En un mundo lleno de secretos familiares, traiciones y sueños rotos, Maite está a punto de enfrentar la decisión más importante de su vida. En el día de su boda, descubre que todo lo que creía saber sobre su familia era una mentira. La verdad sobre su relación con Alex, su futuro y la verdadera razón de su compromiso empiezan a salir a la luz. Maite Descubre que, aunque el amor pueda parecer eterno, las mentiras pueden destruirlo todo, Pero ¿Será el amor lo suficientemente fuerte como para sanar viejas heridas? ¿Será capaz Maite de desafiar las expectativas y construir su propio destino, o cederá ante las presiones de aquellos que la rodean? Acompaña a Maite en su viaje hacia la verdad y la libertad, en una historia llena de giros inesperados, decisiones difíciles y la búsqueda de su propio futuro.
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Una noche loca
Una semana después
Hoy hace una semana habría sido una mujer casada, pero ya no lo seré. Estoy decidida a estudiar mi carrera de Finanzas y Comercio Internacional en Inglaterra. Esta es mi última noche en Corea; mañana viajaré hacia mi nueva vida.
—Maite, ¡vamos a divertirnos!
Loren me toma de la mano y me lleva a la pista de baile. La observo mientras se mueve, y en segundos mis caderas comienzan a seguir el ritmo. La verdad es que estoy algo tomada, y hace mucho que no me sentía así.
—Vamos, amiga, toma un poco más, ¡hoy vamos a enloquecernos! —dice Loren mientras sigue bailando con una botella en la mano.
Un chico se le acerca, y comienzan a bailar muy pegados. Le quito la botella de la mano, doy un trago y salgo de la pista. Después de unos pocos pasos, me siento algo mareada. Tambaleo mientras me acerco a la barra, y me llevo la botella a la boca. ¡Ach! Esta estúpida botella ya está vacía.
—Una botella de whisky —le pido al bartender.
—Señorita, usted ya está muy tomada. ¿Quiere que le llame un taxi? —me dice con amabilidad.
—No, gracias, estoy con mi amiga.
—Bueno —me regala una sonrisa y me pasa la bebida.
Me volteo para buscar a Loren con la mirada. Ahí está, sonriendo mientras baila con aquel guapetón.
Doy un sorbo al whisky, camino hacia la pista y dejo que la música me envuelva. Muevo mis caderas al ritmo, me dejo llevar por el momento. Pero entonces siento una mano tocándome el trasero. Me volteo rápidamente y encuentro a un hombre con una sonrisa asquerosa en el rostro.
—Quita tus sucias manos de mí —le exijo con firmeza.
Ignora mis palabras, pero logro apartarlo. Se acerca a mi oído y empieza a hablar.
—Sé que eres una putita. Con ese vestido que deja ver tus tetas y tus nalgas, está muy claro lo que quieres. Así que relájate y dime cuánto me cobras por una noche.
La sangre me hierve de rabia. ¿Quién se cree este idiota para categorizarme así solo por mi vestimenta?
El hombre se separa y yo le regalo una sonrisa falsa.
—Claro, baby, acércate y te digo mi precio.
Cuando se acerca lo suficiente, le doy una patada en las bolas. Su expresión cambia de lujuria a dolor en cuestión de segundos.
—Ve y acuéstate con tu puta madre, idiota.
Salgo de la pista de baile y busco a Loren con la mirada, pero no logro encontrarla. Seguro está divirtiéndose. Me río para mis adentros y saco mi celular para escribirle.
“Amor, voy a salir de la discoteca. Me voy al apartamento. Nos vemos, diviértete.”
En segundos, recibo su respuesta:
“Dale, princesa. Nos vemos mañana. Este morenazo está de ataque.”
Guardo el celular y salgo del lugar. Intento hacer señas para detener un taxi, pero ninguno para. Sigo caminando, aunque el mareo me obliga a apoyarme contra una pared. Entonces escucho una voz desconocida.
—Mira quién me encontré, la zorra de la discoteca.
Levanto la mirada y encuentro al mismo hombre asqueroso de antes.
—Aléjate, idiota —le digo con voz firme.
Él se acerca, y mis manos empiezan a temblar. Intento ganar tiempo.
—Mi amiga ya viene.
—Podemos empezar de una vez. Hoy tendrás la mejor follada de tu vida, putita.
El miedo me invade, pero reúno fuerzas para gritar por ayuda.
—¡Cállate! —dice mientras me tapa la boca con una mano y baja el cierre de mi vestido con la otra.
Mis pensamientos se nublan, pero, de repente, el hombre sale volando y cae al suelo.
—¿Estás bien? —pregunta una voz masculina.
Levanto la mirada y veo a un chico, que parece un poco tomado, pero sus ojos verdes me transmiten tranquilidad.
—Sí... lo estoy —respondo con voz temblorosa.
En un instante, siento cómo todo se nubla.