LA JOVEN ESPOSA DEL TÍO DEL REY

Frente suyo, con una mirada preocupada, se encontraba el fantasma de la anterior reina. Jamás pensaría que vería alguna vez el espíritu de su antigua cuñada, la fallecida madre de su sobrino Somnus.

—Esto es todo lo que puedo hacer—expresó la anterior reina—la Muerte solo me ha permitido mostrarte un pequeño fragmento de lo que pasará. No creas en Erin, ella está aliada con la princesa Fiona.

—¿Espera... qué?—preguntó anonadado—¿De verdad eres Irene?

—Por favor—respondió la madre de su sobrino—ayuda a mi hijo...protegelo, no dejes que esa mala mujer lo dañe.

Sin darle un solo segundo, vio como el espíritu de la mujer de cabello castaño claro se desvanecía en pequeñas partículas plateadas. Dejando al borde de la locura a Elwin, este tuvo que vomitar de inmediato el piso debido a lo mal que se sentía.

Luego de regurgitar todo, observó el calendario en su pared y supo que, si de verdad todo lo que había soñado era cierto, faltaban solo tres días para que eso ocurriera.

—¿De verdad Erin es así?—preguntó en un susurro—es la primera vez que la veo hablar así.

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Mientras Elwin se recuperaba de la enorme impresión que tuvo con aquella pesadilla y el haber hablado con un muerto, dos personas caminaban por el largo pasillo que conducía al despacho del rey.

—Increíble—expresó Genevieve.

La madre de Abril estaba sorprendida al ver como podían moverse en aquel lugar tan custodiado, sin que ningún guardia se moviera. Podía ver en las cabezas de estos como un espíritu amigo de su hija, se encontraba danzando encima de ellas, provocando que estos entraran en sueño.

—Princesa—expresó Gladiolus—no tiene que hacer esto sino lo quiere.

Genevieve observó con detalle la puerta del despacho del rey, suspirando después de unos segundos en silencio. La situación estaba complicada, si de verdad lo que había escuchado de los espíritus amigos de su hija era cierto.

—Teniendo tu un poder igual al del rey y su tío—respondió Genevieve—¿Por qué no interfieres para evitar todo esto?

—Solo estoy acá para evitar ciertas cosas, por el momento no puedo meterme en esto—le aclaró a la princesa—si Abril no puede hacer frente a esto, que de verdad resulta ser una pequeñez, no podrá sobrevivir a lo que se le viene.

La princesa observó a Gladiolus, para luego bajar su mirada y observar sus dos manos. El veneno de la muerte, aquel que se introdujo en su cuerpo después de haber matado al hombre que había abusado de su hija, y la cual amenazaba con cobrar su propia vida, había llegado al punto donde su hombro se conectaba con su cuello. Era cuestión de tiempo para ella muriera.

—Si antes de morir puedo alivianarle un poco el camino a mi hija—dijo mientras entraba—un poco habrá valido la pena.

Gladiolus asintió antes de que Genevieve cerrara la puerta al frente de él, sabiendo que la princesa haría todo por Abril, estaba seguro de que ella intentaría mediar un poco para que la ceguera que tenía el rey se fuera aclarando un poco. No obstante, aunque él quisiera intervenir, el trato que había hecho con los espíritus lo limitaba demasiado.

Genevieve dio pequeños pasos, tanteando entre la penumbra que solo se disipaba un poco por una lámpara de aceite casi apagada. Entre un frío aterrador y un fuerte olor a alcohol, observó al rey tirado contra una pared, llorando a más no poder.

—¿Princesa Genevieve?—preguntó el borracho hombre—¿Estoy soñando? ¿Por qué estoy viendo a la madre de la mujer que me quitará todo?

—Soy yo, mi rey—respondió sentándose frente a él.

Un sentimiento de lástima inundó el corazón de Genevieve, al ver a aquel respetado y poderoso hombre sucumbir ante el amor de una mujer que ni siquiera lo consideraba un esposo. Enseguida recordó su tiempo con el emperador y como este la ultrajó hasta dar finalmente a luz a Abril. Si bien la situación era distinta, puesto que ella nunca amó al padre de su hija, podía entender muy bien a Somnus.

—¿Cómo entraste?—le preguntó—No...no me diga. Al final de cuentas todo esto será de Abril, ¿Qué más da?

A causa del alcohol, la inhibición del rey estaba por los suelos, de modo que, sin medir ninguna consecuencia estaba ocultando todo lo que su corazón estaba anhelando desahogar.

—Su majestad—respondió tomando su mano—, perdone mi atrevimiento, pero deseo ayudarlo.

—¿Ayudarme cómo?—le cuestionó observando su mano negra.

—A liberar un poco su corazón—habló mientras le colocaba unas esposas.

Sin esperar a que el rey dijera algo, la princesa lo tomó del cabello y lo aventó contra el piso, colocándose ella encima de él. Aquel movimiento hizo que lo botones de su bata se abrieran un poco y dejaran ver un poco su abultado busto de copa C.

Recordando las palabras que tuvo con Gladiolus, cuando este fue a despertarla hacía una hora, supo un secreto muy importante del sobrino de Elwin: el rey no era más que un hombre fetichista, el cual le gustaba ser sumiso y sometido por una mujer en la cama. Por ende, Gladiolus le recomendó entrar un poco en el corazón del rey, usando el método del sadomasoquismo, a modo que este poco a poco se fuera distanciando de lo que sentía por Erin.

—Pobrecito—habló Genevieve—quién diría que el gran Rey Somnus V tuviera más de un año de celibato por culpa de su esposa...digame, ¿No le gustaría ser sometido?

—¿Cómo sabes...—preguntó un poco avergonzado—suéltame... solo quiero estar con Erin.

Sin dejar que hablara más, Genevieve lo colocó boca abajo y mientras su mano descendia entre sus pantalones, comenzó a morder su oido. Si bien era mucho mayor que el rey, su longevidad le hacía ver como de la edad de Abril. Por ende, sumado a la extraña sensación de éxtasis que le provoca someter a alguien, hizo que poco a poco Genevieve también se metiera en el juego.

—Vamos, solo un poco—respondió apretando con su mano su entrepierna—¿Su esposa puede pedirle estar con alguien, pero usted no puede hacerlo?

Somnus mordió sus labios, mientras se retorcía bajo el cuerpo de Genevieve. A medida que sentía como su toque aumentaba, intentó safarse de las esposas, pero su borrachera se lo impedía. Sintiendo una sensación de gozo al ser sometido por primera vez desde hacía tiempo, puesto que desde que se casó había ocultado esa faceta, dejó que Genevieve continuara mientras agarraba con fuerza la alfombra la cual se llenó con su fluido minutos más tarde.

—Salió mucho—respondió la princesa.

Al ver su mano llena de la espesa y blanca semilla del rey, entiendo ahora la frustración que llevaba por tanto tiempo en celibato, por alguna extraña razón hizo que una pequeña sonrisa se dibujara en el rostro de Genevieve, provocando que esta probara un poco de aquello, mientras Somnus la observaba con la respiración entre cortada.