Lo que debería ser un simple trabajo arqueológico...termina en un enredo sentimental. Los espíritus del pasado utilizan a los vivos para reparar un daño. Qiang quiere ser perdonado y pide ayuda a Lin a cambio de ayudarlo con revelar la historia. Mei quiere huir de Qiang y se refugia en una extranjera ¿Logrará Qiang obtener el perdón de Mei?
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Un cementerio perdido
Los trabajos de saneamiento avanzan según lo planeado, las tuberías son cambiadas con éxito. Los trabajos de arqueología se han intensificado, el gobierno nacional ha dispuesto de más ayudantes para no retrasar el otro proyecto que también es importante, con tanta gente trabajando, dos turnos de diez horas, el avance es notorio.
Cada día encuentran algo que sorprende, están descubriendo una estructura, en pocas palabras una ciudad perdida. Los ingenieros se ven obligados a cambiar rumbo del proyecto y se tiene que ampliar el forado, para profundizar las excavaciones. El trabajo de saneamiento se tuvo que suspender hasta que los ingenieros encuentren otra manera de trabajar sin afectar la arqueología.
El gobernador regional, está recibiendo apoyo del gobierno nacional, puesto que encontrar una ciudad perdida fue algo fortuito y que de alguna manera está perjudicando.
Los trabajos continúan, el licenciado Kong descubre que no es una cuidad propiamente dicha sino más bien un cementerio de nobles. Muchos fardos funerarios son desenterrados, pero el problema es que la presencia de la humedad puede haber causado daños y un estudio forense sería complicado por no decir inútil.
También se han encontrado restos humanos que, dadas sus condiciones revelan que su estatus es bajo o que cumple una función, como se creía en ese tiempo, para que cuide del personaje importante, pero las excavaciones siguen revelando cosas, al lado de los muertos hay armas, vasijas con comida y hasta restos de finos tejidos.
- Señor Kong – un ayudante lo busca – mire encontré algo de metal, parece ser un medallón.
- Déjame verlo – se aproxima al hombre – eso sería muy interesante – toma el objeto entre sus manos – está deteriorado, lo mandaré a limpiar con un especialista. Siga buscando y avíseme. – le ordena.
- Si, señor.
A los pocos minutos, dos hombres están en la carpa buscando al licenciado Kong.
- ¡Señor, señor! – exclama uno,
- ¿Qué sucede? ¿ Pasó algo malo? – le preocupa la situación de los hombres, llegaron corriendo.
- No, señor. – contestó el otro – pero hemos encontrado los restos de un hombre alto y con armadura.
- ¿Armadura? ¿Están seguros? – le parece extraño que algún guerrero de la dinastía Song haya Sido enterrado con su armadura.
- Si señor, venga. – comentó el primer hombre – el cuerpo y la armadura están completos.
Esto era algo muy bueno de ver. Tener un cuerpo con toda su armadura sería algo muy interesante. Puede que sea un guerrero muy importante, pero si era importante ¿Cómo lo supieron los ayudantes? Los personajes importantes siempre tenían su funeral, eran bien protegidos sus cuerpos ¿Se habrá dañado la protección? ¿Los ayudantes se han despojado de la protección para ver de qué se trataba? El arqueólogo tenía que ver primero, antes de sacar conclusiones.
Al llegar al lugar, el arqueólogo desciende por la rampa provisional y puede llegar hasta el cuerpo.
- Mire. – le habla uno – Tal cual como le dijimos.
- Es extraño, un militar así, debió ser sepultado con honores. A menos que haya sido castigado con la muerte, o que tenía una grave enfermedad.
- Pese a la humedad, se ve en buen estado. – comentó el otro.
- Sáquenlo con cuidado, si necesitan más ayuda, solo pidan. Haré un espacio en la carpa para que puedan colocarlo.
- Sí, señor.
Los ayudantes se esmeran por remover el resto humano sin que se muevan las piezas y para ello piden ayuda, lo hacen a un ritmo lento, arman una superficie y lo van encajando hasta que quede listo para su levantamiento. Por su parte, el arqueólogo hace espacio y reordena la carpa para que el cuerpo pueda mantenerse entero sobre la mesa, facilitando su estudio.
El cuerpo llega, y Lin Kong prepara sus herramientas para practicar una limpieza y todo pueda quedar listo para estudiar.
Alguien entra a la carpa.
- Señor, el cuerpo está aquí.
- Perfecto, póngalo sobre la mesa… aquí – los va guiando – despacio , cuidado con chocarte puedes caer… perfecto, despacio, tomen su tiempo… eso es, ya casi toca la mesa… despacio… un poco más al centro, muy al filo no… eso, es muy buen trabajo chicos. Es una hermosa pieza.
- Nos estamos retirando, con permiso. – comenta un trabajador.
- Gracias a ustedes por su buen trabajo.
- Señor, - comenta otro trabajador - ¿Hemos perjudicado mucho a la obra de saneamiento?
- Ellos comprenden que el trabajo de arqueología toma tiempo, pero ustedes lo han hecho bien.
- Gracias.
- Cualquier cosa, me avisan. Está noche hago yo la guardia.
- Lo diré con los demás.
El arqueólogo esta feliz con el cuerpo entero de un guerrero, está muy bien conservado, pese al estar expuesto a la humedad. Quizás no sea tan antiguo pero con la debida limpieza todo será revelado.
La noche cae rápido, el cielo está muy oscuro, casi negro, la obsesión del arqueólogo por tener limpia las piezas se interrumpe cuando el jefe de los, obreros se despide.
- Señor, soy el último en irme, pero antes quiero dejarle su cena.
- ¡Oh, gracias por la cena! ¿Todo bien?
- Si, señor – pero el tono de inseguridad llama la atención.
- ¿Seguro? – quiere la información, pero sin intimidar.
El hombre se toma unos segundos.
- Es que la niche vino rápido, fue repentina la oscuridad, el cielo está negro y el silencio es abrumador ¿No quiere que se le acompañe?
- ¿Oscuridad repentina? – le parece raro.
- Si señor, cuenta una leyenda que eso es señal de mal augurio.
- ¿Tú crees esas cosas? – el arqueólogo se muestra escéptico.
- Las leyendas se transmiten de generación en generación, son cosas que fueron observadas y vividas.
- Tengo mucho trabajo, necesito avanzar porque se viene la fecha límite de permanencia, los, obreros de saneamiento deben reanudar su trabajo.
- ¿Seguro que podrá usted solo? – el hombre es muy creyente de las leyendas.
- Es solo una leyenda, no más para darle un toque místico a la historia.
- Bueno, señor. Con su permiso, yo me retiro.
El hombre se fue, y el arqueólogo sale a tomar aire fresco y efectivamente el cielo está muy oscuro para ser las siete de la noche, el silencio es abrumador como cuando uno está solo en el cementerio o de supervivencia en el desierto. Las palabras del hombre lo dejan pensando, pero sacude su mente y vuelve a la carpa, es hora de comer la cena y estar recargado para una noche de intenso trabajo.
