En Amor en la Sombra de la Mafia, Dante Lucchesi, un despiadado jefe de la mafia, ha aprendido a mantener su corazón frío y sus emociones bajo llave. Nada en su mundo es más importante que el poder y el control... hasta que conoce a Isabella, una mujer que, por accidente, se cruza en su peligroso camino. Atrapada entre deudas y enemigos, Isabella no tiene otra opción más que aceptar la protección de Dante, aunque pronto descubre que bajo su fachada de acero se oculta un hombre atormentado por su pasado. A medida que sus vidas se entrelazan, la pasión y el peligro crecen a la par, llevándolos a enfrentar enemigos implacables y sentimientos que ninguno de los dos esperaba. Pero, ¿podrá Dante realmente proteger a Isabella sin perderse a sí mismo en el proceso? El amor verdadero no será fácil de conquistar en este oscuro mundo de traiciones y sombras.
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Capítulo 3: La Primera Lección
El eco de los pasos de Dante aún resonaba en la mente de Isabella mientras la puerta de su habitación se cerraba. Su mundo, tal como lo conocía, había cambiado para siempre. Ahora se encontraba en un lugar donde las reglas eran diferentes, donde la verdad era un juego peligroso y la protección tenía un costo que apenas comenzaba a comprender.
Horas después, uno de los hombres de Dante se presentó en la puerta.
—El señor Lucchesi quiere verte en el despacho, —dijo, sin ninguna emoción en su voz.
Isabella asintió en silencio, sabiendo que no podía negarse. Se vistió con la ropa que le habían dejado, un conjunto simple pero elegante que le recordaba la distancia entre su vida anterior y la que estaba comenzando. Al llegar al despacho, Dante la esperaba, de pie junto a una enorme estantería de libros. Su presencia llenaba la habitación, imponente y calmada a la vez.
—Siéntate, —ordenó con voz grave, señalando una silla frente a su escritorio.
Isabella lo hizo sin decir una palabra, pero sus ojos no se apartaban de él, buscando respuestas, buscando alguna pista sobre lo que estaba a punto de ocurrir. Dante se movió con una calma calculada, como si todo a su alrededor estuviera bajo su control, incluido el aire que ambos respiraban.
—Esta es tu primera lección, —dijo, sin preámbulos, tomando asiento frente a ella—. Si vas a sobrevivir en mi mundo, tienes que entender las reglas. Y la primera es que nada es lo que parece.
Isabella lo miró con cautela, sus manos entrelazadas sobre su regazo.
—¿Y cuál es mi papel en todo esto? —preguntó, tratando de mantener su voz firme.
Dante sonrió levemente, como si hubiera estado esperando esa pregunta.
—Tu papel es simple: sobrevivir. Pero para hacerlo, tendrás que confiar en mí. No puedes caminar sola por este mundo, Isabella. Ya no.
Las palabras de Dante eran claras, pero el peso detrás de ellas era mucho más profundo. Sabía que confiar en él no sería fácil. Él era el hombre que la había sacado de una trampa, pero también era el que la mantenía cautiva en otra.
—¿Y qué quieres a cambio? —insistió Isabella, sus ojos buscando alguna señal en el rostro de Dante.
Dante se inclinó hacia adelante, sus ojos oscuros brillando con intensidad.
—Tu lealtad. —Su voz era baja, casi un susurro—. En este mundo, Isabella, la lealtad lo es todo. Si me traicionas, estás acabada. Si me sigues, estarás protegida. Pero nunca, jamás, pienses que puedes salir indemne de cualquier decisión que tomes.
Isabella sintió el frío en sus palabras, pero algo en su interior se resistía a ceder tan fácilmente. Sabía que él tenía el control, pero no estaba dispuesta a ser una marioneta en sus manos.
—¿Y qué pasa si no puedo confiar en ti? —preguntó con valentía.
Dante la miró fijamente, sus ojos oscurecidos por una emoción que no dejaba entrever. Se levantó lentamente de su asiento y caminó alrededor del escritorio hasta quedar justo detrás de ella. Isabella sintió cómo la cercanía de él hacía que su corazón latiera con fuerza, pero se negó a dejarse intimidar.
—No tienes opción, —susurró cerca de su oído—. Estás en mi mundo ahora, y solo hay un camino a seguir. Todo depende de ti, Isabella. ¿Quieres vivir o quieres arriesgarlo todo?
Las palabras de Dante cayeron sobre ella como una amenaza y una promesa al mismo tiempo. Sabía que estaba atrapada, pero también sabía que había algo más en juego. Algo que aún no lograba descifrar por completo.
—Enséñame entonces, —respondió con voz firme, girando la cabeza ligeramente para enfrentarlo—. Estoy lista para aprender las reglas de tu mundo.
Dante esbozó una sonrisa oscura, complacido con su respuesta.
—Perfecto, —dijo, tomando asiento nuevamente—. Comencemos con algo simple.
Sacó un archivo del cajón de su escritorio y lo colocó frente a Isabella. Ella lo abrió, encontrando una serie de nombres, direcciones y transacciones. No entendía del todo lo que estaba viendo, pero pronto lo haría.
—Estos son algunos de los hombres que trabajan para Moretti. Quiero que los estudies. Si vas a estar conmigo, necesitas saber quiénes son nuestros enemigos. —Dante la observó con atención, esperando su reacción.
Isabella asintió lentamente, sabiendo que este era solo el comienzo de algo mucho más grande de lo que había imaginado. Las piezas del juego se estaban moviendo, y ella acababa de ser colocada en el tablero.
Dante se levantó de nuevo y caminó hacia la ventana, observando la ciudad que se extendía ante ellos.
—Cada movimiento que hagas a partir de ahora será vigilado. No hay margen para errores, Isabella. Si fallas, caerás con ellos. Si triunfas... bueno, eso es algo que veremos. —Su voz era tan implacable como la vida que llevaba.
Isabella sabía que sus palabras eran reales. No estaba en posición de fallar. Pero algo en su interior le decía que, aunque el camino fuera oscuro, ella tenía más control del que Dante creía. Y eso, de alguna manera, le daba la fuerza para seguir adelante.
El primer paso había sido dado, y con él, una nueva realidad comenzaba a tomar forma.
y el fin no puede quedar así
escritora si es la primera vez va enrutada pero falta ese algo que inquieta