Sombras Del Poder

**Capítulo 10: La Trampa**

La noche cayó sobre la ciudad, envolviendo los edificios en una manta de sombras. El segundo asalto había dejado huellas visibles en la mansión Santoro, pero Valeria y Antonio no podían permitirse el lujo de descansar. Sabían que Mario Santoro no se daría por vencido tan fácilmente. La tensión en el aire era palpable, como la calma antes de una tormenta aún mayor.

Antonio, junto a sus aliados y hombres de confianza, evaluaba la situación. Sabía que Mario estaba planeando algo grande. Debían adelantarse a sus movimientos si querían tener alguna oportunidad de sobrevivir.

—Necesitamos una trampa —dijo Antonio, su mente trabajando a toda velocidad—. Debemos atraer a Mario y sus hombres a una posición donde podamos neutralizarlos.

Valeria, a su lado, asintió, sus ojos brillando con determinación.

—Tenemos que usar el conocimiento que tenemos de Mario en nuestra ventaja. Sabemos cómo piensa.

Juntos, comenzaron a trazar un plan para atraer a Mario a una trampa cuidadosamente diseñada. Sabían que debían actuar con rapidez y precisión. Cualquier error podría ser fatal.

Mientras tanto, en su refugio, Mario también estaba en plena planificación. Después del segundo asalto, había comprendido que subestimó la resistencia de Valeria y Antonio. Ahora, estaba decidido a terminar con esto de una vez por todas.

Luca, fiel a su lado, escuchaba atentamente mientras Mario delineaba el nuevo plan.

—Esta vez, iremos directamente al corazón —dijo Mario con voz fría—. Nos infiltraremos en la mansión, utilizando la información de nuestros informantes. Esta vez, no habrá escapatoria para ellos.

Elena, aunque preocupada, observaba a Mario con una mezcla de amor y temor. Sabía que cada decisión que tomaba era por su familia, pero no podía evitar preocuparse por el peligro que enfrentaba.

—Mario, por favor, ten cuidado —dijo Elena, su voz suave pero llena de sinceridad—. Necesitamos que regreses a salvo.

Mario la miró con ternura, tomando su mano.

—Lo haré, Elena. Esto es por nosotros y por nuestros hijos.

La noche avanzaba, y ambos bandos se preparaban para el enfrentamiento final. Antonio y Valeria, con sus aliados, habían establecido una serie de señuelos y trampas alrededor de la mansión. Utilizando pasadizos secretos y puntos estratégicos, se preparaban para la llegada de Mario.

Mario, con Luca y un grupo selecto de sus mejores hombres, se movía en silencio hacia la mansión. Estaban armados y listos, utilizando el conocimiento de los informantes para evitar las defensas visibles. Sin embargo, no sabían que Valeria y Antonio ya anticipaban sus movimientos.

El primer contacto fue rápido y brutal. Los hombres de Mario irrumpieron en la mansión, solo para encontrarla aparentemente vacía. Las luces parpadeaban y el silencio era inquietante.

—Esto no me gusta —murmuró Luca, sus ojos escudriñando las sombras.

Mario, manteniendo su compostura, avanzó con cuidado. Sabía que Valeria y Antonio estaban cerca, pero no esperaba lo que vino después.

Una explosión resonó en la distancia, seguida de una serie de disparos. Los hombres de Mario se dispersaron, tratando de localizar la fuente del ataque, pero cada paso que daban parecía guiarlos más profundamente en la trampa.

Desde un punto estratégico, Antonio y Valeria observaban el caos.

—Funciona —dijo Valeria, su voz llena de esperanza—. Están cayendo en la trampa.

Antonio asintió, pero mantenía la concentración.

—No podemos subestimarlos. Mantente alerta.

Mario, dándose cuenta de que había caído en una emboscada, ordenó a sus hombres reagruparse. Con una mezcla de furia y admiración, reconoció la astucia de Valeria y Antonio.

—¡Reagrúpense! —gritó, disparando hacia una sombra que se movía.

El enfrentamiento se intensificó, con ambos bandos intercambiando disparos y buscando cobertura. Valeria y Antonio, utilizando su conocimiento del terreno, mantenían la ventaja, pero Mario no era alguien que se diera por vencido fácilmente.

En medio del caos, Mario vio una figura familiar. Antonio, moviéndose rápidamente, trataba de coordinar a sus hombres. Con una mezcla de ira y determinación, Mario avanzó hacia él, disparando sin descanso.

Antonio, al ver a Mario, supo que el enfrentamiento final era inevitable. Con un grito de desafío, se lanzó hacia él, sus armas disparando en rápida sucesión.

La batalla entre Mario y Antonio fue intensa, cada uno luchando con una furia y habilidad que solo años de enfrentamientos y traiciones podían forjar. Alrededor de ellos, la mansión se convertía en un campo de batalla, con hombres de ambos lados cayendo y luchando con desesperación.

Valeria, viendo a Antonio y Mario enfrentarse, sintió una oleada de emociones. Sabía que este momento definiría su futuro. Con determinación, se unió a la lucha, moviéndose con precisión y letalidad.

La batalla continuó hasta que finalmente, en un momento de descuido, Antonio logró desarmar a Mario, apuntándole con su propia arma.

—Se acabó, Mario —dijo Antonio, su voz llena de cansancio y resolución.

Mario, respirando con dificultad, miró a Antonio con una mezcla de desafío y aceptación.

—Esto nunca se acabará, Antonio. No mientras estemos vivos.

Valeria, acercándose, tomó la mano de Antonio, mirando a Mario con firmeza.

—Entonces, terminemos esto ahora.

El silencio cayó sobre la mansión, mientras el destino de Mario, Valeria y Antonio estaba a punto de decidirse. La batalla por la venganza, el amor y el poder alcanzaba su clímax, y solo el futuro revelaría quién prevalecería en esta danza mortal.