Ella es alegre, divertida, atrevida, rebelde, y de un gran corazón, pero a los ojos del mundo está defectuosa. Él es guapo, adinerado, malcriado y caprichoso, es el más popular y codiciado por todas. ¿Qué pasará cuando se encuentren? Averigüémoslo juntos.
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Capítulo Veintiuno
Los días pasaron y las heridas de Rose y Franco habían sanado. Solo quedaban algunos rastros de los moretones en sus rostros. Nadie en el colegio sabía sobre la cirugía de Franco, ni mucho menos que Rose había ganado un campeonato a nivel internacional de artes marciales mixtas, como principiante.
Ese día, como era lo usual, la joven llegó en su bicicleta en compañía de Laura. A él en cambio, lo trajo su padre. Todos se quedaron viéndolo, porque aunque la mayoría sabía que el director era su padre. También sabían de lo mal que se llevaban, y las únicas veces que lo veían juntos era cuando iba a castigarlo.
Se bajó del auto y fue al encuentro de las chicas.
_ Hola, chicas - tenía una sonrisa radiante. Se había hecho unos claritos en el pelo.
_ Hola, Fran. Te ves muy bien hoy - Laurita lo halagó
Rose lo miró y sonrió complacida por lo bien que se veía. Su novio era muy guapo.
_ ¿Y, tú? No me dirás nada - dijo él, poniendo una expresión seductora.
_ Sí, estás bien - fingió desinterés - ¿Hiciste la tarea de Literatura?
_ Por supuesto. Desde hoy conocerás al nuevo yo. Comprometido, responsable, bondadoso, pero sobre todo fiel a ti, nena.
Las chicas se carcajearon.
_ ¡Ya déjate de tonterías! - lo empujó y obligó a caminar.
Mientras iban hacia el salón de clases, pasaron cerca de el grupo de Vanessa y Cristian. Daniel estaba con ellos. Los chicos no lo miraron. No querían causarle problemas. A diferencia de ellos, al chico le costaba mucho dejar a un lado su miedo a ser rechazado.
Cuando pasaron junto a ellos, Cristian estiró el pie e hizo una zancadilla a Franco. Casi lo hace caer, si no fuera porque Laura lo atajó del brazo, habría caído de boca al piso.
Comenzaron a reír exageradamente, parecían un montón de hienas. Daniel agachó la cabeza, se dio la vuelta y se alejó con la excusa de ir a hablar con un profesor.
Franco lanzó una mirada fulminante a Cristian. Se acomodó la corbata y siguió su camino.
_ Se nota que ya sabes que no debes meterte conmigo - dijo con una expresión burlona y arrogante.
Franco iba a contestar, pero Rose le tomó la mano para llamar su atención. El joven la miró y esta le hizo un gesto para qué lo ignorará. Gracias a su intervención, el chico lo dejó pasar y fueron hasta al salón.
Vannesa que había notado que, Rose fue quien lo detuvo de reaccionar a la provocación de Cris. Estaba que centelleaba de la rabia.
Le dio un golpe en la nuca en a Cris.
_ A ver si para la próxima, se te ocurre algo mejor - hizo un gesto a sus amigas y se alejaron de los chicos.
Ya estando en el salón, Cristian fue a sentarse en el fondo junto a Daniel. Estando allí, comenzó a hacer bolitas de papel y soplando en un sorbete como si fuera una cerbatana, se las arrojaba a Franco y a Rose. A la muchacha parecía no afectarle en lo más mínimo, lo ignoraba totalmente. Franco, en cambio, estaba a punto de perder los estribos, ya le había arrojado un borrador a la cara, haciendo que este se riera burlonamente y siguiera molestándolo.
Sorpresivamente, en ese momento el que estalló fue Daniel.
_ ¿Puedes dejar de hacer eso? ¡Eres un inmaduro! - gritó y golpeó la mesa mientras se paraba de un envión.
Cristian lo miró sorprendido. Todos voltearon a verlo.
_ ¿Qué significa ese arrebato, Daniel? - Preguntó la profesora mirándolo por sobre los lentes.
_ Cristian, no deja de molestar a Franco y a Rose. Les está escupiendo papel con una cerbatana que hizo.
El joven le lanzó una mirada asesina e Intentó esconder la cerbatana.
_ No muevas un solo músculo, Cristian - advirtió la profesora acercándose a él. Miró a los chicos - ¿Es eso cierto Rose, Franco?
Los chicos asintieron. La mujer miró al piso y vio prácticamente una montaña de bolitas de papel cercano a los chicos. Extendió su mano hacia Cristian.
_ ¡Entrégame eso, ahora mismo! - ordenó. El joven sacó la cerbatana improvisada de su bolsillo y se la puso en la mano.
_ Vas a ir con el conserje y le pedirás una escoba y una pala. Y vendrás aquí a limpiar lo que hiciste.
El muchacho Intentó quejarse.
_ No quiero oír una palabra. Cuando termines. Iremos a dirección.
El joven miró a Daniel de forma amenazadora, mientras salía del salón. Él ya sabía lo que le esperaba, tragó saliva y se volvió a sentar. Los demás compañeros de Cris lo miraron feo.
Uno de ellos se pasó el dedo por el cuello y pudo leer sus labios «Estás acabado».
La profesora volvió al frente y continuó con la clase. Un rato después, el muchacho volvió con los instrumentos de limpieza. Más de uno quiso reírse de él, pero todos les temían. Meterse con alguno de los integrantes de aquel grupo. Era condenarse a una vida social inexistente. Todos ellos eran chicos muy ricos y malcriados. Incluso se codeaban con gente de la farándula. Era los dueños del colegio y la vida nocturna de la ciudad.
El joven se acercó a Franco y comenzó a barrer, este ni siquiera lo miró. Estaba esperando que hiciera algo para saltarle encima. Pero el joven no reaccionó.
Luego se pasó al lado de Rose, cuando iba a acabar. Ella soltó en el piso un montón de bolitas de papel que había juntado.
_ ¡¿Qué haces vaca estúpida?! - habló en voz alta sin darse cuenta.
_ Esas también las arrojaste, tú. Recógelas - lo miró directo a los ojos. El joven le lanzó un puñetazo a la cara, haciendo oídos sordos a los gritos de la profesora.
Ella lo detuvo con una rapidez y fuerza que no era propia de una chica. El joven empujaba su puño, pero ella lo dominó por completo. En un instante, todos comenzaron a murmurar a su alrededor, el chico se puso nervioso y tomó la decisión más estúpida que pudo tomar. Intentó tomarla del cabello para golpearla en la cara. Ella bloqueó su agarre y con el propio peso de su cuerpo lo impulso hacia atrás. En eso la profesora se acercaba a ellos, Cristian retrocedió y con el codo le dio justo en el medio de la cara. La mujer comenzó a sangrar y todo se volvió un alboroto.
_ ¡Cristian Robles! ¡A la dirección! - gritó sujetándose la nariz y mirando hacia arriba. En seguida los profesores y alumnos de los salones contiguos se acercaron al lugar.
Uno de los docentes, tomó por el brazo al chico y lo llevo a la dirección, mientras que algunas alumnas ayudaban a la profesora a ir a la enfermería.
Vanessa se levantó y empezó a gritar.
_ ¡ES INJUSTO! TAMBIÉN DEBEN LLEVAR A ROSE A LA DIRECCIÓN. ELLA LO PROVOCÓ Y LUEGO LO GOLPEÓ.
_ Deja de gritar así, Vanessa. Estás en una escuela, no en una cancha - la regañó la docente que quedó a cargo de la clase.
_ ¿No va a hacer nada? - Preguntó indignada.
_ No, yo no estuve aquí cuando pasó. Eso debe decidirlo tu profesora. A menos que tus compañeros te respalden.
La chica volteó y miró a todos a sus compañeros. Todos esquivaron sus miradas incluso las chicas de su grupo.
_ ¡¿Qué les pasa?! ¿Se van a dejar amedrentar por esa vaca?
_ Cuida tu boca, Vanessa o serás tú quien vaya a dirección - la amenazó la profesora.
La joven se cruzó de brazos y se sentó.
Minutos después, la secretaria del director entraba al salón en busca de Rose, Franco y Daniel.
El director los interrogó y ellos confirmaron la versión de la profesora.
Veinte minutos después, los chicos fueron enviados de vuelta a su salón. Ya era la hora de la salida y Cristian no había vuelto a clases. Cuando iban saliendo, Daniel reconoció el vehículo de la familia Robles.
_ Los padres de Cris, están aquí.
_ ¿Creen que lo expulsen? - Preguntó Laurita.
_ No lo creo. Su padre seguro amenazarán con retirar sus donaciones y demás. Siempre es lo mismo - aseguró Fran - miró a Rose - ¿Qué pasó con eso de no reaccionar a la provocación?
_ Yo no lo golpeé. Vi mi oportunidad de desquitarme y la aproveché.
_ Eres genial - la halagó Daniel y luego hizo una expresión de preocupación - seguro me matará. Tendré que disfrazarme o algo así. Sí quiero volver a salir de casa.
_ No te preocupes. Nosotros te protegeremos - le dijo Rose.