Adrik es un mujeriego, arrogante y adinerado que no logra ser feliz. Naim quiere ser feliz pero no sabe cómo lograrlo. Un día la vida permite que ambos se conozcan de la forma más explícita posible y así, tanto el adinerado como el exprostituto, mezclaran sus vidas para complementarse mutuamente. Ficción romántica Boys Love
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SIENTE
...Dos días después......
Me arden los ojos. Suena Giorgio Siladi en mis auriculares, Que Jodido es la canción que retumba en mis oídos y siento la melodía un tanto agradable.
Estoy terminando de guardar unas notas en el cajón cuando él se para frente a mí. Apago mi música.
—¡Ya estoy aquí! —Su voz logra capturar mi atención.
No me percaté del momento en que llegó a mi departamento, pero me daba gusto verlo.
—¡Hola!
—¿Estás listo?
—Claro.
—Pues vámonos, ya tengo mi equipo listo.
—¿Qué deseas que lleve yo? —Me ánimo a preguntarle.
Sus ojos se enfocan en mis ojos.
—Nada. Solo quiero tu compañía y las botanas que siempre me gustan.
—Esas ya las llevo.
—¡Perfecto! Entonces hay que irnos, el evento comienza a las dos treinta.
Julio conduce con mucha tranquilidad. Nos deslizamos por la avenida principal hasta entroncar con el periférico y la autopista con dirección a Atlixco. Nos toma cuarenta minutos llegar a la recepción de bodas.
Bajamos del auto, caminamos por el pasto hasta llegar al interior de la finca. Julio me pidió que fuera su ayudante y por eso estoy con él en este sitio.
—¿Quieres ayudarme con esta cámara?
—¿Me estás confiando tu preciada cámara? —Me ánimo a preguntarle.
—Sí. Sé que tomas buenas fotos. Yo me haré cargo de la cámara de video.
Julio es fotógrafo, un talentoso hombre que cobra una fortuna por ir a bodas y retratar los memorables momentos románticos de las parejas recién casadas. ¡Y yo soy su amigo!
—Bueno, haré mi mayor esfuerzo.
Y así, al pasar los minutos, los invitados comenzaron a llegar. El novio apareció en escena, el juez llegó y la novia se reunió con su amado.
—Es un gusto para mí el poder estar aquí —el juez se dirige a los novios—. Se ponen de frente, se toman de las manos. Los padres y los testigos del novio se ponen detrás del novio. Los padres y los testigos de la novia se ponen detrás de la novia.
La ceremonia inicio. El juez leyó el acta de matrimonio. Comenzaron a firmar. Tome varias fotos con un ángulo preciso. Fotos del novio. De la novia. De los padres. De los testigos. De este momento en que un matrimonio comenzaba a nacer. ¡Intercambiaron sortijas! El juez terminó de leer el acta y felicitó al nuevo matrimonio que llevaría el nombre: Daniel Hernández.
Me puse en frente a los novios. Les tomé fotos con su acta de matrimonio. Con sus familiares. Con sus amigos. ¡Con la felicidad de estar allí!
—¿Cómo va todo? —Me pregunta Julio.
—Todo bien. Creo que lo estoy haciendo bien —le hago saber.
Asiente.
—¡Excelente! Después de la comida, los padres del novio nos invitaron a comer.
Los minutos siguientes me la pase tomando fotografías. De los invitados. De las mesas. De los novios con sus invitados. De los regalos. De todo... Hasta que al fin era mi momento para poder comer.
—¿Crees que pueda pedir dos mixiotes? —Le pregunto a Julio.
—Yo creo que sí.
Un mesero nos acompaña a nuestra mesa, que para ser muy detallistas, me parecía que la mesa era la más bonita de las demás. El arreglo de flores tenía rosas y peonias de color lila. ¡Preciosas! Ramitas de dólar contrastaban a la perfección y entonces, me percaté de que en ninguna otra mesa había peonias.
—En un momento les traigo sus platillos —dice el mesero.
¿Por qué una mesa tan bien acomodada estaba tan sola? ¿Por qué unas flores tan hermosas estaban a la deriva en una mesa vacía? ¡Qué bueno que llegamos nosotros! Ahora yo me estaba encargando de admirar la belleza efímera de las flores.
—¿Y ustedes quienes son? —Su voz no me capturo, mis ojos seguían puestos en las flores.
—Soy Julio y él es Nam, mi amigo.
—¿Nam? —Pregunto él—. Qué nombre tan extraño.
Entonces, alce la vista y cuando nuestras pupilas hicieron contacto, me sorprendió muchísimo verlo aquí. ¿Por qué vernos otra vez? ¿Qué pretendía la vida?
—¡Lo extraño es que estés aquí! —No me dio miedo decirle.
Percibí cómo arrugaba sus cejas. ¿Mis palabras lo impactaron?
—Perdóname, no quise decir que tu nombre...
—Les traje sus platillos —el mesero interrumpió en el mejor momento de este encuentro tan inesperado.
Los platos se deslizan sobre el mantel y él toma asiento en su silla. Parecía ser que él había llegado primero que nosotros, pero cuando llegamos a la mesa no había nadie. ¿Habrá ido al sanitario?
—¡Gracias! Qué amable —le dice Julio al mesero.
Mi plato está lleno de crema de papa con verduras.
—Así que tu nombre es Nam —pregunta él—no sabía. No me lo dijiste.
Me mira a los ojos, no sonríe y su frialdad no me sorprende. ¡Su forma de ser es tan engreída! Él tampoco me ha dicho su nombre.
—Sí. Ese es mi nombre.
—¿Ya se conocían? —Julio interviene en la conversación.
—Nos hemos visto un par de veces —le hago saber.
—¿Cómo has estado? —Me pregunta él.
—Bien —me limito a responderle—. ¿Eres amigo de los novios?
Se ríe tenuemente.
—No. Yo soy el jefe de ambos y me invitaron a ser padrino de no sé qué cosa. No estoy muy familiarizado con eso de las tradiciones de boda. ¡Pero aquí estoy!
—Ah. Qué interesante —soy frío en mis palabras.
—¿Y ustedes son amigos de los novios?
—No. En realidad no los conocemos, soy fotógrafo y me contrataron. Le pedí a Nam que me acompañara, hoy se ha convertido en mi asistente.
—¿Tienes un segundo empleo? —Pregunta el engreído.
—No. Yo no...
—A veces le pido que me ayude y como es muy gentil conmigo, siempre accede a darme su compañía —le hace saber Julio.
—Qué interesante. ¿Y le pagas por su compañía?
—Bueno, a veces soy generoso con él. ¿Verdad, Nam?
Mi amigo hace contacto visual conmigo y me sonríe con amplitud.
—¿Eres gay? —Le dice a Julio.
—No. Yo no...
—Pareces mirar a tu amigo con mucha ternura.
Y soy yo quien se queda en silencio. ¿Por qué el engreído decía esas cosas? ¿Quién se creía como para juzgar a Julio?
—¿Te da envidia de que no tengas a nadie que te mire con ternura? —No me da miedo preguntarle.
—Nada de eso. ¿Por qué tendría envidia?
—¡No lo sé! Quizá a qué estás tan acostumbrado a pagar por sexo que no eres capaz de experimentar que alguien te mire con ternura porque le nace de corazón.
Mis palabras parecen ahuyentar la autoridad de ese hombre.
—Tú no sabes nada de mí.
—Y no me interesa saber nada de ti. ¡Eres un engreído chocante!
ADRIK Y NAN se conocieron de una manera algo especial y como dice NAN, todo pasa por algo.
El aprender a vivir y a dejar el pasado atrás, cuesta mucho pero si tienes a tu lado a alguien que te pueda ayudar, es mucho más fácil..
Autor, Te Felicito, espero sigas trabajando con el mismo entusiasmo, amor, talento e inspiración!!
Deseo de todo corazón que logres publicar todos tus trabajos, soy una persona de pocos recursos y no te puedo más que apoyo moral.
Los sueños y los deseos son los que nos sostienen para seguir adelante!!
Gracias, gracias por presentar y permitir leer tus libros!!!