Una novela romántica, que relata los infortunios de Sofia, quien reencarnara como Maribel, en una novela romántica que odia. Ella sólo quiere vivir pacíficamente,¿lo logrará?
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Capítulo 21
Capítulo 21
A la mañana siguiente nos retiramos del Ducado, tenía ratas que atrapar… y una propuesta que pensar, estoy en la discusión mentar entre aceptar o no su idea, me da pena su historia, pero me da miedo lo que le pasa a mi cuerpo cuando lo tengo cerca… ¿Debería probar por primera vez en mis dos vidas la cercanía con un hombre?
Sinceramente lo quería lejos, simplemente por ser el protagonista loco que queda como el mal tercio. Según la novela, realmente estaba loco, despreciaba a las mujeres que molestaban a la protagonista, en diferencia con el príncipe, el Duque era descripto como el ser más cruel del reino.
Sin embargo, no me parece tan terrible, tampoco me da confianza esa protagonista… Por qué la llama mujer vulgar…
Debería de mandarla a investigar por las dudas…
Nos despedimos de todos y el Duque nos dijo que éramos bienvenidos cuando quisiéramos, cosa que sorprendió a su padre.
Cuando volvimos a casa, mi hermana me interrogó, le conté absolutamente todo, ella se puso muy contenta
-Maribel, por fin ves a alguien-
-¿De qué hablas?-
-¿No es obvio?-
-No-
-Nunca te interesó ninguno hombre, ya me estabas preocupando, me da pena la historia del Duque, pero ¿qué piensas hacer? Porque si vas y no sientes nada, al fin y al cabo solamente te vuelves, pero si vas y te enamoras tanto como lo está él….-
-¿Él enamorado? Por favor…-
-¿Por qué no?-
-Melisa me vio unas cuantas veces no más, solamente le llamé la atención porque lo alejo…-
-Veo que de enserio nunca le prestaste atención-
-¿De qué rayos hablas?-
-Pobre mi cuñado, la tendrá que remar…. Hermana te quiero pero eres idiota… el Duque desde el día uno que lo conocimos posó sus ojos en ti, eso que yo era pequeña y me daba cuenta, cada vez que venía a casa, perseguía a Ester para que le hable de ti, también se escondía cuando tú practicabas, te veía desde la distancia-
-Era un maldito acosador desde pequeño-
-No hermana, trato de hablarte, pero lo ignorabas, el simplemente te miraba a la distancia con anhelo, luego de un tiempo dejó de venir, creí que había perdido el interés, como lo hacen todos los hombres que te persiguen, pero veo que mi cuñado es persistente-
-Deja de decirle cuñado-
-Dime ¿besa bien mi cuñado?-
-¿Cómo sabría eso?-
-Carajo, interrumpí antes que te bese ¿no?-
-No nos besamos… punto..-
-¿Y tú quieres que te bese? Vamos no me mientas-
-Pues no sé, es la primera vez que estoy confundida, seguro es algo pasajero, debe ser la edad, el Duque no es para nada feo y muestra un interés único en mí, no lo sé… Pero ¿si me vuelvo codiciosa y termino siendo como esas mujeres, que él describe?-
-Hermana tú nunca serás como esas mujeres… déjate querer, si sale mal siempre podemos estar juntas….-
-Lo pensaré-
Pasaron los días no volví a hablar con el Duque, Damián me había traído la información que necesitaba, resulta que mi amigo, el futuro Conde Bartolomé Baronet tiene un gusto particular, encontré varias sirvientas que se quejan por los abusos físicos a las que fueron sometidas, mientras trabajaban en el Condado… La mayoría fueron calladas con dinero, pero encontré tres que se escondieron por miedo, las mujeres resultaron embarazadas por los abusos del maldito.
Por suerte, Damián las encontró, envíe una carpeta con todas las pruebas al emperador, pidiendo que lo destituyan como heredero y que pensionen a esas mujeres que cargaron con su semilla, además el abuso se debe castigar, para que ningún noble exceda su poder.
Envíe todo lo que encontré al emperador, como no quiero que otro noble me moleste, voy a ir por la justicia, si la misma no me complace, buscaré otro forma que pague por sus delitos, tal vez castrarlo no sería una mala idea…. Pero no puedo llamar la atención si quiero levantar el negocio de mi padre…
A los dos día de envíar la información, me sentía estresada, por lo que le propuse a mi hermana entrenar un poco, ella aceptó, nos pusimos nuestros pantalones y camisas de prácticas, las envié a confeccionar cuando comenzamos a entrenar, desde el primer día que mi hermana probó los pantalones, los amo… No tanto como sus vestidos.
Nos fuimos al campo de entrenamiento, teníamos un sector para nosotras solas, para entrenar en privado, comenzamos a luchar, es muy buena esquivando, los golpes iban y venían, ambas tenemos mucha agilidad, pero la que le enseñó fui yo y todavía mi hermana no supera a su maestra, al estar en medio del combate, la reduzco y ella queda debajo de mí, y yo amenazándola, con mi puño, para que se rinda.
Estábamos sumergidas en lo nuestro, cuando de pronto siento unas manos en mi cintura, que me sacan de encima de mi hermana, simplemente reaccioné, al igual que mi hermana, un hombre rubio se puso frente a mí para tratar de agarra a Melisa, mientras que el que me sostenía a mi estaba todavía agarrándome, sin pensarlo dos veces lo pisé, con mi codo le golpee el estómago, aproveche que me soltó, agarré mi daga y la apunté a su cuello, al verlo frené mi daga a centímetro de mi cuello.
Por su parte mi hermana se lanzó encima de aquel rubio, tirándolo al suelo y sosteniendo su pequeña espada en su garganta.
En el mismo instante nos rodean soldados y nos apuntan, lo que hace que mis sombras reaccionen y sin mediar palabras se colocan detrás de los soldados apuntándole a sus gargantas.
Veo que el hombre frente a mi levanta las manos, al igual que el chico que tenía capturado, mi hermana en el suelo, ese rubio es el que habla
-Soldados, bajen las armas-
-No podemos señor, están atentando contra la familia real-
-Bajen las armas que antes que ustedes las toquen, van a caer por los hombres que están detrás de ustedes-
Los soldados soltaron sus espadas, por lo que mis sombras se dispersaron y yo bajé mi daga. La miro a mi hermana
-Vamos déjalo, solo son dos idiotas que interrumpieron nuestra práctica-
Mi hermana se levanta aún enojada y ambos chicos hacen una reverencia
-Discúlpenos, pensamos que peleaban-
Mi hermana lo mira tajante
-Solamente entrenábamos-
-Mi nombre es Enrique Rotor, príncipe de este imperio, vengo acompañado con el Duque Eduardo Borní, para hablar sobre el pedido que le hizo al emperador. Sus soldados nos dejaron pasar, nunca pensé que las señoritas entrenaran-
-Eso porque su mente es estrecha príncipe-
-Hermana no seas tan mala, déjalo ya-
Lo mira al Duque que estaba a mi lado
-Casi te considero mi cuñado, ahora restaste puntos-
Mi cara se prendió fuego, mi hermana es una descarada y no mide su lengua
-Hermana, por favor calla-
-Pero es verdad-
El Duque comienza a sonreír, mientras el príncipe lo miraba sorprendido
-No se preocupe cuñada, ya recuperaré esos puntos-
-Más te vale, porque sin mi consentimiento, mi hermana no sale de esta casa-
-Ustedes dos dejen de decir idioteces, el príncipe vino por algo importante-
El rubio nos mira y sonriendo responde
-Por mí no se hagan drama, me interesa esa discusión-
Antes que podamos seguir hablando, viene corriendo la famosa protagonista,
-Enrique, Eduardo, no me dejen atrás-
La rubia antes de llegar tropieza y estaba por caer encima mio, pero me corri y la vi rodar por el suelo
-Señorita me dejó caer apropósito-
Sin que dijera nada, levanté la mano y Damián ya estaba sosteniendo a la señorita, de ambos brazos. Los hombres se sorprendieron por mi accionar y la rápida respuesta de Damián
-¿Qué hago con esto mi señorita?-
-Por favor no me hagan daño-
Mientras la mujer suplicaba por su vida, los miro a ambos hombre, por alguna razón me molesto escuchar el nombre a secas del Duque en su boca
-¿Esto viene con ustedes, Príncipe Rotor y Duque E Du Ar DO Borní?-
Deletreé muy despacio su nombre, de forma que el hombre puso cara de pánico y contesto inmediatamente
-No viene conmigo, ese es el problema del príncipe-
El rubio lo miro indignado y yo le hice una seña
-Llévala fuera con su carruaje, en mis tierras no es bienvenida señorita que no conozco-
-Yo, no, no pueden echarme, estoy con el príncipe heredero, él me apoya-
-Querida confundes algo, el podrá ser el príncipe heredero, le debo respeto por su rango y estatus, pero tú no se ni quien eres y entras corriendo en mis tierras, acusándome de dañarla, siquiera te conozco, como me caíste mal, te prohíbo la entrada a mis tierras-
-Príncipe, diga algo-
-No puedo, son los dominios de la familia Posadas, ellos no incumplieron ninguna norma, si ella no la invita, no soy quien, para obligarla a que la deje pasar-
-Damián sabes dónde dejarla, dile al soldado de la puerta que si la deja pasar, lo castigaré en persona-
-Si jefa… digo mi señorita-