Elena Carter, una brillante y empoderada empresaria de Nueva York, ha construido su imperio tecnológico desde cero, enfrentándose a un mundo lleno de desafíos y competencia. Nada ni nadie ha logrado desviarla de su camino… hasta que aparece Damian Moretti. Rico, influyente y peligrosamente atractivo, Damian es un mafioso italiano con un oscuro pasado y un obsesivo interés por Elena.
Cuando Damian intenta infiltrarse en su vida a través de una tentadora propuesta de negocios, Elena se encuentra atrapada en una red de pasión y peligro. Su determinación por mantener el control choca con la implacable necesidad de Damian de poseerla, no solo en los negocios, sino en cada aspecto de su vida.
Entre celos, conspiraciones y una atracción que no pueden negar, ambos descubrirán que hay líneas que no pueden cruzarse sin consecuencias. ¿Podrá Elena resistir el encanto y el poder de un hombre que lo arriesgará todo por tenerla? ¿O terminará cayendo en la trampa de una obsesión peligrosa...?
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Capítulo 16: Bajo la Superficie
El sol se filtraba a través de las cortinas, llenando la habitación con una cálida luz matutina. Elena despertó lentamente, sintiendo una ligera tensión en su cuerpo que no tenía nada que ver con el lugar desconocido donde estaba. Todavía podía sentir el peso del beso que compartió con Damian la noche anterior. Un torrente de emociones la golpeó al recordarlo: confusión, deseo y una pizca de miedo.
Damian ya no estaba en la habitación. Se levantó de la cama y se puso una camiseta ligera antes de dirigirse a la cocina. Lo encontró allí, apoyado contra la encimera con una taza de café en la mano. Su cabello estaba desordenado, pero había algo increíblemente atractivo en su despreocupación matutina.
—¿Dormiste bien? —preguntó Damian sin mirarla, pero con una ligera sonrisa que le hacía sospechar que era plenamente consciente de su presencia.
—Tan bien como se puede dormir después de una noche como la de ayer —respondió Elena, sirviéndose café y sentándose en una de las sillas de la mesa.
Damian finalmente la miró, su expresión seria aunque había un leve destello de diversión en sus ojos.
—¿Te arrepientes?
Elena tomó un sorbo de café, permitiéndose unos segundos para considerar su respuesta.
—No —respondió finalmente, sosteniéndole la mirada—. Pero no significa que no sea complicado.
Damian soltó una risa baja, esa risa que parecía retumbar desde lo más profundo de su pecho.
—Complicaciones. Tú y yo parecemos atraerlas.
Elena no pudo evitar sonreír ante su comentario, aunque rápidamente cambió de tema.
—¿Qué hacemos hoy?
Damian dejó su taza en la encimera y cruzó los brazos.
—Primero, asegurarme de que no nos siguieron hasta aquí. Luego, averiguar quiénes están detrás de los hombres que te seguían.
—¿Y después?
Damian se inclinó hacia ella, colocando sus manos sobre la mesa mientras la miraba fijamente.
—Después, nos encargaremos de que no vuelvan a molestarte.
El tono de su voz era tan firme, tan lleno de promesas de acción, que Elena sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
—Parece un plan... —murmuró, intentando ignorar el efecto que tenía sobre ella.
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Pasaron la mañana en silencio, ambos concentrados en sus propias tareas. Damian revisaba sus contactos y buscaba información, mientras Elena se dedicaba a revisar algunos correos importantes desde su portátil. Aunque ninguno de los dos lo decía en voz alta, la tensión entre ellos era palpable.
Fue alrededor del mediodía cuando Damian se acercó a ella, su expresión seria.
—Tengo algo.
Elena dejó a un lado su computadora, mirándolo con atención.
—¿Qué es?
—Uno de mis contactos me informó que los hombres que te seguían trabajan para un tipo llamado Viktor Reznikov. Es un traficante, conocido por su interés en los negocios... y en las personas que interfieren con ellos.
Elena frunció el ceño.
—¿Y yo qué tengo que ver con él?
Damian se cruzó de brazos, observándola detenidamente.
—Eso es lo que quiero averiguar. Pero dudo que sea una coincidencia que hayas comenzado a recibir amenazas después de ese proyecto de construcción que rechazaste.
Elena lo miró sorprendida.
—¿Crees que esto tiene que ver con mi trabajo?
—Es posible. Reznikov tiene conexiones en todas partes. Si ese proyecto era importante para alguien con quien él está asociado, podrías haber pisado los pies equivocados.
Elena apretó los labios, su mente trabajando rápidamente para procesar la información.
—Entonces, ¿qué hacemos?
Damian sonrió ligeramente, aunque había un filo peligroso en su expresión.
—Voy a hacerle una visita a Reznikov.
—¿Tú solo? —preguntó Elena, levantándose de su silla.
—No te preocupes por mí, Elena. Sé cómo manejar a tipos como él.
—Eso no significa que sea menos peligroso.
Damian dio un paso hacia ella, su mirada suave pero decidida.
—No dejaré que te pase nada. Confía en mí.
Elena lo miró fijamente, buscando alguna señal de duda en sus palabras. Pero no encontró ninguna. Finalmente, asintió, aunque no podía ignorar la sensación de inquietud que se apoderaba de ella.
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La tarde pasó lentamente después de que Damian se fue. Elena intentó concentrarse en su trabajo, pero su mente seguía volviendo a él, a lo que podría estar enfrentando en ese momento.
Cuando finalmente escuchó el ruido de la puerta principal abriéndose, saltó de su asiento y corrió hacia el vestíbulo. Damian estaba allí, su camisa ligeramente arrugada y una sombra oscura en su mandíbula, pero parecía ileso.
—¿Qué pasó? —preguntó inmediatamente, sus ojos recorriéndolo en busca de cualquier signo de daño.
Damian sonrió ligeramente, aunque había una dureza en su expresión.
—Reznikov confirmó lo que sospechábamos. Alguien de ese proyecto que rechazaste le pidió que te enviara un mensaje.
Elena apretó los puños.
—¿Y quién fue?
Damian negó con la cabeza.
—Aún no lo sé. Pero tengo un nombre para empezar a buscar.
Elena respiró profundamente, tratando de calmar el torbellino de emociones que sentía.
—Gracias, Damian.
Damian la miró fijamente, como si estuviera evaluando sus palabras.
—No necesitas agradecerme. Esto no ha terminado todavía.
Elena asintió, aunque no podía evitar sentir una pequeña chispa de alivio al saber que no estaba enfrentando esto sola.
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Esa noche, mientras cenaban en silencio, Elena finalmente rompió la tensión que había estado creciendo entre ellos.
—Damian... ¿por qué haces esto?
Damian levantó la vista de su plato, sorprendido por su pregunta.
—¿Hacer qué?
—Cuidarme de esta manera. Arriesgarte por mí.
Damian dejó su tenedor en la mesa y la miró directamente a los ojos.
—Porque no puedo imaginar un mundo en el que tú no estés.
Elena sintió que su corazón se detenía por un momento. La intensidad de sus palabras, la sinceridad en su voz, la dejó sin aliento.
—Eso es... mucho, Damian —murmuró, sin saber qué más decir.
Damian sonrió ligeramente, aunque había un atisbo de vulnerabilidad en su mirada.
—Es la verdad.
Elena lo miró fijamente, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Pero antes de que pudiera responder, Damian se levantó de la mesa y se inclinó hacia ella, su rostro peligrosamente cerca del suyo.
—Y haré lo que sea necesario para protegerte. Nunca lo olvides.
Antes de que pudiera responder, Damian se alejó, dejándola sola con sus pensamientos y el eco de sus palabras resonando en su mente.
...
Mucho e'xito.