Lena, una joven que siempre ha sentido que es diferente, sin saber por qué. En la noche de su vigésimo primer cumpleaños, su vida da un giro inesperado cuando descubre que es la Luna destinada del alfa de la manada más poderosa de la región, un hombre llamado Aiden, conocido por su ferocidad y liderazgo implacable.Aiden, marcado por una profecía ancestral, ha esperado años para encontrar a su Luna, la única persona capaz de calmar la bestia dentro de él y traer equilibrio a su vida. Sin embargo, Lena no está dispuesta a aceptar su destino fácilmente. Mientras lucha por comprender y aceptar el vínculo que la une a Aiden, descubre que su conexión va mucho más allá del amor: está vinculada a un oscuro secreto que podría destruirlos a ambos.En medio de luchas internas, conflictos con otras manadas, y una amenaza que podría desencadenar una guerra, Lena debe decidir si está dispuesta a aceptar la marca del Alfa y el destino que le ha sido impuesto, o seguir su propio destino
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Capítulo 21 El Legado del Alfa El Legado de Sangre
Lena se despertó una mañana con un malestar que no pudo ignorar.
Desde hacía unos días, había estado sintiendo un extraño dolor en el vientre, una punzada aguda que la hacía encogerse en la cama.
Pero esa mañana, la intensidad era tal que la obligó a levantarse de golpe, el sudor cubriendo su frente. Su mente, aún adormecida, comenzó a conectar los puntos con una velocidad aterradora.
Había oído historias de otras mujeres en la manada, historias de cómo sus cuerpos cambiaban cuando llevaban dentro de sí a los hijos de un alfa.
Lena apenas podía creerlo, pero sabía que su instinto nunca la engañaba. Se llevó una mano al vientre y cerró los ojos. Era cierto. Estaba embarazada. Lo que inicialmente pensó que eran secuelas del agotamiento resultó ser algo mucho más significativo y aterrador.
Sin saber exactamente a quién acudir, Lena se levantó y se dirigió hacia el ala de la casa donde vivía su madre. Con cada paso, su mente corría por escenarios posibles: las criaturas que podían amenazar a su familia, los secretos del linaje del alfa, y las leyendas que su madre alguna vez le había contado cuando era niña.
Todos esos recuerdos parecían entrelazarse en un patrón que no podía ignorar. Cuando llegó a la habitación de su madre, la encontró sentada junto a la ventana, mirando hacia el bosque con una expresión pensativa.
—Mamá... —Lena comenzó, con la voz temblorosa. Su madre se volvió hacia ella inmediatamente, y Lena vio la preocupación en sus ojos antes de que pudiera decir una palabra más.
—Lena, ¿qué sucede? —preguntó su madre, levantándose de la silla.
—Creo que estoy... —Lena se llevó la mano al vientre nuevamente, sin necesidad de terminar la frase.
La mirada de su madre cambió, pasando de preocupación a una seriedad profunda. Sin decir una palabra más, la tomó de la mano y la guio hacia una pequeña sala, donde había una estantería repleta de libros antiguos y pergaminos.
—Sabía que este día llegaría, pero no esperaba que fuera tan pronto —dijo su madre mientras sacaba un libro grande y pesado, con una cubierta de cuero desgastado y letras doradas que apenas eran legibles.
Lena miró el libro con curiosidad y miedo. Algo en la energía que emanaba de él la hacía sentir incómoda.
—Este libro ha estado en nuestra familia por generaciones, pasado de madre a hija, esperando el momento en que sería necesario —explicó su madre mientras lo abría, revelando páginas amarillentas llenas de símbolos antiguos y textos en un idioma que Lena apenas podía entender.
—¿Qué es este libro? —preguntó Lena, su voz apenas un susurro.—Es el registro de nuestra sangre, de nuestra línea. Habla de la Marca del Alfa y de los poderes que conlleva. Pero también habla de las consecuencias, de las bestias oscuras que yacen en las sombras y de lo que podría suceder si no se controlan.
Este libro es tu legado, Lena. Y es hora de que lo entiendas.
Lena se sentó junto a su madre, que pasó las páginas del libro con reverencia, deteniéndose en una sección que estaba marcada con un pedazo de tela rojo. Las páginas describían la historia de las primeras mujeres de su línea, aquellas que habían recibido la Marca del Alfa.
Lena vio imágenes de lobos majestuosos, sus cuerpos adornados con símbolos brillantes que emanaban poder. Pero también vio otras imágenes, mucho más oscuras: criaturas bestiales, deformes, con ojos llenos de furia y desesperación.
—La Marca del Alfa no es solo un símbolo de poder —dijo su madre, señalando uno de los símbolos—.
Es una señal de que has sido elegida para llevar dentro de ti el poder de la manada, el poder de la sangre alfa. Pero este poder no viene sin un precio.
Las bestias oscuras que ves aquí... son el resultado de lo que sucede cuando este poder no es controlado.
Lena miró las ilustraciones con el corazón acelerado. Las criaturas en las páginas parecían vivas, sus ojos rojos brillando con una malicia que la hacía estremecerse.
—¿Qué... qué son esas bestias? —preguntó, su voz temblando.—
Son manifestaciones de la oscuridad dentro de nosotros —explicó su madre—. Cuando un alfa no controla su poder, o cuando la luna se alinea con fuerzas oscuras, estas bestias pueden liberarse.
No son solo un peligro para la manada, sino para el mundo entero.
Lena tragó saliva, sintiendo una nueva oleada de miedo. Pero su madre continuó hablando, su voz firme y llena de convicción.
—Pero no estás sola, Lena. Este libro también te enseña cómo controlar ese poder, cómo canalizar la energía de la Marca para mantener las bestias a raya. Debes aprender a usar este poder de manera sabia y responsable, especialmente ahora que estás esperando. La mención de su embarazo hizo que Lena se tensara.
Había estado tan concentrada en la revelación del libro que había dejado de lado el hecho de que llevaba dentro de ella a dos seres que serían parte de este legado.
—Mamá, tengo miedo —confesó Lena, sus ojos llenándose de lágrimas—. No solo por mí, sino por mis hijos. ¿Cómo puedo protegerlos de esto? ¿Y si no soy lo suficientemente fuerte para controlarlo?
Su madre la abrazó, sosteniéndola con fuerza.—Eres más fuerte de lo que crees, Lena. Pero debes confiar en ti misma, y en la sabiduría de quienes vinieron antes que nosotras.
Este libro es tu guía, pero también lo soy yo, y todos aquellos que te aman. No estás sola en esto.
Con el libro en sus manos, Lena pasó los siguientes días estudiándolo con fervor. Las palabras antiguas y los símbolos místicos parecían cobrar vida mientras los leía, sus significados revelándose a medida que profundizaba en las páginas. Pero con cada nuevo conocimiento que adquiría, también sentía un peso creciente sobre sus hombros. El malestar en su vientre se intensificó con el paso de los días.
Sabía que era una señal de los cambios que estaban ocurriendo dentro de ella, pero también temía lo que significaba. No era solo un embarazo normal. Sabía que sus hijos, aunque aún no nacidos, ya estaban conectados a la Marca del Alfa, y eso los ponía en un peligro inminente si no podía controlarlo.
Una noche, después de horas de estudio, Lena se despertó de un sueño inquieto, su cuerpo cubierto de sudor frío. Sintió un dolor agudo en su vientre, tan intenso que apenas podía respirar.
Se llevó una mano al estómago y, para su horror, sintió una marca caliente en su piel, como si algo estuviera grabado en su carne. Se levantó de la cama, tambaleándose, y se dirigió al espejo. Cuando levantó la camisa para ver su vientre, lo que vio la dejó sin aliento.
En su piel, justo por encima de donde sentía a sus hijos, había una marca brillante, un símbolo que reconoció de inmediato: era la Marca del Alfa, pero esta vez, estaba en su cuerpo.
El símbolo brillaba con una luz dorada, pulsando con cada latido de su corazón. Lena extendió una mano temblorosa hacia la marca, pero al tocarla, sintió una descarga de energía que la hizo retroceder, con los ojos llenos de terror.
—No... —murmuró, su voz quebrada—. Esto no puede estar pasando. Pero estaba pasando, y Lena sabía que no podía ignorarlo.
Corrió hacia la habitación de su madre, golpeando la puerta con desesperación.—Mamá, necesito ayuda —dijo, su voz llena de pánico.
Su madre abrió la puerta de inmediato, y al ver la expresión en el rostro de Lena, supo que algo grave estaba sucediendo.
—Lena, ¿qué sucede? —preguntó, con el corazón en la garganta. Lena no pudo responder con palabras. Simplemente, levantó la camisa, mostrando la marca en su vientre.
Su madre la miró con horror, reconociendo de inmediato lo que era.
—Es la Marca del Alfa... —murmuró su madre, su voz apenas audible. Lenaa asintió, incapaz de encontrar su voz. Su madre la tomó de las manos, llevándola de vuelta a la sala donde estaba el libro.—Debemos actuar rápido —dijo su madre, hojeando frenéticamente las páginas hasta encontrar la sección que hablaba de la Marca—.
No podemos permitir que la energía de la Marca se descontrole. Si lo hace, podrías perder el control, y eso podría ser devastador, no solo para ti, sino para tus hijos.
Lena escuchó las palabras de su madre, pero sentía como si estuviera en una pesadilla de la que no podía despertar. Su cuerpo temblaba, y su mente luchaba por procesar lo que estaba sucediendo. Todo lo que quería era proteger a sus hijos, pero ahora sentía que era una amenaza para ellos.
Con la guía de su madre y el conocimiento del libro..............