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La Mujer De Ovarios

La Mujer De Ovarios

Status: En proceso
Genre:Yuri / Venganza / Mujer poderosa / Mafia / Casada con el millonario / Triángulo amoroso
Popularitas:2.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Cris_R

¿Qué serías capaz de hacer por amor?
Cristina enfrenta un dilema que pondrá a prueba los límites de su humanidad: sacrificarse a sí misma para encontrar a la persona que ama, incluso si eso significa convertirse en el mismo diablo.

NovelToon tiene autorización de Cris_R para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Mi nuevo objetivo

Los días pasaban lentamente. Una semana había transcurrido, pero para mí era como si el tiempo se hubiera detenido. Las noticias seguían sin aparecer, y las horas se deslizaban ante mis ojos como una niebla espesa que no me dejaba pensar con claridad. Sentía que me ahogaba. Dormía poco, comía nada. Mi ansiedad era tan abrumadora que no sabía qué hacer conmigo misma.

—Por favor, come. Te hice tus chilaquiles favoritos —dijo mi madre, con una dulzura que solo una madre sabe expresar, mientras colocaba el plato frente a mí.

Todos mis hermanos estaban fuera, trabajando, y la casa estaba en silencio, solo nosotros dos.

—Gracias, mamá, pero no tengo hambre —respondí, mi voz temblorosa y agotada.

—Por favor, inténtalo. No quiero verte más mal. No quiero verte más delgada —sus palabras fueron como un susurro quebrado, sus ojos llenos de lágrimas contenidas. Ella estaba preocupada, tanto que me dolía verla así.

—Lo intentaré, mamá, lo intentaré —dije, mi voz también quebrada mientras la abrazaba. No era justo para ella, verla así, tan rota, mientras yo me desvanecía frente a ella.

—Tú realmente la amas, ¿verdad? —preguntó, sus manos temblando levemente mientras trataba de calmar sus propios sollozos. Se veía fuerte, como siempre, pero detrás de sus palabras había un miedo profundo, el miedo de no poder comprender lo que estaba sucediendo.

—La amo tanto como me amo a mí misma —respondí en voz baja, casi sin ganas de hablar.

—No entiendo mucho sobre el amor entre chicas, pero hablé con el padre de la iglesia, y él me dijo que Dios es grande, amoroso y no quiere odio... He tratado de cambiar mi perspectiva. Aunque siento que he sido muy dura... —sus palabras estaban llenas de dudas y arrepentimiento.

—Yo te entiendo, mamá. Y no te culpo. Creciste en otro ambiente, todo esto es nuevo para ti. Puede que ahora no lo entiendas, o tal vez nunca lo hagas... Pero eres mi madre, y esperaré a que lo comprendas —dije, tratando de sonreír, aunque la tristeza me pesaba. Le di un beso en la mejilla antes de regresar a la silla.

—No sé qué hice para tener una hija tan comprensiva como tú. Eres tan buena... Prometo que haré mi mayor esfuerzo. Lo único que me da paz es saber que tú eres feliz —dijo mi madre, con una leve sonrisa en sus labios, aunque sus ojos seguían reflejando ese temor que no podía ocultar.

El desayuno, aunque delicioso, no cambió mucho. Había arreglado algo con ella, pero los recuerdos de Eli seguían acechándome. A pesar de todo, traté de comer, no solo por mí, sino por ella. Tenía que hacerle sentir que estaba bien, que estaba mejorando, aunque por dentro me sentía rota. Me levanté rápidamente, ya era tarde. Mi madre insistió en que no fuera a la escuela, me dijo que descansara más, que el doctor podría estar vigilándome aún.

—No te preocupes, mamá. Ya me encuentro mucho mejor. Mira, hasta parezco más grande —bromeé, forzando una sonrisa. No quería verla llorar. Odiaba ver a mi madre así, tan vulnerable. ¿Qué clase de hija sería si hacía llorar a la mujer que más amaba?

Al llegar a la escuela, sentí todas las miradas sobre mí, cada paso que daba me pesaba más, como si el aire fuera más denso. Las voces susurraban, me sentía como un animal herido, expuesta a todos. Y entre esas miradas, apareció Lorena, esa chica que había tratado de evitar desde el secuestro de Eli.

Me sonrió y me sujetó del brazo.

—¿Qué te trae hoy por aquí? Pensé que estarías en cama —me dijo, con una curiosidad evidente en su voz.

—¿Qué te importa? —respondí, empujándola con fuerza mientras me dirigía a mi salón de clases. Lorena pareció entender el mensaje, alejándose sin decir una palabra.

Durante las clases, sentí los ojos de los maestros sobre mí, llenos de lástima. Todos sabían lo que había pasado. En los pasillos, los carteles de Eli seguían colgados, y las murmuraciones llenaban el aire. Algunas chicas hablaban de ella, de lo que le había sucedido, como si su vida fuera una historia de novela, algo que se podía debatir en voz alta.

Lorena, al ver mi incomodidad, me miraba preocupada. Sabía que no quería hablar, que aún me costaba aceptar lo que había ocurrido. Intentaba ignorarla, hasta que llegó la hora del almuerzo. Me senté en una mesa alejada, con el rostro lleno de desdén, buscando evitar las miradas curiosas. No quería hablar, no quería que nadie me recordara lo que había pasado.

Pero entonces, Lorena se acercó, ignorando por completo mi actitud. Se sentó frente a mí con una sonrisa y un plato en las manos.

—Te traje unas empanadas con jugo de naranja, para que tengas fuerzas —dijo, ofreciéndome el plato con una sonrisa brillante.

—No seas ridícula. Ya veo que incluso perdiste algunos kilos. Así no me vas a gustar. Come más —insistió ella, con su tono de siempre, imperturbable.

—No me interesa gustarte. No lo entiendes. No me gusta de esa manera, y ahora me repugnas, Lore. Tu forma de pensar... Me parece estúpida. Así que, aléjate —le respondí, molesta, aunque por dentro me sentía aún más rota.

Pero Lorena no pareció ofenderse. En lugar de irse, se sentó a un lado mío y me extendió el plato una vez más. Sabía que tenía hambre, aunque me resistiera. Estaba tan cansada de pelear conmigo misma. No podía negar que las empanadas estaban deliciosas, y me recordaron a mi madre, a sus promesas de que comería más. Así que, finalmente, tomé el plato y probé un bocado. No estaba bien, pero necesitaba ser fuerte.

Lorena no dijo nada más. Se quedó a mi lado, en silencio, como si comprendiera lo que yo necesitaba. Pero las voces a mi alrededor comenzaron a incomodarme. Un grupo de chicas se acercó a nuestra mesa, y, sin previo aviso, comenzaron a hablar de Eli.

—Seguro que esa zorra andaba con algún tipo y por eso la secuestraron —dijo una de ellas, sonriendo con desdén.

Lorena me miró, perpleja, y yo no pude soportarlo más. Me levanté de golpe.

—¿De qué estás hablando, estúpida? —mis palabras salieron con furia, como cuchillos.

—Estoy hablando de que tu amiga era una zorra. Todos los chicos iban detrás de ella. No sería raro que se metiera con el hombre de otra mujer y por eso le haya pasado eso —la mujer se mostró confiada, pero sus palabras me hirieron profundamente.

El calor de la ira me quemaba por dentro. Nadie podía hablar así de Eli. Nadie podía faltar al respeto de esa manera.

La tomé del cabello con fuerza, la tiré al suelo de un golpe, mirándola desde arriba con desprecio. La chica que la acompañaba se quedó en silencio, sin atreverse a intervenir.

—Mira, hija de puta... Eli es la mujer más hermosa y pura, a diferencia de ustedes, que parecen unas marranas. Mira tu cuerpo, mira esa cara. ¿Quién querría acostarse contigo? Eres horrible —grité, mi voz resonando en todo el comedor, haciendo que todos voltearan.

Lorena se acercó, su presencia fuerte y autoritaria, y me sorprendió con sus palabras.

—Soy familia de los Pérez. Todos aquí lo saben. Y el que no respeta a mi familia, no va a llegar lejos. Esta vez te dejaré ir, pero si vuelves a ponerle una mano a Cris, o hablar mal de mi familia, no lo voy a perdonar. Y eso va para todos —su voz era firme, y la chica, al ver la mirada decidida de Lorena, optó por callarse.

La chica, avergonzada, se levantó junto a su amiga, y ambas se marcharon sin decir una palabra más.

—Me sorprendes, Cris. Sueles ser tan serena, pero ahora... eres como una fiera —dijo Lorena, sonriendo al ver lo que acababa de suceder.

—Ya no quiero que nadie me vea por debajo de los pies. Quiero ser la persona que controle todo. He tomado una decisión, Lore. Hablaré con tu padre —respondí, con una determinación renovada.

—Por fin. Esta tarde ven a mi casa. Hablaré con mi padre, y tú te encargas de lo demás, ¿de acuerdo? —dijo Lorena, dándome un beso en la mejilla antes de alejarse.

Ese plan lo había estado considerando desde hacía una semana. Ya no podía quedarme de brazos cruzados. La búsqueda de Eli avanzaba demasiado lento, y el tiempo era mi enemigo. No podía permitirme descansar. Haría lo que fuera necesario para traerla de vuelta, incluso si eso significaba convertirme en alguien completamente diferente. Dejando atrás mi tranquilidad, me volvería una persona dura, implacable, dispuesta a que todos me temieran.

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dora leidy Yara bonilla
buena pero muy poquito,,,más capítulos largos plis
Jorge Vila
Comienzo interesante. Veamos como se desarrolla. Saludos autora./Rose//Rose//Rose/
Cris_R: Espero te guste, un saludo 🤓
total 1 replies
dora leidy Yara bonilla
q paso
Pamela Duran Sandoval
porfavor otro capítulo más de su novela porfavor gracias
Cris_R: Si actualizaré solo espera 🤓
total 1 replies
Pamela Duran Sandoval
me encanta su novela espero otros capítulos como estos quiero saber qué pasó con Eli y que pasara con Cris y lorena
Pamela Duran Sandoval
excelente novela me gusta como se va desarrollando la trama porfavor que tenga un final feliz y otro capítulo más
Cris_R: Me alegra que te gustara 🤓vere que puedo hacer jaja
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