Ariadna Callis, una joven de 16 años con una personalidad vibrante y un cuerpo que desafía los estereotipos, vive entre las constantes travesuras de sus hermanos mayores, Nikos y Theo, y el caos del último año de preparatoria. Aunque es fuerte y segura, Ariadna no está preparada para la entrada de Eryx Soterios, un joven de 18 años recién llegado al pueblo.
Eryx, reservado y enigmático, carga con un pasado oscuro que lo ha dejado lleno de resentimientos. Su aparente frialdad se convierte en un desafío para Ariadna, quien no teme a sus respuestas cortantes ni a su actitud distante. Sin embargo, cada encuentro entre ellos desata emociones contradictorias que ninguno puede ignorar.
NovelToon tiene autorización de Araceli Settecase para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 4: Ecos del Pasado
El martes por la mañana, Ariadna llegó temprano al instituto. El aire frío y el cielo despejado daban un inicio fresco al día, pero la sensación de inquietud que la acompañaba desde la noche anterior no desaparecía. El recuerdo de Eryx despidiéndose seguía rondando su mente. Había algo en su mirada que la desconcertaba, una mezcla de tristeza y dureza que no podía sacudirse.
Mientras organizaba sus libros en su casillero, una voz familiar interrumpió sus pensamientos.
—Buenos días, Ariadna.
Ella giró la cabeza y ahí estaba él, con su típica chaqueta oscura y su actitud tranquila. Era extraño cómo su presencia podía llenar un espacio sin hacer mucho ruido.
—¿Tú también llegas temprano? —preguntó ella con una sonrisa.
—Solo cuando no puedo dormir —respondió, casi en un susurro.
Ariadna sintió un leve pinchazo de preocupación. —¿Estás bien?
Eryx dudó antes de responder. —Estoy acostumbrado.
Su respuesta dejó más preguntas que respuestas, pero antes de que pudiera indagar más, el timbre sonó, marcando el inicio de las clases.
—Supongo que nos vemos después —dijo ella, observándolo mientras se alejaba por el pasillo.
Más tarde, durante el receso, Ariadna estaba sentada en una mesa en el patio, leyendo un libro mientras saboreaba un jugo de naranja. Daphne apareció de repente, dejando caer su mochila sobre la mesa con un golpe.
—¿Estás lista para el chisme del día?
Ariadna levantó la vista, confundida. —¿Qué chisme?
—Eryx, por supuesto. —Daphne se inclinó hacia ella, emocionada—. Se rumorea que lo expulsaron de su antiguo colegio por una pelea.
Ariadna frunció el ceño. —¿Y quién dice eso?
—Alex. Ya sabes cómo es, le encanta ser el centro de atención. Pero todo el mundo está hablando de eso.
Ariadna cerró su libro con un suspiro. Detestaba ese tipo de rumores, especialmente porque sabía que la gente solía exagerar las cosas.
—No deberías creer todo lo que escuchas —dijo finalmente.
Daphne alzó las manos en un gesto de rendición. —Solo digo lo que escuché. Además, no negarás que Eryx tiene ese aire de chico problemático que todas aman.
Ariadna no respondió, pero sus pensamientos seguían girando en torno a Eryx. ¿Qué tanto de ese rumor sería verdad?
Después de clases, se encontraron nuevamente en la biblioteca para continuar con el proyecto. Eryx llegó puntual, con su cuaderno en mano, pero su rostro parecía más sombrío que de costumbre.
—¿Todo bien? —preguntó Ariadna mientras sacaba sus notas.
Él asintió, aunque su expresión decía lo contrario.
—¿Seguro? Porque si necesitas hablar...
Eryx la interrumpió, su tono más frío de lo habitual. —Ariadna, no siempre tienes que preocuparte por mí.
El comentario la tomó por sorpresa, pero en lugar de sentirse ofendida, decidió cambiar de tema.
—Bien, entonces hablemos del proyecto. Encontré un poema que creo que podríamos analizar.
La tensión en el aire comenzó a disiparse a medida que trabajaban. Aunque Eryx mantenía su distancia emocional, Ariadna podía notar que estaba haciendo un esfuerzo por ser más receptivo.
En un momento, ella lo sorprendió mirando por la ventana, con una expresión que mezclaba nostalgia y tristeza.
—¿En qué piensas? —se atrevió a preguntar.
Eryx la miró directamente, como si debatiera si debía responder o no. Finalmente, dijo:
—En que a veces el pasado tiene una forma cruel de perseguirte.
Ariadna quiso preguntar más, pero decidió no presionarlo.
—Bueno, siempre puedes encontrar formas de enfrentarlo.
Eryx soltó una risa breve, casi amarga. —Eso es más fácil decirlo que hacerlo.
Ariadna lo observó detenidamente. Había algo en su tono que le decía que estaba lidiando con algo mucho más profundo de lo que dejaba ver.
Esa noche, mientras Ariadna intentaba concentrarse en su tarea, su celular vibró con un mensaje.
Eryx: "Gracias por hoy."
Ella sonrió, sintiendo una pequeña chispa de satisfacción.
Ariadna: "Para eso están los compañeros de proyecto, ¿no?"
La respuesta llegó rápido:
Eryx: "No me refería al proyecto."
El corazón de Ariadna dio un pequeño salto. Aunque no sabía exactamente qué significaban esas palabras, algo en su interior le dijo que había comenzado a ganarse la confianza de Eryx, y eso la llenaba de una calidez inesperada.
Al día siguiente, el ambiente en el instituto era tenso. Alex, como siempre, parecía disfrutar de su papel de provocador, y esa mañana decidió centrarse en Eryx.
—¿Qué pasa, chico nuevo? ¿Vas a golpear a alguien hoy? —preguntó en voz alta mientras Eryx pasaba junto a él en el pasillo.
Eryx no respondió, pero Ariadna pudo notar cómo sus manos se cerraban en puños.
—¿Qué? ¿Demasiado cobarde para enfrentarte a mí? —insistió Alex, riéndose junto a su grupo de amigos.
Antes de que la situación pudiera escalar, Ariadna intervino.
—Déjalo en paz, Alex. ¿No tienes nada mejor que hacer?
Alex se giró hacia ella, sorprendido. —¿Defendiendo a tu nuevo amigo, Ari? Qué noble de tu parte.
Ariadna lo miró con firmeza. —No es nobleza, es sentido común. Tal vez deberías intentarlo alguna vez.
Las risas que surgieron a su alrededor claramente molestaron a Alex, pero para sorpresa de todos, decidió retirarse sin más.
Eryx la miró, su expresión una mezcla de gratitud y algo más que no podía identificar.
—Gracias —dijo en voz baja.
—No tienes que agradecerme. Solo me aseguré de que ese idiota no se salga con la suya.
Eryx sonrió ligeramente. —Aun así, gracias.
Esa tarde, mientras caminaban juntos hacia la salida, Ariadna decidió finalmente abordar el tema que había estado evitando.
—Escuché algo hoy. Sobre ti.
Eryx se detuvo y la miró, sus ojos endureciéndose ligeramente. —Déjame adivinar: que me expulsaron de mi antigua escuela.
Ariadna asintió, sintiéndose un poco culpable por sacar el tema.
—¿Es cierto?
Eryx suspiró, pasando una mano por su cabello oscuro. —Sí. Pero no fue como la gente lo cuenta.
—¿Entonces qué pasó?
Hubo un largo silencio antes de que Eryx respondiera.
—Me metí en una pelea porque no soportaba que molestaran a alguien. Y las cosas se salieron de control.
Ariadna notó el dolor en su voz, la forma en que apretaba los labios al recordar.
—Eso no suena como algo de lo que debas sentirte mal.
Eryx la miró fijamente. —Tal vez, pero a veces hacer lo correcto tiene un precio.
Ariadna quiso decir algo más, pero en ese momento, Eryx sonrió ligeramente, como si intentara cambiar el tema.
—Supongo que tú también crees que soy problemático.
Ella negó con la cabeza. —No. Creo que eres alguien que intenta proteger lo que es importante para él.
Eryx la miró en silencio, y Ariadna sintió como si, en ese instante, él estuviera dejando caer un poco más de su armadura.
Cuando se despidieron, Ariadna no pudo evitar sonreír. Sabía que había mucho más en Eryx de lo que los demás podían ver, y estaba decidida a descubrirlo.