Acron Griffindoh y Cory Freud eran vecinos y fueron compañeros de escuela hasta que un meteorito oscureció el cielo y destruyó su mundo. Obligados a reclutarse a las fuerzas sobrevivientes, fueron asignados a diferentes bases y, a pesar de ser de géneros opuestos, uno alfa y otro omega, entrenaron hasta convertirse en líderes: Acron, un Alfa despiadado, y Cory, un Omega inteligente y ágil.
Cuando sus caminos se cruzan nuevamente en un mundo devastado, lo que empieza como un enfrentamiento se convierte en una lucha por sobrevivir, donde ambos se salvan y, en el proceso, se enamoran. Entre el deber y el peligro, deberán decidir si su amor puede sobrevivir en un planeta que ya no tiene lugar para los sueños, sino que está lleno de escasez y muertes.
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Marcado por el predestinado.
El primer rayo de sol que se filtró por una grieta de la diminuta ventana me arrancó del sueño ligero en el que había caído. Durante un segundo, no supe dónde estaba. Luego, el calor de un cuerpo fuerte y firme contra el mío me devolvió a la realidad. Acron seguía dormido, con su brazo rodeándome como si, incluso en sueños, temiera que me alejara.
No me moví de inmediato. No quería despertarlo. En su rostro relajado podía ver la paz que rara vez mostraba. Desde que lo conocí, Acron siempre había sido una fuerza de la naturaleza: decidido, fuerte, a veces incluso intimidante. Pero ahora, en su sueño, parecía tan vulnerable como nunca lo había visto.
¿Cómo llegamos aquí? Me pregunté. Pero ya sabía la respuesta.
Había pasado todo tan rápido. Las feromonas de Acron, que en un principio me habían desconcertado, terminaron por envolverme de una manera que jamás habría imaginado. No eran solo químicas; eran una expresión de lo que él sentía, de lo que estaba reprimiendo. La intensidad de ese vínculo me había sobrepasado, pero en lugar de alejarme, me acerqué. Porque, aunque no lo admitiera, yo también lo necesitaba. Posé la mano en mi cuello y pude sentir la marca reciente.
Levanté una mano y la pasé suavemente por su cabello. Era más suave de lo que parecía a simple vista. Sentí su respiración constante contra mi cuello y, por un momento, permití que mi mente divagara. Había algo tranquilizador en estar aquí con él, algo que no había sentido en mucho tiempo.
Pero esto cambia todo, ¿no?
Acron comenzó a moverse lentamente, con sus párpados temblando antes de abrirse. Sus ojos, siempre tan intensos, se encontraron con los míos. Por un momento, ninguno de los dos dijo nada. Sentí cómo mi rostro se calentaba haciéndome sonrojar.
—¿Cómo te sientes? —pregunté finalmente, rompiendo el silencio y tratando de parecer lo más normal posible.
—Mejor... —Su voz era grave, aún cargada de sueño y eso me excitó —. Gracias a ti.
Había algo en su tono que me hizo sonreír, pero también me preocupó. Bajé la mirada, jugueteando con el borde de la manta que nos cubría.
—No tienes que agradecerme. Lo hice porque quise. No podría haberte dejado solo en ese estado.
Vi cómo Acron desviaba la mirada, una sombra de vergüenza cruzando su rostro. Quise decir algo más, asegurarle que no tenía nada de qué avergonzarse, pero él habló primero.
—Cory... no sé cómo expresarlo, pero lo que hiciste por mí... Nunca pensé que alguien estuviera dispuesto a tanto por mí.
Había algo desgarrador en la manera en que lo dijo, como si realmente creyera que no merecía ese tipo de apoyo. Antes de que pudiera responder, Acron se inclinó hacia mí y me besó.
No fue un beso apresurado ni impulsivo. Fue lento, cargado de emoción. Era como si estuviera tratando de transmitir todo lo que no podía decir con palabras. Por un momento, me quedé inmóvil, sorprendido. Luego, mis manos se movieron por sí solas, aferrándose a él mientras le correspondía.
El beso terminó demasiado rápido, pero antes de que pudiera procesar lo que acababa de suceder, Acron habló de nuevo.
—¿Estás seguro de esto?
Había duda en su voz, pero también una esperanza cautelosa. Asentí sin dudar.
—Estoy seguro.
Lo que sucedió después fue algo que nunca podría olvidar. Acron y yo lo volvimos a hacer... Pero esta vez me trató con una mezcla de ternura y deseo que me dejó sin aliento. Cada movimiento suyo era cuidadoso, como si temiera lastimarme. Pero también había una intensidad en él, una necesidad que igualaba a la mía.
Cuando terminó, nos recostamos juntos en el suelo. Sentía mi cuerpo pesado, pero mi mente estaba increíblemente ligera. Acron me abrazó con fuerza, su respiración aún irregular mientras apoyaba su frente contra la mía.
—Eres increíble...no quiero que termine —susurró.
—Siempre estaré contigo —respondí sin dudar.
El peso de mis palabras no me pasó desapercibido. Yo no era alguien que prometiera cosas a la ligera, y menos algo tan grande como eso. Pero mientras estaba allí, en sus brazos, supe que hablaba en serio.
Esto cambia todo, pensé de nuevo, pero esta vez no con temor, sino con una sensación de anticipación.
El mundo afuera seguía siendo peligroso. Sabía que habría consecuencias por lo que habíamos compartido. Pero también sabía que, juntos, podríamos enfrentarlas. Ese día la hermana de Acron y mi madre nos llamaron y respondimos de que estábamos bien.
Pasaron algunos días y permanecimos en total entrega, yo me volvía cada vez más experimentado y unas cuantas veces tomaba la iniciativa. Lo besaba por todo su cuerpo y subía sobre el guiandolo a mi interior.
Horas después, mientras el refugio comenzaba a llenarse de luz, sentí que la realidad volvía a imponerse. Acron se había levantado antes que yo y estaba hablando con mi madre en el umbral de la puerta, algo de tomar la responsabilidad. Su rostro había vuelto a esa máscara de determinación, pero había algo diferente en él.
—¿Que sucede? —pregunté, levantándome y estirándome cuando se sentó a mi lado—¿Ya terminó tu celo?
—Sí —respondió sin mirarme—. Hemos estado aquí demasiado tiempo—sal de la cama, tu madre está preocupada y mi hermana debe inyectarte para que no salgas embarazado.
Sabía que tenía razón, pero no podía evitar sentir una punzada de tristeza. Este lugar, por más rudimentario que fuera, se había convertido en algo más que un refugio para nosotros. Era donde todo había cambiado.
Mientras recogíamos nuestras cosas, Acron se acercó a mí. Por un momento, pensé que iba a decir algo, pero en lugar de eso, simplemente me abrazó. Fue rápido, casi como si temiera que alguien lo viera, pero fue suficiente para hacerme sonreír.
—Gracias por quedarte conmigo, Cory —dijo en voz baja antes de soltarme— seré responsable de ti.
Lo miré directamente a los ojos y asentí.
—Siempre lo haré. Ahora eres mi alfa.
Mientras tanto, Sigrid y mi madre esperaban afuera, con sus corazones llenos de preocupación y esperanza. Sabían que mi decisión era valiente, pero también arriesgada. Todo lo que pudieron hacer era confiar en mi y en el vínculo inquebrantable que compartía con Acron.
Cuando finalmente abrimos la puerta al amanecer, mamá me esperaba en la sala improvisada junto a mi hermanito. Y por primera vez en días, el refugio pareció respirar en paz.