Después de dos años de matrimonio, me di cuenta de que nuestra relación era un fracaso. Durante ese tiempo, intenté ganarme el amor de James, pero el heredero de la corporación Sterling simplemente me despreciaba.
James, un hombre atractivo, codiciado y rico, hacía que yo fuera la envidia de muchas mujeres. Sin embargo, nadie sabía que detrás de las puertas cerradas de nuestro hogar, James me trataba con frialdad y desdén.
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CAPÍTULO#19: OJOS TORMENTOSOS
⪻Ana Sinclair ⪼
Rachel me dirigió una mirada acompañada de una sonrisa enigmática que insinuaba que había algo significativo en lo que estaba por revelar.
—Quiero presentarte a una persona de suma importancia para esta empresa, Ana —dijo con un tono de voz que denotaba entusiasmo y gravitas a la vez.
Asentí, mi curiosidad aumentaba a medida que me preguntaba quién podría ser esa persona tan relevante. Ante mí, un hombre estaba de espaldas, absorto en la revisión de unos documentos que parecían ocupar toda su atención. Rachel se acercó a él con decisión y, después de un breve instante, pronunció su nombre, llamándolo con familiaridad y respeto.
—Evans, quisiera que conocieras a Ana Sinclair Hamilton. Ana, él es Evans Morgan Starling.
Al escuchar ese nombre, mi corazón dio un brinco inesperado. Evans se dio la vuelta lentamente, y al fijar la mirada en él, me percaté de por qué su rostro me resultaba tan conocido. Era un integrante de la renombrada familia Starling. Antes de que pudiera asimilar completamente la sorpresa que me invadía, él extendió su mano hacia mí, adornada con una sonrisa cautivadora.
—Es un placer volver a verte, hermosa dama —comentó él, sus ojos destilando una mezcla de diversión y una chispa de algo más profundo.
Rachel nos miró con sorpresa. —¿Ya se conocían? —preguntó, con una expresión de desconcierto en su rostro.
Estaba a punto de responder cuando Evans se anticipó en la conversación. —Tuvimos un encuentro fortuito y tuve el privilegio de conocerla —dijo con una sonrisa cordial.
Rachel asintió lentamente, pero su expresión delataba una leve sospecha. —Evans es el hermano menor de mi difunto esposo —aclaró, mientras observaba atentamente nuestras reacciones, como si intentara medir la veracidad de sus palabras.
Experimenté una amalgama de emociones que me invadieron en ese instante. La sorpresa se entrelazaba con una curiosidad apremiante y, además, había una chispa de algo indefinible que despertaba en mí una intriga profunda. Evans, por su parte, mantenía una sonrisa relajada en su rostro, pero había algo en la profundidad de sus ojos que me transmitía una intensidad indescriptible, un fuego oculto que me desconcertaba y que no lograba entender del todo.
⪻Evans Morgan ⪼
—Es un verdadero placer encontrarte nuevamente, Ana —murmuré, esforzándome por aparentar tranquilidad. A pesar de que mi corazón se desbocaba en mi pecho, intenté mantener la calma en mi rostro. Rachel, situada a un lado, nos miraba con una atención casi palpable, y era consciente de que debía ser cuidadoso con cada palabra que eligiera.
Ana, por su parte, parecía mostrar sorpresa al verme, aunque en su mirada también podía vislumbrar una determinación que me intrigaba profundamente. Sin pensarlo dos veces, extendí mi mano hacia ella, y en el instante en que nuestras manos se encontraron, sentí que una conexión instantánea y poderosa se establecía entre nosotros. Fue como si el mundo a nuestro alrededor se desdibujara y solo existiéramos nosotros dos en ese preciso momento.
—Espero que podamos colaborar de manera fluida y armoniosa —dije, manteniendo mi mirada fija en sus ojos, transmitiendo mi sinceridad y deseo de construir una buena relación profesional.
Fue entonces cuando Rachel decidió intervenir, interrumpiendo ese instante de conexión entre nosotros. —Ana, quiero que sepas que Evans será un apoyo fundamental en tu nueva posición —comentó con seguridad, reafirmando su confianza en nosotros. —Estoy convencida de que ambos encontrarán la forma de trabajar juntos de manera eficaz y complementaria.
⪻James Starling ⪼
La charla que tenían Ana y mi tío me estaba exasperando de una manera que no podía disimular. Cada palabra que intercambiaban y la forma en que ella se movía con total seguridad y gracia me provocaban una mezcla de frustración y celos. Parecía como si fuera la dueña de la situación, como si todo lo que sucedía a su alrededor le perteneciera. Esa imagen de confianza me incomodaba, así que decidí que era el momento de actuar antes de que las cosas se fueran de las manos.
—Disculpen, pero realmente necesito hablar con Ana —comenté, interrumpiendo la conversación de manera brusca. Sin esperar a que nadie respondiera, tomé a Ana del brazo con una firmeza que dejaba claro mi propósito y la conduje hacia un rincón apartando del resto.
Ella me miró con esos ojos tumultuosos, cargados de desprecio y un profundo odio. A pesar de la frialdad de su mirada, lograba mantener su dignidad y compostura, lo que solo servía para incrementar mi frustración.
—¿Cuál es tu intención? —le lancé de manera brusca, esforzándome por contener la ira que burbujeaba en mi interior—. ¿Has vuelto ahora para quitarme lo que es mío? ¿No te cansas de hacer de mi vida un verdadero problema?
Ana dejó escapar una risa irónica, manteniendo su mirada fija en la mía con una intensidad que me incomodaba. —¿Tu vida miserable? —respondió, con un tono cargado de sarcasmo—. James, has sido tú quien ha arruinado todo lo que tenías. No pretendas culparme a mí por tus fracasos.
Sentí cómo la rabia me invadía por completo, una ola de indignación que me consumía. —¡No te atrevas a hablarme de esa manera! —exclamé, avanzando hacia ella con firmeza—. Todo esto es culpa tuya. Si no hubieras aparecido en mi vida, las cosas serían diferentes, todo estaría en su lugar.
Ana alzó una ceja, mostrando claramente que estaba divirtiéndose con mi respuesta. Con un tono de voz impregnado de ironía, preguntó. —¿De verdad piensas que todo esto es culpa mía?—. Sus palabras resonaban con desdén mientras continuaba—. James, eres lamentable. Siempre estás buscando a alguien a quien responsabilizar por tus propios fracasos.
—¡Basta ya! —grité, sintiendo cómo la ira me invadía y temía perder el control de la situación—. No tienes ningún derecho a estar aquí. Esta empresa me pertenece, y no voy a permitir que vengas a socavarla.
Ana me observó con una serenidad que resultaba francamente exasperante. —James —dijo, con una firmeza inquebrantable—, la empresa nunca ha sido tuya. ¿Debo recordarte que la mayor parte me pertenece?. Estoy aquí para garantizar que se maneje de la manera correcta.
—¿Correctamente? —repetí, incapaz de ocultar mi incredulidad—. ¿Y qué sabes tú sobre la administración de una empresa? Solo eres una oportunista que se aprovecha de las circunstancias.
Ana avanzó hacia mí, su mirada desenfrenada y más intensa que nunca. —Sé más de lo que imaginas, James. Y te aseguro que llevaré a cabo un trabajo mucho mejor de lo que tú podrías lograr en toda tu vida.
La ira me consumía por dentro y nublaba mi juicio. —¡No te atrevas a subestimarme! —exclamé con fuerza, notando cómo mi voz reverberaba en el pasillo desierto—. No permitiré que me arrebates lo que es mío.
Ana se mantuvo firme, sin mostrar ninguna señal de vacilación. —James, ya te lo he repetido en múltiples ocasiones. Esto nunca te perteneció. Y cuanto antes logres aceptarlo, será mejor para todos los involucrados.
Dónde dejaste a la sanguijuela de la Débora ????!!!!
A sobarse pués 🤭
Nunca estuviste de acuerdo con ese matrimonio arreglado....
Espero las próximas líneas no sean de maldad desmedida y una mujer doliente, sumisa
ayyy Dëbora.... pobre de tï 🤭