El esposo de un famoso ingeniero de robótica se suicida un día de repente y él al no soportarlo decide revivirlo con partes de robot, pero no todo será de color rosa como él lo pensó.
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Capítulo 21: Porque te amo lo hago.
Gale acariciaba el cabello de Dave mientras le dedicaba una sonrisa genuina y asentía con la cabeza.
—Entiendo, ahora suéltame. —Me miró de reojo y sus mejillas se volvieron rojas—. Quiero ponerme ropa.
—¿Estás bien Gale? —pregunté volteándome para darle espacio.
—Sí. Tengo calor, pero estoy bien.
Miraba la pared mientras pensaba en lo tranquilo que estaba todo, en especial Gale que había sido drogado. Actuaba normal.
—Y... ¿De verdad estabas drogado? —pregunté relamiendo mis labios con nervios.
—No, claro que no. —Hubo un silencio en la habitación, solo se escuchó el cierre de su pantalón subir—, Bueno, quiero decir que no es como una droga.
—Si es amor, —dijo Dave con tranquilidad en sus palabras.
Ya no escuché nada a mis espaldas, pero a mi cabeza se me vino la imagen de Gale mirando con el ceño fruncido a Dave.
—Puedes voltearte Hans, —dijo Gale por fin rompiendo el pequeño silencio que se había hecho.
Me di la vuelta y los miré a ambos más confundido que nunca. Entonces Gale estaba de acuerdo con inyectarse o ingerir ese tipo de droga. ¿Por qué? Analizaba en mi cabeza sin tener una respuesta. Así que me animé a preguntar algo para entrar en detalles.
—¿Qué es lo que pasó?
Gale me miró algo nervioso, no podía mantener su vista fija en mis ojos así que miraba al piso.
—¿Deberíamos decirlo? —preguntó Dave mirando a Gale para tener su aprobación y él no respondió. Al parecer eso fue un no.
Me acerqué a Gale y tomé sus manos suspirando, hice que sus ojos se enfocaran en mí y le sonreí.
—Puedes confiar en mí, —dije haciendo que sus ojos se abrieron por un leve segundo y luego me devolviera la sonrisa, pero aún no estaba convencido.
—Gracias, —contestó y soltó mis manos para mirar hacia Dave.
Bajé mis brazos y luego miré a Dave serio, algo estaba haciéndole. Me despedí de ellos y me fui a la habitación a ver cómo estaba el loco de Edwy. ¿Jamás había visto su parte lunática? De verdad que el amor ciega.
—Edwy, ya estoy aquí. —Cerré la puerta y lo miré sentado en la silla junto a la ventana con un libro en la mano.
Él volteó su cabeza a mirarme y arqueó sus labios de oreja a oreja mostrando esos dientes blancos. Puso en el libro un marca pagina y lo cerró, se levantó y lo puso sobre la mesita para por fin llegar hasta mí. Agarró mis manos y me llevó a sentarme en el asiento donde él estaba sentado.
—Sé que a veces te doy miedo, peor no es mi intención. Solo quiero amarte. —Se agachó frente a mí y se sentó en el suelo abrazando mis piernas.
Tragué en seco y dirigí mi mirada hacia afuera de la ventana, pronto iba a dejar de llover. Nuestra casa volvería a estar vacía, solo nosotros dos.
—¿Aún quieres que abra esa ventana para salir al balcón? —preguntó él haciendo que mí atención se centre en su rostro.
—Si quiero.
Él desvió su mirada al balcón y luego apoyó su cabeza sobre mi regazo. Mis manos se movieron solas y empezaron a acariciar su cabello en un acto que no tuve el control. Lo solía hacer todo el tiempo, pero ahora era diferente.
—¿Aún me amas?