Siempre nos hablan del tiempo como algo lineal, primero el pasado, luego el presente y por último el futuro y también nos hablan de que el único tiempo real es el presente, porque el pasado ya pasó y el futuro no está hasta que llega, pero ¿Qué tal si no fuera así? ¿Qué pensarías si te digo que el tiempo, paradójicamente, es y no es línea a la vez? ¿Y que vivimos varios momentos al mismo tiempo y esto no se limita para nada al presente?
Te invito a descubrir poco a poco la complejidad de esta historia y a sumergirte en un océano de emoción a medida que leas su trama.
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Capítulo XXI, Andrea
Cinco días habían transcurrido desde que la guardiana había entrado en el plano físico materializándose frente a mí y habíamos hecho un pequeño intercambio de poder y luego ella había vuelto a su forma astral y se introdujo en lo profundo de mi hermano, aguardando en lo profundo de la mente de él, lista para salir cuando el rey Francisco lo obligará a viajar en forma de proyección psíquica y así ella podría protegerlo de ese nefasto rey.
Durante todos estos días había estado sintiendo ansiedad ante la idea de que la guardiana no pudiera derrotar a Francisco y este le hiciera daño una vez más a mi hermano o, peor, lo asesinara o… le hiciera un daño incluso peor que matarlo.
Me encontraban trotando en un parque, como parte de mi entrenamiento para mejorar mi condición física. El poder que había recibido afectaba un poco mi cuerpo porque este no era un recipiente lo bastante fuerte para el uso completo de ese poder. La guardiana me había explicado que en un futuro podría usar incluso mucho más poder que ese sin que me afectara, pero que mientras tanto lo mejor era regular eso con ejercicio físico y meditación, además de comer sano.
«Mi velocidad y mi condición física han estado mejorando a pasos agigantados, supongo que el poder que he desarrollado y el nuevo poder que recibí influyen mucho en este proceso de pulir las capacidades de mi cuerpo.»
Aumenté el ritmo del trote mientras el viento acariciaba mi rostro y el sol era ocultado por las grises nubes. El sudor comenzaba a correr por mi piel, para ese momento ya llevaba una hora trotando.
«Una hora más así y regresaré a casa, veré como está mi hermano y luego me dedicaré a estudiar.»
Mayor no podría ser mi sorpresa cuando al estar llegando a la puerta de mi hogar, de pronto todo se tornó oscuro y al momento siguiente estaba de nuevo en el parque donde antes estaba trotando.
—¡¿Qué demonios acaba de pasar?!
Miré a mi alrededor y noté que la posición del sol fuera diferente, pero no como si fuera más tarde, al contrario, era como si de pronto fuera más temprano; revisé mi celular y vi la hora con incredulidad.
«Son más de dos horas más temprano, es aproximadamente la misma hora a la que llegué caminando a este parque y de hecho siento mi cuerpo como si en ningún momento hubiera trotado.»
Volví a trotar esas dos horas y regresé a casa. Esta vez no hubo sorpresas, pude entrar a la casa sin problema alguno, pero igualmente la experiencia había sido perturbadora y seguía sin entender exactamente qué había pasado.
Vi a mi hermano y le pregunté si estaba bien y si el rey Francisco lo había convocado otra vez.
—No ha vuelto convocarme, por ahora, pero siento que hay algo más que te preocupa, hermanita ¿Hay algo que quieras decirme? —La mirada de mi hermano era extremadamente seria y penetrante.
Le conté con detalle lo que acababa de pasar.
—Suena como un cambio al pasado, he investigado últimamente al respecto. —Su respuesta me resultó impactante y a él le tomó quince minutos lograr que entendiera el asunto. Todo a pesar de que yo misma ya sospechaba de los cambios al pasado y había sido plena testigo de uno anteriormente: el de cuando compré el medio kilogramo de azúcar.
Resultó que mi trote original de dos horas se había borrado de la línea de tiempo y como resultado yo había sido teletransportada devuelta al parque, exactamente a la misma hora a la que había llegado originalmente. Pero lo más impactante en realidad fue que según mi hermano, era yo misma la que había generado ese cambio al pasado.
«Las leyes de mi mundo se están haciendo añicos y el tiempo se torna salvaje.»