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Un Último Deseo

Un Último Deseo

Status: En proceso
Genre:Matrimonio arreglado
Popularitas:8.9k
Nilai: 5
nombre de autor: @ngel@zul

Alexander es un joven príncipe, que debido a sus responsabilidades está obligado a contraer matrimonio a sus veintiún años.
Para su buena suerte, o no. En su Reino existe una regla que le da la posibilidad de tener un mes para sí mismo, un mes en el cual él dejará de ser quien es para convertirse en una persona común.
Ahora bien, ¿Qué pasará durante ese mes? ¿La vida de Alexander cambiará a causa de lo que está por vivir?

NovelToon tiene autorización de @ngel@zul para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Sin reacción

Capítulo 21:

Amelie empujó con rapidez la puerta trasera del bar, dejando atrás el callejón donde había ocurrido todo. Sus pasos resonaban en el pasillo mientras trataba de controlar su respiración entrecortada. Sentía su corazón desbocado, no solo por el miedo que la invadía, sino también por la mezcla de rabia e impotencia que seguían latiendo en su pecho.

No podía sacarse de la cabeza la forma en que aquel hombre, el mismo al que había enfrentado horas antes al defender a su compañera, la había abordado cuando el bar ya estaba cerrando. Había esperado lo suficiente para encontrarla sola, como si hubiera estado calculando el momento exacto para tomar represalias. A pesar de lo ocurrido, Amelie había logrado mantener la compostura, pero ahora, comenzaba a sentir el peso del terror que había contenido.

Entró al área principal del bar, donde su amiga, Dana, estaba esperándola para salir juntas. Dana, con el bolso colgado al hombro, se giró hacia ella con una expresión impaciente.

— ¡Por fin! ¿Qué pasó? Llevas más de diez minutos ahí fuera— le reclamó.

Amelie trató de contestar, pero no logró articular palabra. Sus manos temblaban ligeramente, y su rostro estaba pálido como el papel. Su amiga frunció el ceño, acercándose con preocupación.

— Meli, ¿qué te pasa?— le preguntó en un tono más suave, dejando atrás su impaciencia.

— Estoy bien…— murmuró Amelie, pero la mentira no convenció ni a ella misma.

— No estás bien— replicó Dana, llevándola a una de las sillas cercanas— Siéntate. Estás temblando.

Amelie se dejó caer en la silla, con las piernas aún temblorosas y la mente dando vueltas alrededor de lo ocurrido. Su amiga le trajo un vaso de agua, que ella aceptó con manos temblorosas. Bebió un par de sorbos, intentando calmarse.

— Ahora sí, cuéntame ¿qué pasó?— preguntó Dana, mirándola con preocupación.

Amelie tomó aire antes de hablar. Su voz salió entrecortada, casi en un susurro.

— Era el tipo de antes… el que molestó a Sofi.

Dana abrió los ojos como platos.

— ¿Qué? ¿Ese idiota? ¿ Qué pasó? ¿Qué hizo?

Amelie apretó los labios, tratando de no romper en llanto.

— Me estaba esperando en el callejón. Quería “cobrarse” por lo que pasó antes. Me agarró del brazo— dijo, su voz se quebró, pero tomó aire para continuar— Dijo que iba a asegurarse de que aprendiera a no meterme donde no me llaman. Me sujeto con fuerza, yo no podía moverme...

Dana se llevó las manos a la boca, horrorizada.

— ¿Cómo te soltaste?

Amelie bajó la vista hacia sus manos, recordando lo que había ocurrido.

— No lo hice sola. Alguien apareció… Un joven. No sé quién era, pero llegó justo a tiempo. Lo golpeó, lo enfrentó…

— ¿Un cliente?— preguntó Laura, intrigada.

Amelie negó con la cabeza.

— No lo creo. No lo he visto antes. Pero tenía… unos ojos…— Se detuvo, porque el recuerdo era tan vívido que casi podía sentirlos sobre ella— Unos ojos azules, intensos. Fue lo primero que noté.

Laura ladeó la cabeza.

— ¿Y qué hizo después? ¿Te dijo algo?

Amelie asintió lentamente.

— Me preguntó si estaba bien. Su voz… sonaba preocupada, pero también tranquila, como si supiera exactamente qué hacer.

Mientras hablaba, Amelie revivía la escena en su mente: el momento en que aquel joven apareció de la nada, como un héroe salido de un libro d e cuentos. Recordaba cómo había enfrentado al hombre con una seguridad que a ella misma le había faltado. La rabia en sus palabras, el golpe que lanzó sin dudar. Todo en él transmitía fuerza y protección.

— ¿Y luego qué pasó?— insistió su amiga, sacándola de sus pensamientos.

— Luego de que le aseguré que estaba bien, esperó que entrara, y no sé...— respondió Amelie, dándose cuenta de algo más— Ni siquiera pensé en preguntarle su nombre.

Dana cruzó los brazos, visiblemente enfadada.

— ¡Esto es el colmo! Ese tipo jamás debió estar aquí. ¿Cuántas veces tenemos que lidiar con tipos como él antes de que el dueño haga algo al respecto?

Amelie asintió en silencio, aunque su mente estaba demasiado ocupada pensando en el joven que la había salvado. Había algo en él que la desconcertaba. No era solo su valentía o la forma en que había actuado, sino también su porte, su elegancia, como si no perteneciera a ese lugar.

Dana, que ya estaba furiosa, se levantó de la silla y fue directamente a buscar al dueño del bar, quien estaba cerrando la caja registradora.

— ¡Oye!— le dijo, alzando la voz— ¿Sabías que uno de los idiotas que dejas entrar casi ataca a Amelie en el callejón?

El dueño levantó la vista, sorprendido.

— ¿Qué? ¿De qué hablas?

— Del tipo al que Meli le tiró la bebida. ¿Recuerdas? Pues estuvo esperándola afuera. Esto no puede seguir así. No puedes dejar entrar a cualquier borracho violento solo porque paga sus tragos.

El dueño se mostró visiblemente incómodo. Se disculpó varias veces, prometiendo que reforzaría la seguridad y que no volvería a permitir la entrada a alguien como ese hombre.

Mientras tanto, Amelie seguía sentada, intentando procesar todo lo ocurrido. A pesar del susto, una sensación extraña comenzaba a invadirla: gratitud mezclada con curiosidad. No podía dejar de pensar en el joven de ojos azules.

“¿Quién era?”, se preguntaba una y otra vez. Había algo en su actitud, en su voz, que la había impactado. Y aunque solo habían cruzado un par de palabras, sentía que no lo olvidaría.

— Vamos, te acompañado a ti casa— dijo Dana al regresar.

Amelie negó con la cabeza.

— No, estoy bien. Puedo ir sola.

 —No, no puedes— replicó su amiga con firmeza—Después de lo que pasó, no voy a dejar que te vayas sola.

Amelie no insistió. Por primera vez en mucho tiempo, se sintió vulnerable, y agradeció que ella estuviera allí para apoyarla.

Cuando finalmente salieron del bar, la ciudad estaba tranquila, y la brisa nocturna acarició su rostro. Mientras caminaban hacia casa, Amelie volvió a pensar en el joven que la había ayudado. Tal vez no lo volvería a ver, pero algo inexplicable la llevaba a recordar esos ojos que la observaron con tanta intensidad.

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Mariela Alejandra Gonzalez
siiii ! a la m****a el protocolo!!! me gusta esa pareja!!!!
Mariela Alejandra Gonzalez
mmm!! me gusta !! me parece que la reina se trae algo entre manos
. veremos!!
Milagros Suarez
Que feo debe ser no tener vida propia
Pobre Charlotte, enamorada de Ethan y tener que guardar su sentimientos
Eso sí super la historia me encanta
Cecilia Montalva
Es una novela entretenida donde el amor es hermoso Me cautivó gracias
M Soledad Lezcano
No recién llegamos ja ja 😂
M Soledad Lezcano
Me encantó esa niña decidida,enamorada 🥰
Leida Rosa Jimenez
es linda la historia
Silvia Jaime
fotos ilustrativas de los personajes
M Soledad Lezcano
Hola,señora autora espero que lo tome como un na critica constructiva :he llegado al capítulo 9 y la novela no ha avanzado ,redacta los mismos capítulos desde la óptica de distintos personajes ,bueno 3 ,se torna aburrida .ok saludos
@ngel @zul: Muchas gracias por la observación.
total 1 replies
Laura Renero
Excelente
Laura Renero
muy bonita historia
Yenitza Barco
/Rose/
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