Ella es una chica que vive su vida segura de que no nació para amar, mientras que él es un hombre que ya amó una vez pero que no supo hacerlo bien.
Una noche se encuentran en una situación extraña sin saber que el destino ya lo tenía todo planeado.
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Veintiuno
Renato ¿Estabas durmiendo ya?
- No preciosa, estoy frente al ordenador. - ya era tarde en la noche y el hombre aprovechó la llamada para estirar un poco la espalda- ¿Sucede algo?
- Nada, vi tu luz encendida...
- Espera, ¿me estás diciendo que estás afuera de mi casa a esta hora?- ella se puso una mano en el rostro al darse cuenta del error que cometió-Sofía, dime que no andas sola, dime que Dom está contigo.
- Estoy sola.- le contestó como si no quisiera que él la escuchara.
- Estás loca Sofía ¿Acaso no sabes lo peligroso que es New York? No salgas del auto ni bajes las ventanas, ya voy a buscarte.
Ella escuchó el sonido de una silla moverse con rapidez y le pareció tierno, si él supiera quien era ella en realidad sabría que quienes corren un riesgo si se le acercan son los demás.
Menos de tres minutos y lo tenía parado al lado de su auto con un pantalón de pijama de seda que se pegaba a los músculos de sus piernas y una camiseta blanca, todo un espectáculo.
- Que sea la última vez que haces una cosa como esta.- venía con ella tomada de la mano y la regañaba como si fuera una niña- Pareciera que no naciste aquí y que no supieras los peligros que puedes encontrarte sola a estas horas, incluso aquí que es un barrio de ricos.
- Renato yo sé cuidarme, no te preocupes tanto.
- Si, por eso te conocí escondida en un baño escapando de Dios sabía quien y tuve que salvarte haciendo parecer lo que no era.
Ella sonrió, no podía decirle que al final por su culpa fue que sucedió todo, si la hubieran encontrado sola ella los habría acabado, con algo de trabajo pero seguramente ella los dejaría hechos polvo.
- Entra por favor.- le pidió cuando llegaron al departamento del hombre, por venir perdida en sus pensamientos ni cuenta se dio que ya habían llegado.
No había terminado de poner un pie dentro cuando sintió como él la envolvía en sus brazos y suspiraba contra ella.
- No vuelvas a hacer esto Sofía, no quiero que te pase nada y menos por venir a mi casa, prométeme que vas a ser sensata.
- Lo prometo si me dejas respirar. - se burló de la forma en la que la abrazaba.
- No es gracioso Sofía, promételo.
El hombre puso un dedo debajo del mentón de ella y la obligó a mirarlo.
- Lo prometo.- fue todo lo que dijo antes de recibir sus labios tibios contra los de ella.
- Si me vas a corregir de esa manera vendré todos los días en medio de la madrugada. - el achicó los ojos y la miró amenazante- Es una broma.
- Ven, vamos a dormir.- el hombre se separó y ella se quedó congelada en su sitio al escucharlo- Me imagino que si viniste a esta hora fue para quedarte, pero si lo prefieres te llevo a tu casa porque de aquí no sales sola a esta hora.
- No, vine para quedarme.- le respondió con un escalofrío recorriendo su espalda y lo vio levantar los brazos para sacarse la camiseta que llevaba puesta.
- Toma, ponte esto, es limpia, me la puse solamente para buscarte y sé que te va a quedar muy bien.
La voz de Renato había cambiado a una más gruesa, una que denotaba deseo y ella tragó aunque sentía la boca seca, era la primera vez en su vida que estaba asustada y le gustaba esa sensación de tener un sentimiento extraño por un hombre.
- Sofía- lo escuchó decir aquel nombre y se estremeció un poco más- No tengas miedo, no va a pasar nada, simplemente vamos a dormir, y no te preocupes yo lo haré aquí en el sofá, ven para llevarte a la habitación.
- Espera.- lo detuvo poniendo su mano derecha en el pecho bien marcado del hombre- Duerme conmigo, quiero que me abraces.
Él volvió a achicar los ojos intentando buscar las intenciones de la chica.
- No va a pasar nada esta noche Sofía.
- ¿Y mañana por la mañana? - le preguntó con cara de niña inocente tratando de hacerlo cambiar de idea.
- Tampoco.
- ¿Seguro?- el hombre asintió- Bueno tenía que intentarlo, pero igual quiero que me abraces.
- Vamos mi niña malcriada.- la tomó de la mano y la arrastró tiernamente hacia la habitación.
Ella se detuvo y soltó su mano al estar cerca de la cama y poniendo la camiseta sobre esta se giró para quedar de frente al hombre.
Con la mayor calma del mundo zafó sus pantalones estilo ejecutivo de corte recto, los dejó que se delizaran por su piel hasta caer al suelo y sacó después sus pies de entre la pieza de ropa sin quitar los tacones que traía puestos.
Seguido de esto y bajo la atenta mirada de Renato fue quitando uno a uno los botones de su blusa de satén y la dejó caer igualmente al suelo para con el descaro más grande del mundo soltar el cierre de su sujetador y dejar sus pechos a la vista del hombre.
Renato acortó la distancia entre ellos sin apartar la vista de aquellos deliciosos senos y arrastró la mano izquierda por la espalda desnuda de la chica para pegar aquella delicia a su pecho y comenzar a besarla.
A Danara aquel beso le supo a gloria, y más al sentir el calor de su piel junto a la de ella, era como estar en otra dimensión y casi gruñe cuando sintió que él se separaba.
- Vamos a dormir malcriada. - lo escuchó decir y sintió como pasaba por su cabeza la camiseta que él tuvo puesta minutos antes y que ni supo cuando cogió de encima de la cama.
Enzo lo sabía por eso apoyo esa relación él sabía que en esta vida a pesar de nuestros errores todos merecemos amor