Katherine es una joven que tiene un pasado secreto, decide escapar de Argentina y llega a Italia donde tiene parientes lejanos. consigue trabajo cuidando una abuela, pero el nieto de esta es el mayor mafioso Siciliano de la historia.
Siendo dos personas completamente opuestas, de mundos distintos, pero con un corazón que ha pasado por muchas cosas... ¿Puede haber algo más entre ellos?
¿Podrán encontrar juntos el amor? ¿O ella volverá a escapar?
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Durante toda la mañana estuve pensando a su pregunta, de verdad a veces ni yo entendía de donde sacaba tanta fortaleza para seguir caminando entre las personas, quizás el hecho de saber que si me atrevía a terminar con mi vida solo lograría decepcionar a los que ya no estaban en este plano terrenal.
Cuando llegue al turno de la tarde, los guardias que no eran los mismos de la mañana me dejaron pasar sin problemas luego de decirles mi nombre. Al parecer el reto de se llevaron los otros hizo efecto.
Entre a la casa y fui directamente a la cocina, salude a las señoras que estaban ahí, por suerte las mismas que las de la mañana, al parecer viven dentro de la casa así que las vería en los tres horarios. Habían preparado muchas variedades de tartas para la tarde y me avisaron que la señora estaba en el jardín trasero en compañía de su nieta y de su bisnieta. Les dije que yo llevaba el carrito con el té y todo lo que habían preparado y me sonrieron con gusto. Una vez que estuvo todo listo me dispuse a salir por la puerta trasera.
Llegue a la escalera que daba al jardín trasero y realmente me sorprendí. El lugar era maravilloso, tenía variedades de árboles y de flores plantadas de manera que los colores se mezclaban tan armoniosamente que daban ganas de vivir ahí mismo, en el pasto, bajo el cielo estrellado. En el medio había una hermosa mesa de mármol con sillas haciendo juego y pude divisar a Amelia en su silla de ruedas y una chica también muy bonita sentada de espaldas. Una pequeña niña correteaba por todo el sitio, supuse que la joven era Isabella y la pequeña era Sofía. Me acerqué con mucho cuidado de no asustar a la señora.
Muy buenas tardes mi nombre es Katherine, buenas tardes, amelia ¿lista para degustar este riquísimo te?- les dije a ambas mientras acomodaba todo en la mesa.
Muy buenas tardes- me sonrió Isabella.
Hola tú debes de ser Kat ¿no?- me dijo la pequeña acercándose a mí de manera tierna.
Lo que jamás me imagine es que amelia me estiraría los brazos para abrazarme y creo que es algo que no ha hecho en mucho tiempo porque mientras me acerco para corresponderle el abrazo veo por el rabillo del ojo como su nieta empieza a llorar y la niña corre adentro de la casa gritando la abuelita se movió, por fin se movió.
De adentro no solo salieron los empleados, sino que también vino Nataly a comprobar con sus propios ojos lo que su pequeña nieta estaba diciendo, y si llegó a ver todo porque pasado unos minutos yo seguía abrazada a la abuela que parecía no querer soltarme.
¿Por qué lloras amelia?- le dijo al oído apretando más fuerte el abrazo mientras sentía sus lágrimas mojar mi blusa.
Enséñame a vivir, aun con el alma muerta- me dijo suavemente.
Tranquila todo estará bien- le contesté sobando su espalda mientras dejaba que descargará todo ese dolor que por estos años se había guardado.
Luego de un rato, ella entendió que todos nos miraban sorprendidos y se fue separando de a poco de mí mientras que me miraba y me sonreí.
¿Acaso paso algo abuela?- le pregunto Isabella.
¿Madre que ocurre? ¿Por qué lloras?- le dijo Nataly.
Esta niña aun sonríe- les decía sin dejar de mirarme.
¿Y por qué no debería de sonreír?- le dijo su nieta aun sin entender nada de lo que decía.
está herida, su alma grita de dolor y aun así sonríe ¿por qué?- me pregunta a mí ignorando a todos los presentes.
Considere muchas veces el suicidio Amelia- dijo bajo los ojos expectantes de todos los presentes- pero eso solo hubiese dañado el recuerdo de aquellos que se fueron, y aun siendo joven y con las cicatrices que llevo, decidí vivir por ellos- confesé y sin saberlo derramaba lágrimas mientras iba diciendo aquellas palabras.
No sé por qué, pero luego de eso todos guardaron silencio y solamente se limitaron a mirarnos, bah en realidad me miraban más a mí que a Amelia y aunque eso me ponía incómoda no deje de hacer lo que debía hacer y eso era darle la merienda a la señora. Ninguna de las dos mujeres que nos acompañaban quisieron tocar el tema y realmente lo agradecí. Se sentaron a nuestro alrededor y comieron con nosotras sin emitir palabra alguna. Cuando se hicieron las seis de la tarde me disponía a irme, había dejado el carrito en la cocina y a pesar de querer limpiar todo, las sirvientas me sacaron corriendo de ahí.
No necesite que nadie me dijera nada, me fui solo saludando y decidí recorrer un poco de la ciudad para poder despejar la mente. Un par de manzanas lejos de la gran mansión encontré una feria de emprendedores, en sí no tenía intención de comprar nada, pero al menos el recorrido me sacaría ese mal sabor de boca que me quedó después de aceptar delante de todos que tenía un pasado triste.
Me quedé en un stand mirando todos los productos que tenían, anillos, cadenas, pulseras todos poseían piedras de diversos colores. Lo cierto es que siempre me habían gustado las piedras y soy muy creyente de sus conexiones con la tierra y con el mundo espiritual.
¿Hay algo que le haya gustado joven dama?- me pregunto el vendedor sacándome de mis pensamientos.
Me llamo mucho la atención esta hermosa pulsera con el dije de la piedra violeta- le contesté señalando el producto.
Pero que buen ojo tiene, señorita, esa piedra es para la protección del espíritu de su portador, puede purificar las energías negativas que hay a su alrededor para evitar malestares corporales- Me explicaba el hombre.
Sinceramente, no me interesaba lo que me estaba contando, solo quería esa piedra porque me traía recuerdos ese hermoso color. Así que sin más que decir, la compre y me dirigí derecho a casa para dejarla al lado de la urna que yo tenía. Para cuando me di cuenta ya era hora de volver a la mansión para cenar. Espero que dentro de todo sea una noche tranquila, no quiero más sorpresas o momentos tristes. Al final no quería la lástima de nadie y parece que el destino está empeñado con eso.
Agarro mi bandolera y salgo de nuevo en dirección a la casa de Amelia, no pensaba hablar con nadie de mi pasado, pero bueno si ella necesitaba ver que otras personas podían salir adelante a pesar de los golpes de la vida, quizás eso la haga más fuerte para superar ese estado catatónico que tenía.