Entre El Control Y La Pasión~

Ese día, el sol brillaba intensamente sobre la ciudad, haciendo que los rascacielos del distrito financiero relucieran con un destello casi cegador. El ajetreo de la jornada laboral transcurría con normalidad, hasta que a mediodía, Dimitrei recibió una llamada imprevista para asistir a una reunión urgente fuera de la empresa. Esto rompió con la rutina diaria que él y Thailor habían establecido.

Al leer el mensaje de Dimitrei, Thailor sintió una leve decepción en su expresión habitual, siempre calmada y hermosa.

'Tengo una reunión de última hora. No podremos almorzar juntos hoy.'

Thailor observó la pantalla de su móvil por unos instantes, y luego respondió rápidamente.

'No pasa nada, Dimitrei. Buena suerte con la reunión. Yo comeré por aquí cerca.'

Con un suspiro resignado, guardó su teléfono y trató de ocultar la pequeña punzada de desilusión. Sabía lo ocupada que era la vida de Dimitrei y siempre lo apoyaba sin interferir, entendiendo que su relación, después de todo, estaba regida por los términos de su contrato.

Decidido a no dejar que eso afectara su día, Thailor se levantó de su escritorio y se dirigió a almorzar solo. La oficina estaba tranquila, la mayoría de los empleados habían salido ya a la cafetería. Sin embargo, Thailor seguía las indicaciones estrictas de Dimitrei: nunca comer en lugares comunes, y mucho menos en la cafetería de la empresa. Él debía mantener cierto estándar.

Optó por un restaurante pequeño y acogedor cerca de la oficina, uno que siempre le ofrecía un ambiente relajado y comida deliciosa. Aunque solía ir con Dimitrei, no le importaba disfrutar de una comida solo en aquel lugar que ya consideraba familiar.

—Buenas tardes, señor Thailor. ¿Solo hoy? —le saludó el mesero habitual con una sonrisa afable.

—Sí, solo hoy —respondió Thailor con su amabilidad característica—. Lo de siempre, por favor: ensalada de salmón y jugo de vegetales.

El mesero tomó nota rápidamente y se alejó. Thailor eligió una mesa en la esquina, junto a una ventana que ofrecía una vista amplia de la calle. Mientras esperaba su comida, sacó un libro de su bolso, aprovechando para sumergirse en su lectura, un hábito que siempre lo relajaba.

Poco después, el mesero regresó con su pedido: una ensalada de salmón fresca y un vaso de jugo de vegetales. Thailor comenzó a comer despacio, saboreando cada bocado mientras leía, disfrutando de aquel momento de tranquilidad. Aunque estaba solo, sus pensamientos volvían una y otra vez a Dimitrei, preguntándose cómo iría su reunión y qué conversarían esa noche. Thailor sentía que, poco a poco, la compañía de Dimitrei se había vuelto una constante agradable en su vida, pero no podía permitirse soñar con algo más allá de los términos fríos del contrato.

El tiempo pasó rápidamente, y cuando terminó su comida, se dio cuenta de que había avanzado considerablemente en su lectura. Satisfecho, pagó la cuenta y salió del restaurante. El sol aún brillaba con intensidad, y el aire cálido de la tarde lo envolvió en una sensación de paz. Decidió dar un breve paseo por el parque cercano antes de regresar a la oficina.

El parque era su refugio, un lugar donde podía escapar del bullicio de la ciudad, aunque solo fuera por unos minutos. Mientras caminaba por los senderos arbolados, un hombre se le acercó con una sonrisa amistosa.

—Hola.

Thailor le devolvió una sonrisa leve y educada. —Hola, ¿te conozco?

—Te he visto antes. Trabajas en ese edificio, ¿verdad? —dijo el hombre, señalando hacia el edificio de la empresa de Thailor—. Mi oficina está justo enfrente.

Thailor se quedó en silencio por un momento, incómodo con la repentina familiaridad del extraño.

—Te ves diferente cada vez que te veo. Más guapo, si puedo decirlo. Perdón si soy demasiado directo, pero no pude evitar mencionarlo —añadió el hombre, con una sonrisa confiada.

—Gracias —respondió Thailor, con tono cortante—. Pero debo irme ahora.

El hombre lo miró con curiosidad antes de presentarse. —Soy Bradley. Tú eres Thailor, ¿verdad? Escuché a uno de tus compañeros llamarte así.

Thailor se detuvo un momento, lo miró brevemente y asintió, pero no mostró interés en prolongar la conversación. Sin decir más, continuó su camino, decidido a evitar cualquier malentendido que pudiera surgir, consciente de que no quería generar rumores mientras mantenía su estatus como la pareja de Dimitrei.

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