Lauren Rossi, creía tener la relación perfecta con su amado novio, Paul, hasta que lo descubre en la cama su mejor amiga. Cegada por el dolor, Lauren decide ir a un bar a ahogar sus penas en alcohol; lo que ella no sabía que en ese bar se encontraría con el mismísimo diablo, llamado Alexei Kutnezcov.
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Capítulo 14
Alexei no puedo haberlos asesinado, ¿Verdad?
Pero, él mató a un hombre frente a mí sólo porque me habló feo... Entonces, ¿Mató también a Kate y su padre?
No, no puede ser. Kate estaba embarazada, Alexei no es tan insensible como para hacer algo así...
Pero el... ¡Es un mafioso!
—Chicas... Creo que mí esposo tuvo algo que ver con la muerte de Kate y su padre. –Murmuré, mientras ellas se acercaban para escuchar mejor–. No es seguro, pero anoche nos topamos con Kate y su padre, ellos me insultaron y Alexei se molestó.
—¿Insinuas que tu esposo mató a la amante de tu ex? ¡Quién pudiera ser tú! –Bufó Jenna, haciéndome rodar los ojos–.
—¡Hablo en serio! No es algo para tomar a la ligera.
—Estoy de acuerdo, deberías divorciarte. –Aquélla voz masculina nos hizo estremecer, las tres volteamos hacia el hombre que había interferido en nuestra conversación y, para mí sorpresa, se trataba de cierto rubio que no hace más que irritar a mí esposo–.
Xander Kutnezcov.
—¿Y éste quién es? –Cuestionó Jenna, mientras lo observaba con el ceño fruncido–.
El rubio sonrió con sorna, mientras tomaba asiento a mí lado, me observó atentamente esperando que lo presentara como era debido.
Solté un suspiro de frustración y finalmente asentí.
—Él es Xander Kutnezcov, mí cuñado. –Lo presenté, causando que ambas mujeres frente a mí soltaran un jadeo sorpresivo–.
—¡¿Tú cuñado?! –Insistió Lisa, mientras observaba a Xander con incredulidad, mientras que él permanecía tranquilo–.
—Sí, lo sé, el hermano de Alexei; todos se espantan al principio. –Habló con naturalidad, mientras su brazo rodeaba mis hombros, acercándome a él– ¿Y ellas quiénes son, cuñada~?
Rodé los ojos ante sus palabras, Alexei había dicho que su hermano era un mujeriego, ¡Pero no! En realidad es todo un patán seductor.
—Ella es Lisa D'Agostino. –Señalé a dama que se mostró tímida ante los penetrantes ojos verdes de mí cuñado–. Y ella es Jenna Black. –Apunté a aquélla mujer pelirroja quién no retrocedió ante su mirada amenazante, de reojo noté cómo las comisuras de los labios de Xander se curvaron levemente, ¿Estaba viendo bien?–.
—Una D'Agostino y una Black... He oído esos apellidos antes. –Él sonrió–. Ésto es muy interesante...
—Corta el rollo, ¿Qué haces aquí? ¿Estás controlando a Lauren? ¡Porque te patearé el culo si es así! –Amenazó Jenna–.
No sé si me ponía feliz que ella me protegiera, o si me daba miedo que literalmente estaba amenazando a un mafioso.
Xander soltó una carcajadas, mientras apoyaba su barbilla sobre la palma de su mano, observando directamente a Jenna.
—En realidad sólo vine a controlar que ningún insecto se acerque a mí cuñada. Pero veo que la tienes bien protegida con esos bracitos de fideos. –Se burló–
—Como un fideo te va a quedar el pito cuando te la arranque. –Espetó Jenna, quien comenzaba a irritarse cada vez más–.
—¿Sí? ¿Me lo vas a arrancar? ¿Con qué? –Él extendió la mano, tomando la barbilla de Jenna con fuerza, obligándola a mirarlo– ¿Lo harás con la mano? ¿O con la boca? Porque prefiero la segunda opción.–Sonrió, mientras mordía su labio inferior, noté cómo Jenna se estremeció ante su acción, pero aún así mantuvo su rostro inexpresivo–.
Sin embargo, el rubor en sus orejas contaba una historia diferente.
Lisa se aclaró la garganta, haciendo que Xander retrocediera, no sin antes darle un guiño descarado a Jenna, quien parecía que quería arrancarle los ojos.
—Xander. –Llamé su nombre, y su atención regresó a mí– Sobre la noticia de Kate y su padre... ¿Fueron ustedes? –Cuestioné, necesitaba saberlo, si Alexei mataba por mí, eso significaba que debía ser más cuidadosa de ahora en adelante–.
—Bueno, al gordo lo maté yo. –¿El gordo? Supongo que se refiere al obeso padre de Kate– Y digamos que Alexei no mató a nadie, pero sí ordenó que lo hicieran. –Su explicación era vaga, pero muy clara–.
Mí esposo dió la órden y otro la ejecutó.
Debería estar asustada, entonces... ¿Por qué siento esa leve emoción en mí estómago?
Debería correr lejos, pero en lugar de eso, quiero correr de regreso a sus brazos.
Sí, estaba mal. Mí esposo era un asesino, pero él asesinaba por mí.
Y tener esa sensación de poder sobre él, me causaba placer.
—¿Dónde está Alexei? –Pregunté, mientras me ponía de pié–. En la oficina. –Me informó, tomé mí bolso y salí del lugar sin importarme nada–.
Quería estar con Alexei, con mí esposo. Eso era más importante para mí que una aburrida clase.
Tomé un taxi y le dí la dirección de la empresa en la que mí esposo se encontraba. Tomé el ascensor hasta el último piso, al llegar, lo que antes estaba lleno de mujeres listas para meterse en la cama de mí marido; ahora estaba repleto de hombres que simplemente trabajan sin descanso alguno.
Sonreí victoriosa, caminando a la oficina de mí esposo, abrí la puerta y entré.
Él estaba de espaldas a mí, hablando por teléfono en su idioma. No podía entender lo que decía, pero parecía estar muy molesto. O quizás simplemente haya sido el hecho de que el idioma ruso es muy fuerte y chocante lo que me llevó a pensar eso.
Ví cómo arrojaba el teléfono al otro lado de la habitación, aún no había volteado y gritó.
—¡¡DIJE QUE NO QUIERO VER A NADIE, MALDICIÓN!!
Aquél grito me llevó a jadear de forma sorpresiva, no fue mí imaginación, mí esposo estaba molesto. Pero, en lugar de irme, hablé.
—¿Tampoco a mí?
Rápidamente volteó al escuchar mí voz, sus ojos otoñales se encontraron con los míos, recuperando la suavidad que sólo me brindaba a mí.
—Milashka...
Su voz era tan dulce y cargada de un cariño que no sabía que un Pakhan fuera capaz de sentir.
Me acerqué a él, sentándome en su regazo. Uno de sus brazos rodeó mí cintura, mientras que el otro fue a mí rostro, acariciando suavemente mí mejilla.
—Deberías estar en clase. –Su voz se torno seria, pero no había regaño oculto–. —Quería verte... –Admití, mientras frotaba mí rostro en la palma de su mano–.
Éstas manos son las mismas que han acabado con la vida de miles, pero no me importa.
Mis ojos se posaron sobre los de él, me incliné hacia adelante y mis labios se encontraron con los suyos. Él se tensó ante mí repentino acto, pero pronto se relajó, devolviéndome el beso con suavidad.
La mano que tenía en mí mejilla, la llevó detrás de mí cabeza, enterrandola en mí cabello para profundizar el beso. Su lengua rozó mí labio inferior, suplicando en silencio que lo deje entrar, accedí gustosa. Nuestras lenguas se encontraron, comenzando una lucha por el dominio de aquél beso.
Mis manos fueron a su cabello, desordenadolo y jalandolo levemente con cada beso. Sabía que Alexei amaba tener su cabello bien peinado y no le gustará darse cuenta de que lo he dejado hecho un desastre, pero ahora mismo no puede importarme menos.
Mí mente sólo está en su boca, en sus labios.
Puedo sentir sus manos amasando mis muslos, mientras suben para enterrarse en mis caderas, obligándome a sentarme a horcajadas sobre el.
No puse resistencia, quería, necesitaba, ansiaba estar lo más cerca posible de mí esposo. Mientras continuaba besándolo, sus manos sostuvieron mis caderas, obligándome a balancearme sobre su entrepierna, la cual iba a explotar en cualquier momento.
Él no era el único excitado, podía sentir el calor entre mis piernas y la humedad que empapaba mi ropa interior. Creo que mí esposo también pudo sentirlo, porque rompió el beso jadeando, sus ojos se posaron sobre los míos y estaban oscuros de deseo.
Sonrió, una sonrisa sádica que me hizo temblar. Me tomó por los muslos y me obligó a sentarme en el escritorio frente a él, rápidamente y sin cuidado alguno, me quitó la blusa junto con la falda; dejándome en ropa interior ante él.
Pronto me dí cuenta de lo que estaba haciendo, ¿En qué estaba pensando? En un momento de vulnerabilidad provoqué al hombre del que planeaba divorciarme, ¿Cómo pude ser tan estúpida?
Pero, verlo ahí, contemplando mí cuerpo como si el de una diosa se tratase... Supe que no quería que se detuviera.
¿Por qué debería detenerlo? Él es mí esposo.
Me acosté sobre el escritorio, abriendo las piernas para él. Alexei sonrió, se colocó en medio y llevó sus manos a mí espalda, desabrochando el brassier, exponiendo mis relieves ante él.
No perdió el tiempo, su lengua salió disparada hacia uno de mi piel, lamió, mordió y chupó como si no hubiera mañana. Su mano acunó mí otro pecho, mientras pellizcaba mí pezón.
Soltó mí pecho, comenzando a dejar hermosos tatuajes de sus besos sobre mí abdomen, la forma en la que se fundía en mí piel, cómo sus pulmones se llenaban con mí fragancia... Todo era perfecto.
Alexei no perdió tiempo, destrozó mí ropa interior y se arrodilló. Él se arrodilló ante mí.
—Deberás comprarme más ropa interior, mí amor~. –Era la primera vez que lo llamaba así, ahora estaba segura, yo quería que Alexei fuera mí amor, únicamente mío–.
Él sonrió, admirando la vista. Comenzó a morder mí muslo interior, mientras su aliento me hacía caricias en la miel. Mientras depositaba suaves besos, sus ojos se posaron en los míos.
—Te compraré la maldita fábrica. –Gruñó, y finalmente hundió su rostro en dónde más lo necesitaba–.
Comenzó a lamer mis pliegues, mientras simulaba embestidas con su lengua.
—A-Alexei... –Gemí su nombre mientras me arqueaba, llevé mí mano a su cabello, hundiendolo aún más, necesitaba más–.
Mientras su boca seguía trabajando, llevó dos dedos dentro de mí, para más estimulación.
Era la primera vez que teníamos éste tipo de intimidad desde que supe que estábamos casados, ahora no quiero parar. Quiero que Alexei Kutnezcov sea completamente mío.
—¡Basta! –Lo aparté y mis manos fueron rápidamente a sus pantalones desabrochandolos y bajándole la cremallera–.
Una vez que lo hice, bajé su bóxer viendo por primera vez la hombria de un Kutnezcov.
Se me hizo agua la boca.
Quería llevarlo a mí boca y lamerlo como si de una jodida paleta se tratase, pero ahora mismo, deseaba algo más con mayor intensidad.
—Hazlo... –Supliqué, ganándome una sonrisa aterradora–.
—Pídelo, Milashka...
—Hazme el amor... –En cuestión de segundos, mí esposo entró mí, comenzando a moverse como si fuera un jodido animal–.
Sus uñas estaban clavadas en mis caderas, rápidamente tomó mis piernas y las puso sobre su hombro, causando que sus movimientos se volvieran más profundos y placenteros.
Debería estar en clase, en cambio estoy en la oficina de mí esposo dejando que me haga suya.
Alexei Kutnezcov es mío, y no dejaré que nadie me lo quite.
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Ya sé que hoy no es viernes pero equis, no me aguanté🫦🫦
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