verdadero tirano, Don Francisco estaba dispuesto a todo, incluso entregar a su amada hija a cambio de salvarse de la ruina. Será que el pago de una deuda, se pueda volver en un amor duradero y sincero.
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Castigo
Capítulo 21
Valeria e Irene estaban en la habitación pensando en el diseño del vestido, tomaron el retrato de María Luisa para guiarse en el boceto. Quería algo sencillo pero que fuera único, disfrutaba mucho de la costura, la hacía olvidarse de todos sus problemas.
—Podemos hacer un corset, ponerle encaje en la parte alta y también en la falda para que no sea todo liso con detalles bordados.—le sugería Irene
—Me agrada la idea, bien comencemos.—
Irene estaba tomando medidas de Valeria para el corset, en ese momento entró María Luisa furiosa.
—Siempre tienes que dar problemas, todos hablan de ti en Cuernavaca. Cómo te atreves a meternos en chismes, ¿Por qué fue el pleito?—
—Porque mi tía tiene la facilidad de lastimarme, al parecer siempre te usa a ti para defenderla.—
—Es la hermana de tu padre y merece respeto, además crees que Luis no se va a enterar de lo que hiciste. Por supuesto que si, también lo vas a avergonzar a él.—
—De las gracias madre, de que no le devolví la bofetada, es la última vez que alguien me pone una mano encima.—
—Estoy cansada de ti, cuento los días para que salgas de nuestras vidas y seas problema de los Pimentel. Pero la culpa de todo la tiene tu padre por consentirte.—
—No, mi padre no tiene la culpa de amarme tanto. Ya no me importa que usted me odie, me iré de aquí y le juro que no volveré a pensar en usted.—
—Irene sal de aquí de inmediato.—ordenaba María Luisa, Irene dudaba en dejar sola a su niña Valeria pero si no obedecía sería peor.—Te quedarás encerrada en tu habitación sin comida y sin agua, hasta que yo de la orden, por lo menos hasta que reflexiones sobre tu comportamiento. Agradece que estás comprometida, porque si no en este mismo instante te encerraba en un convento para ya no saber nada de ti.—
—No madre, por favor no me encierre de nuevo, no mamá por favor.—Valeria lloraba y suplicaba, era su miedo más grande. Toda su infancia había sido castigada y encerrada sin comer, era una tortura, sufría mucho. Gritaba, lloraba y suplicaba detrás de su puerta que no la castigaran.
—Pobre de ti Irene que la dejes salir, o le traigas comida o agua. Te corro de la hacienda para que te lleven los del circo, tienen prohibido decir una palabra de esto a mi hermano o a mi esposo, ¿entendiste?—
—Si señora.—
—Retírate de mi vista.—
María Luisa era cruel y despiadada con su hija, Loreto escuchaba a Valeria suplicar, se sentía satisfecha de todo lo que había logrado. Más tarde estaban cenando en total soledad María Luisa y Rómulo.
—¿Dónde está Valeria?—
—No nos acompañará a cenar se durmió temprano.—
—Que extraño, ella nunca se duerme sin cenar. Irene prepara una charola con leche y pan para llevarle a Valeria, quiero saber qué es lo que le pasa.—
—Por favor Rómulo déjala en paz, si no quiso cenar sus razones tendrá. Debe ser un capricho más.—
—Crees que porque me fui hace años, no conozco a mi sobrina. Quiero asegurarme de que está bien, que no está enferma.—
—No eres su padre, así que déjala en paz.—
—¿Qué escondes María Luisa? Acaso la tienes castigada como cuando nuestra madre lo hacía contigo, porque no voy a permitir que la atormentes y la mates de hambre. Deberías empatizar con ella, ayudarla, guiarla y estar de su parte.—
—Ya dije que no te entrometas, te recuerdo que estás en mi casa. Debes respetar mis reglas, también como educo a mi hija.—
—Bien entonces hablaré con Francisco sobre mis preocupaciones por Valeria, veamos que dice.—
—No te atrevas.—
—Lo sabía, que crees que Roberto no me escribía para contarme todos los castigos a los que era sometida Valeria. Sé que tú la obligaste a aceptar el compromiso con Luis, su infelicidad va ser tu responsabilidad. Irene vamos a subirle a mi pequeña dama su cena.—Irene estaba entre la espada y la pared.—¿Que pasa? También te amenazo, eres tan injusta y cruel hermana, me siento tan avergonzado de ti. Pero en este momento hablaré con Francisco y le contaré todo lo que has hecho con Valeria todos estos años.—
—Rómulo estás exagerando.—
—No, la que exagera aquí eres tú. Valeria es la mejor hija que puedes tener al igual que Roberto, estoy seguro que tu odio por ella, es por celos de que Francisco la adore tanto.—
—Eres un absurdo.—
—Es más bonita que tu, más agradable y Francisco daría su vida por ella, se te olvida que ella nació de ti. Es tu sangre y tu carne.—
—Ya cállate.—comenzó a llorar María Luisa
—Tanto que criticaste a nuestra madre, y eres peor que ella. Vergüenza deberías de sentir por ser tan ruin. Tráeme la charola Irene, yo le subiré de cenar a Valeria.—
—¿Pero que es lo que sucede?—preguntó Loreto
—No te metas Loreto, es un asunto pendiente entre mi hermana y yo.—
—Rómulo cálmate, se escuchan sus gritos por toda la casa, incluso mi hermano está angustiado, por favor María Luisa ve con él. Te está llamando.—María Luisa recordaba todos los castigos hechos por su madre, para someterla a su total voluntad.
—Aquí tiene la charola señor.—decía Irene
—Rómulo discúlpame pero estás desafiando a tu hermana, ella es la dueña de esta casa. Tu solo eres un invitado, además ella la castigó porque me ofendió en frente de toda Cuernavaca.—
—Lamentablemente eres una mujer amargada y frustrada, una vieja bruja como te llamo Valeria, y todo porque nunca aceptaste que no podía casarme contigo y tampoco amarte toda la vida. Ahora me doy cuenta de que me salvé de compartir mi vida con una mujer como tu, egoísta, cizañosa y resentida.—
Loreto no podía creer todo lo que le había dicho Rómulo, había dejado toda su educación de lado para dejarle las cosas en claro, no pudo contener sus lágrimas. Rómulo subió a la habitación de Valeria, afuera estaba María Luisa con la llave para abrirle. Él entró, Valeria estaba en una esquina a oscuras llorando sin consuelo. Se conmovió demasiado al verla muriendo de miedo, por la oscuridad de la habitación. Al ver a su tío se aferró a él, le dolía a Rómulo darse cuenta de todo el daño psicológico que le había hecho María Luisa a su propia hija.