La esposa humana del vampiro
¿Qué harías si, después de una vida plena, reencarnas como la esposa de un vampiro? Y no cualquier vampiro, sino uno poderoso, con dos hijos y una mansión que mantener, ¡justo como en la última novela que leíste! Nuestra protagonista, una anciana del mundo moderno, se encuentra en este hilarante y peculiar aprieto.
Ahora, con su espíritu vivaz de octogenaria atrapado en el cuerpo de una joven esposa, deberá navegar las excentricidades de su nuevo hogar inmortal. Entre hijos colmilludos, sirvientes peculiares y un esposo misterioso, descubrirá que la vida eterna puede ser sorprendentemente divertida y, quizás, incluso le ofrezca una segunda oportunidad para el amor y la aventura. Prepárate para un romance fresco, lleno de risas y con la dosis justa de acción en un mundo donde lo sobrenatural se encuentra con lo inesperado.
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Capitulo:17
LAURA:
Noelia nos hace una reverencia y Akir se acerca a ella para besar su mano de manera delicada.
—Hermosa dama ¿Me concedes el honor de esta pieza de baile?
El rostro de Noelia se vuelve completamente rojo y con una sonrisa boba le tiende su delicada mano.
Akir se la lleva a la pista de baile mientras me guiña un ojo con una sonrisa perversa.
—Esto para nada va a salir bien.
Murmuro mirando como la pareja baila con una química increíble.
—Tienen buena química, al parecer el marquesado Cropper pronto tendrá un yerno.
Escucho una suave voz y me giro para ver una hermosa mujer que me mira con una sonrisa extraña.
—Si, eso parece.
Es lo único que digo y ella sonríe mirándome fijamente.
—¿Eres la duquesa Cortés? He escuchado muchos rumores de ti.
Afirma y la verdad no sé que cara poner ¿Por qué esta mujer me mira con maldad?
—Sí, soy la duquesa Cortés ¿Con quién tengo el gusto de hablar?
Su expresión se vuelve amarga y al parecer para nada le gusta que no la conozca.
—¿Dónde vives? Aquí todos me conocen, soy la princesa del país vecino... Bianca Limar.
Dice con orgullo y la verdad su nombre para nada me suena.
—Un gusto conocerla princesa Limar, bienvenida a este país.
Es lo único que digo para ignorarla completamente, pero la mujer tiene ganas de hablar.
—El barón Harrison no le quita la vista de encima, al parecer usted lo tiene muy enamorado, debería de darme esos tips para aprender de usted.
Vuelve a hablar y solo respiro profundamente.
—No sé dé que me habla princesa Limar, si no lo sabía soy una mujer casada, no tengo nada que ver con ese barón.
Respondo mirándola de reojo.
—Jajaja, no se haga, aquí todos saben que ese matrimonio es sin amor, Víctor no se enamoraría de una simple mujer.
—La única que tiene permiso y derecho de llamarme por mi nombre es mi esposa señora Limar, no somos cercanos.
Siento como sus grandes manos rodean mi cintura y me pega a él.
—Me alegra volver a verte Víctor, quería hablar contigo para que me permitiera ver a nuestros hijos.
Alzo las cejas y ahí me doy cuenta de quien es esta mujer que está frente a mí.
—Por última vez se lo repito señora Limar, no somos cercanos para que tenga el atrevimiento de llamarme por mi nombre... Y sobre los niños, usted perdió el derecho de llamarlos hijos cuándo los abandonó.
Algunos nobles comienzan a mirar y a murmurar entre ellos.
—Hasta que te encuentro mi princesa.
Llega un hombre junto a la princesa y la rodea con su brazo mientras mira a Víctor con una sonrisa de triunfo, pero luego si vista pasa a mí y alza las cejas.
—Duque Cortés, un gusto volver a verlo, nunca tuve la oportunidad de conocer a su esposa, por cierto es muy hermosa.
Su mirada me produce náuseas y siento como Víctor me pega más a él.
—Lo sé, tengo la maravillosa suerte de haberme casado con semejante belleza.
Dice mirándome a los ojos y siento como mis mejillas se vuelven rojas y bajo la mirada sintiéndome intimidada... ¿Por qué me siento así?
—Creo que será mejor irnos mi príncipe, estoy muy agotada y mi cuerpo se siente muy cansado.
Escucho a la mujer decir y los hombres se despiden.
—Vamos al balcón, necesito un poco de aire.
Me susurra y caminamos por el gran salón mientras él no me suelta haciendo que pensamientos impuros vengan a mi cabeza.
Llegamos a un balcón solitario y ahí Víctor me suelta, lo miro y este le hace señas a uno de los meseros que se acerca con dos copas.
—Gracias.
Murmuro tomando la copa de vino de sus manos y le doy un pequeño sorbo saboreando su contenido.
—Mmn, esto es delicioso.
Susurro volviendo a dar otro sorbo.
—Es raro, a las mujeres de este mundo no les gusta el vino, dicen que sabe muy fuerte.
Me río mirándolo.
—En mi mundo me sentaba todas las noches, y mientras miraba las luces de la ciudad disfrutaba de los mejores vinos que compraba exclusivamente para mí.
—¿No te embriagabas?
—No, tenía un cuerpo muy resistente.
Ambos permanecemos en silencio mirando hacia la oscuridad del jardín.
—¿Ella te gusta?
Le pregunto sin mirarlo.
—Nunca me ha gustado.
Responde y lo miro alzando las cejas.
—Tuvieron gemelos.
Afirmo dándole otro sorbo a mi copa de vino.
—Una potente droga hizo que perdiera la razón de mi existencia por varias horas, sus padres me obligaron a casarse porque había deshonrado a su preciosa hija y la había embarazado de pequeños monstruos.
Dice con una sonrisa amarga y la verdad ahora estoy entendiendo la complejidad de este mundo.
—¿Volviste a estar con ella después de ese incidente?
—Nunca.
Responde mirándome a los ojos y sonrío dándole el último sorbo a mi copa y lo dejo en una esquina.
—Este cuerpo no es muy tolerante al alcohol.
—¿Te sientes mal? ¿Quieres que te lleve a la habitación?
Niego acercándome al vampiro y tiendo mi mano.
—¿Bailamos?
Le pregunto cuándo escucho sonar una suave melodía.
Víctor sin decir nada rodea mi cintura y yo llevo mis manos a sus anchos hombros.
—Quiero que hagamos un trato.
Murmuro sin dejar de moverme al compás de la música.
—¿Un trato?
Pregunta mirándome atentamente.
—Si, un trato.
—Te escucho señora Cortés.
Tomo aire y como buena negociante empresaria hablo.
—Estamos casados y creo que sería una locura divorciarnos a esta altura del juego, para la sociedad no sería bien visto que tengas dos divorcios y tampoco sería bueno para los niños que lleves otra madrastra a la mansión, eso le podría crear traumas... Y en cuanto a mí, yo vivo muy bien y cómoda, tengo todo lo que necesito a mi alcance, así que un divorcio no me conviene ahora que no tengo nada.
—El punto es que no hay necesidad de divorciarnos ¿Estoy en lo correcto?
—Exacto, pero a pesar de que estoy viviendo bien, hay necesidades importantes que suplirla.
Víctor me mira confundido sin comprender a qué me refiero.
—¿De qué necesidad habla? ¿Qué te falta?
Pregunta y yo sonrío mirándolo fijamente.
—Necesidades carnales, quiero que mientras este matrimonio perdure suplas esa parte, no será difícil, sé que no te soy indiferente ¿Qué dices?
Autora sólo recuerda que la culpa y el arrepentimiento nos van a acompañar siempre pero has seguido tú camino y continuas de pie. Eres una sobreviviente enorgullecete de ti.
Un abrazo y bendiciones!