"El precio del poder" es una historia de poder, ambición y deseo en un mundo donde la lealtad familiar y la estrategia son las reglas de juego. Lucía Álvarez, heredera de uno de los clanes más poderosos del país, y Iris Espinosa, la hija de un despiadado líder mafioso, son obligadas a unirse en un matrimonio arreglado. Ambas, atrapadas entre sus propios sueños y los oscuros intereses de sus familias, deben navegar un mundo peligroso lleno de intrigas, sacrificios y traiciones.
A lo largo de esta apasionante novela, las protagonistas luchan por encontrar su lugar en un mundo que las quiere como piezas en un tablero de ajedrez, pero ambas tienen planes propios. En el proceso, descubrirán que el amor no siempre es blanco o negro, y que el precio que deben pagar por el poder puede ser mucho más alto de lo que imaginaban.
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La hora de la verdad
Capítulo 19: La hora de la verdad
Perspectiva de Lucía
El aire frío de la noche golpeaba el rostro de Lucía mientras se dirigía al viejo almacén. Su mente era un torbellino de pensamientos: Edgar, los registros bancarios, los Chagoya, e incluso Iris, quien había intentado detenerla. No podía ignorar la creciente sensación de peligro.
Al entrar, el crujir de la puerta resonó en el espacio vacío. Edgar estaba ahí, de pie junto a un escritorio iluminado por una lámpara solitaria. Tenía un arma a su lado, pero las manos alzadas en un gesto de rendición.
Lucía: "¿Qué demonios hiciste, Edgar? ¿Cómo pudiste traicionarme así?"
Edgar: "Antes de empezar a disparar, deberías escucharme, Lucía."
Lucía sacó su pistola y la apuntó hacia él, sin titubear.
Lucía: "Habla rápido. No tengo tiempo para tus excusas."
Edgar: (calmado) "No son excusas. Lo hice por ti."
Lucía: (confundida) "¿Por mí? ¿Cómo diablos venderme a los Chagoya es por mí? ¡Explícate!"
Edgar tragó saliva, sus manos temblaron ligeramente antes de bajarlas.
Edgar: "Los Chagoya me contactaron hace meses. Sabían que eras un obstáculo, que nunca negociarías con ellos. Me amenazaron, Lucía. Me dijeron que si no colaboraba, tú serías su próxima víctima. No podía permitirlo."
Lucía: (furiosa) "¿Y tu solución fue vendernos a todos? ¿Poner en peligro a mi familia, a mi gente, para que ellos no me tocaran? ¡Eres un cobarde, Edgar!"
Edgar dio un paso adelante, con las manos extendidas.
Edgar: "¡No entiendes! No fue solo miedo. Fue porque te debo mi vida. ¡Tú me salvaste de un destino peor que la muerte! No podía quedarme de brazos cruzados y dejar que te mataran."
Lucía apretó los dientes, sus manos temblaban ligeramente mientras mantenía el arma apuntada.
Lucía: (fría) "¿Qué hiciste exactamente? Dime qué información les diste."
Edgar: "Les di rutas de transporte, ubicaciones falsas de almacenes. Nada que pudiera destruirnos completamente. Solo suficiente para ganar tiempo y mantenerte viva."
Lucía: (gritando) "¿Y esperas que te crea? ¡Jugaste con vidas reales, Edgar! ¡Personas que confiaban en ti!"
Antes de que pudiera decir algo más, la puerta trasera del almacén se abrió. Iris apareció, su figura recortada contra la luz exterior.
Iris: "Lucía, basta. No te precipites."
Lucía no apartó la vista de Edgar, pero su mandíbula se tensó al escuchar la voz de Iris.
Lucía: "No te metas, Iris. Esto es asunto mío."
Iris: "No, Lucía. Es asunto de ambas. Si lo matas ahora, jamás obtendrás todas las respuestas. Déjame hablar con él."
Lucía: "¿Hablar? ¿Con este traidor? ¡Él no merece ni un segundo más!"
Iris se acercó lentamente, poniendo una mano sobre el brazo de Lucía.
Iris: (suave) "Sé que estás herida, pero piensa. Él puede decirnos más. Puede ayudarnos a entender lo que los Chagoya realmente están planeando."
Lucía bajó ligeramente el arma, pero su mirada permaneció gélida.
Lucía: "Habla, Edgar. Dime algo que justifique no apretar este gatillo."
Edgar suspiró, su voz temblaba de cansancio y culpa.
Edgar: "Los Chagoya tienen infiltrados en tu clan, Lucía. Yo no soy el único. Incluso si me matas, ellos seguirán adelante con su plan. Y tú... tú estarás en su mira."
Iris: "¿Nombres? ¿Pruebas?"
Edgar: "No tengo pruebas. Pero sé que están moviéndose rápido. Si no actúan contra ti pronto, vendrán por los Espinosa. Están jugando a dos bandas, destruyendo todo a su paso."
Antes de que nadie pudiera reaccionar, un disparo seco atravesó el aire. Edgar se tambaleó hacia atrás, su rostro congelado en una expresión de sorpresa y dolor.
Lucía: "¡Edgar!"
Se lanzó hacia él, ignorando el peligro. Iris levantó su arma, buscando el origen del disparo, y vio un destello en la distancia: un francotirador en el techo de un edificio cercano.
Iris: "¡Francotirador! Tenemos que movernos."
Lucía se arrodilló junto a Edgar, quien luchaba por hablar, con la sangre manchando su camisa.
Edgar: (con dificultad) "Los... Chagoya... no confíes en nadie... te... protegeré, incluso en la muerte."
Lucía: (gritando) "¡Edgar, no te mueras ahora! ¡Dime más!"
Pero Edgar dejó de respirar, sus ojos fijos en el vacío.
Iris tiró de Lucía con fuerza.
Iris: "¡Lucía, vámonos ya! No podemos quedarnos aquí. No quiero perderte también."
Lucía miró a Edgar por última vez, sus emociones luchando por salir a la superficie. Finalmente, asintió y siguió a Iris fuera del almacén, mientras las sombras de la noche las envolvían.