Tras su muerte, Martina despierta en un cuerpo que no era el suyo y en un mundo antiguo regido por la nobleza. Ella ahora es la emperatriz, Iris Dorni, una joven desdichada de una novela trágica, en la que Iris fue obligada por sus padres a casarse con el emperador y que en su noche de bodas fue obligada a consumar la unión, esto ocasiono que ella sintiera un profundo odio por el hijo que dio a luz y finalmente, Iris murió sola sin poder olvidar su desdicha.
Pero ahora, Martina conociendo la historia está dispuesta a cambiar todo, ella conoce la verdad tras los hechos, por lo que demostrara que todo lo sucedido es por culpa de sus padres y se esforzara en ser una buena madre para su hijo y así evitar que los tres tengan una vida llena de soledad, ¿podrá esta nueva Iris cambiar su destino?
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Capítulo 21
Capítulo 21
Narra la emperatriz Iris
Cuando me despertó María, me contó de que había un gran revuelo en el palacio. Me dijo que habían entrado a los calabozos y habían torturado a uno de los prisioneros.
Cuando le pregunté si el prisionero era alguien importante para que cometieran ese crimen, se rio y me informó que había sido al maestro Milton. Me contó con gran fascinación como lo habían torturado. Puedo decir que ella, habría disfrutado ser quien le hubiera hecho lo que yo le hice a ese idiota.
Como toda gran emperatriz me mostré interesada y preocupada por lo que pasó. Más no mostré el regocijo que sentía, por haberlo hecho pagar el golpear a Marcos.
Me alisté para poder salir al jardín como cada mañana a desayunar, pero ahora mande a una de las otras sirvientas, que se ocupaban de mi palacio, a buscar a Marcos para que me acompañara a desayunar. Mientras ella lo iba a buscar, María, Clarisa y yo nos fuimos directo al jardín.
Justo cuando veo que estaban por llegar las doncellas del palacio del emperador con el desayuno, por detrás de ella, se puedo ver al niño corriendo hacia aquí. Su gran sonrisa y lo apurado que estaba por llegar, me accionó una sonrisa también.
Cuando se detiene en el lugar me dice.
-Hola mami, estoy muy feliz de que me invitaras a desayunar contigo.
-Y yo estoy feliz de que quisieras venir conmigo. Pero ven, acércate y dame un beso en la mejilla.
-¡Sí!
Dice Marcos contento y se acerca muy feliz a poder cumplir con lo que le pedía. Yo aproveché y le doy una caricia en la mejilla y un beso en su frente.
Pasamos todo el desayuno conversando hasta que una doncella vino por él.
-Mi príncipe, su nuevo maestro, está aquí. Debe acompañarme para que se lo presente.
Al escuchar que había un nuevo maestro, me levanté de mi asiento.
-Un nuevo maestro... Yo iré también a conocerlo y ver si me agrada.
-A usted no le tiene que agradar. Solo obedecer las órdenes del emperador. Él lo contrató y usted no tiene que opinar nada sobre eso.
Me dijo la doncella muy molesta, al parecer por mis palabras. Me miraba con gran molestia, lo que también me molesto a mí por su impertinencia.
-La que no debe opinar eres tú. No estaba preguntando si podía ir con ustedes. Te callas esa boca atrevida que tienes y muéstranos el camino.
Tragándose sus palabras, nos llevó hasta una sala en donde esperaba un hombre joven. Cuando nos vio entrar se levantó y nos hizo una reverencia.
-Sus majestades es un verdadero honor ser contratado para enseñar al príncipe.
-Todavía no está contratado, luego de una charla le diré si lo está o no. Por favor tome asiento.
Estuvimos hablando durante un buen rato y la verdad, me pareció un muy buen maestro, así que le dije.
-De esta charla puedo decir que me parece un buen maestro, pero solo le voy a decir algo. Si usted se atreve a siquiera intentar golpear o maltratar a mi hijo, lo haré pedazos y nadie va a poder impedírmelo. ¿Le quedó claro?
Le dije, lo que ocasionó que me mirara con poco de miedo.
-Claro si majestad. También le quiero aclarar, que me he enterado de la situación con el anterior maestro y le puedo jurar que jamás trataría a un estudiante así. Siendo o no un príncipe. De eso puede estar usted segura.
Parecía sincero al decir eso; sin embargo, eso no iba a dejar que me sintiera segura del todo, al menos no todavía.
-Le agradezco sus palabras, más no retiro mi advertencia.
-Entiendo perfectamente.
Después de eso, deje a Marcos solo en compañía del maestro Flavio y me fui a mis aposentos a prepararme para el almuerzo con su majestad.
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