Emma y Ethan han sido inseparables desde que tienen memoria. Sus padres, amigos íntimos, los han visto crecer juntos, compartiendo risas, juegos y sueños. Sin embargo, al finalizar la secundaria, ambos sienten que la amistad ha evolucionado en algo más profundo, una atracción que ninguno se atreve a confesar por miedo a las posibles reacciones de sus familias.
Durante su segundo año de universidad, Emma, cansada de ocultar sus sentimientos, decide confesarle a Ethan lo que realmente siente. Con el corazón acelerado, se dirige al departamento de Ethan, solo para encontrarlo en compañía de una de las chicas más populares de su clase. Desconcertada y herida, Emma toma una decisión drástica: pide a sus padres que la envíen a estudiar al extranjero, con la esperanza de dejar atrás sus sentimientos no correspondidos.
Años después, Emma regresa y los sentimientos que creía olvidados también lo harán.
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Decepciones y decisiones
Emma siempre había considerado a Ethan como familia. Sus recuerdos de la infancia y la adolescencia estaban llenos de momentos en los que él había estado allí para ella, protegiéndola y cuidándola como un verdadero hermano mayor. Dos de esos momentos se destacaban claramente en su memoria, recordándole por qué sus sentimientos por él eran tan profundos y complejos.
Tenían diez años, y como era habitual, sus familias habían organizado un picnic en el parque local. Los adultos conversaban animadamente bajo un gran roble, mientras que Emma y Ethan jugaban al escondite con otros niños.
Emma se había escondido detrás de un arbusto espeso, riendo en silencio mientras escuchaba a Ethan contando en voz alta. De repente, sintió un leve cosquilleo en la pierna. Miró hacia abajo y vio una abeja grande y peluda arrastrándose por su tobillo. Se quedó paralizada, el miedo apoderándose de ella.
-¡Ethan!- gritó, con la voz temblorosa.
Ethan dejó de contar y corrió hacia el sonido de su voz, empujando las ramas del arbusto.
-¿Emma? ¿Qué pasa?
Emma señaló la abeja, sus ojos llenos de lágrimas.
-¡Hay una abeja en mi pierna!
Ethan no dudó ni un segundo. Se arrodilló junto a ella y, con una calma impresionante para su edad, usó una ramita para alejar cuidadosamente la abeja.
-Tranquila, Emma. Ya se fue.
Emma exhaló, sintiendo el alivio recorrer su cuerpo. Se lanzó a los brazos de Ethan, abrazándolo con fuerza.
-Gracias, Ethan. Pensé que me iba a picar.
Ethan le dio unas palmaditas en la espalda, sonriendo.
-No te preocupes, Emma. Siempre estaré aquí para protegerte.
Otra vez, cuando tenían catorce años y estaban pasando las vacaciones de verano en una cabaña cerca del lago. Una tarde, mientras exploraban el bosque cercano, una tormenta de verano se desató repentinamente. Los truenos retumbaban y la lluvia caía en cortinas densas, dificultando la visibilidad.
Emma, empapada y temblando de miedo, miró a Ethan con ojos desorbitados.
-¿Qué hacemos? No sé cómo regresar a la cabaña.
Ethan, empapado también, pero tratando de mantener la calma, tomó la mano de Emma con firmeza.
-Vamos a buscar refugio primero. Hay una cueva cerca del lago. Recuerdo haberla visto antes.
Corrieron juntos a través del bosque, sus pies chapoteando en el barro. Ethan no soltó la mano de Emma ni por un momento, guiándola a través de los árboles hasta que encontraron la cueva. Se apresuraron a entrar, resguardándose de la tormenta.
Emma, con el corazón todavía acelerado, se abrazó a sí misma para calentarse.
-Tengo miedo, Ethan.
Ethan se sentó a su lado y la rodeó con un brazo, tratando de transmitirle su propia tranquilidad.
-Estamos bien, Emma. La tormenta pasará pronto, y luego podremos regresar. Solo tenemos que esperar un poco.
Emma asintió, recostándose contra él. La sensación de seguridad que le daba estar junto a Ethan la calmó lentamente.
-Gracias por estar aquí, Ethan. Siempre sabes cómo hacerme sentir mejor.
Ethan sonrió, apretándola suavemente.
-Siempre estaré aquí para ti, Emma. No importa qué pase.
La tormenta eventualmente pasó, y, fiel a sus palabras, Ethan guió a Emma de regreso a la cabaña, asegurándose de que estuviera a salvo. Esa noche, mientras se secaban y tomaban chocolate caliente, Emma se dio cuenta de que había algo especial en la protección que Ethan le ofrecía. No era solo un instinto fraternal; había un vínculo profundo y duradero que los unía.
Y ni hablar de la noche de su graduación, esa en la que Mike había intentado algo más que besarla y Ethan apareció de repente para defenderla y llevarla a casa.
Esos momentos de la infancia y adolescencia se quedaron grabados en el corazón de Emma, recordándole siempre por qué Ethan era tan importante para ella.
-Hey, estás a salvo ahora- recordo Emma que él le dijo con su voz llena de ternura y comprensión mientras secaba las lágrimas de sus mejillas, esa misma noche.
-Siempre estás ahí para mi- le había dicho ella. Él sonrió.
-Siempre lo estaré, Emma- le dijo y sin pensarlo demasiado salvó la distancia que había entre ellos y la abrazó buscando consolarla.
Cuando él se alejó, ella tuvo la sensación de que algo le faltaba, ella iba a pedirle que no se alejara, pero se arrepintió y agachó la cabeza. Entonces él, le levantó la barbilla con suavidad y mientras los ojos de Emma lo miraban con una inmensa mezcla de sensaciones, él la besó.
Todos esos momentos recurrentes hicieron que aún estando entre sueños, Emma tomara una importante decisión. Hablaría con Ethan y le diría todo lo que sentía, así que primero le envió un mensaje para pedirle encontrarse al día siguiente, pero sentía tanta ansiedad que sin pensarlo dos veces salió de la cama, se vistió y salió por la ventana de su habitación para ir hasta el cuarto que Ethan ocupaba en el campus.
Eran cerca de las doce de la noche cuando la muchacha bajó de un taxi, y caminó por los senderos iluminados del lugar hasta que estuvo frente al edificio donde el joven se quedaba. Al principio parecía que el miedo le ganaría, pero tomando valor respiró profundamente e ingresó al edificio, caminó lentamente por los pasillos, encontró algunas puertas abiertas, se cruzó con algunos chicos que conocía por ser compañeros de Ethan, pero no detuvo su andar hasta que llegó frente a la puerta de la habitación.
Le pareció extraño que la puerta se encontrara entre abierta, supuso que seguramente Ethan estuviera con alguno de sus compañeros o con su mejor amigo, así que entró sin tocar. Al hacerlo escuchó murmullos que venían del cuarto de Ethan, caminó con sigilo hasta alli y la escena que vio la dejó paralizada. Ethan y la pelirroja de la clase de literatura estaban en medio de la habitación, besándose apasionadamente. La muchacha, con su cabello pelirrojo cayendo en cascada sobre sus hombros, tenía los brazos alrededor del cuello de Ethan, mientras él la sujetaba por la cintura, acercándola más a él.
Emma sintió que el mundo se derrumbaba a su alrededor. La imagen de Ethan, la persona en quien había confiado y por quien había comenzado a desarrollar sentimientos profundos, besando a otra chica, era demasiado dolorosa de soportar. Se quedó allí, inmóvil, incapaz de apartar la vista, con el corazón hecho pedazos.
Finalmente, encontró la fuerza para retroceder lentamente, asegurándose de no hacer ruido. Se alejó de la puerta y salió corriendo del edificio, las lágrimas comenzaron a nublar su visión. Corrió hasta llegar a un pequeño parque cercano, donde se dejó caer en un banco, sollozando incontrolablemente.
Cuando se sintió con un poco de calma, tomó un taxi y regresó a su casa. Una vez en su habitación, Emma se tumbó en la cama, mirando el techo mientras las lágrimas seguían rodando por sus mejillas. Pensó en todas las veces que Ethan la había protegido y cuidado, y cómo esos momentos ahora parecían tan lejanos. La imagen de Ethan y la pelirroja seguía invadiendo su mente, y cada vez que cerraba los ojos, la veía con más claridad.
-¿Qué voy a hacer?- susurró al vacío, sintiendo el peso de la traición y la confusión sobre sus hombros.
La mañana siguiente, Ethan se despertó con una resaca emocional, recordando vagamente la noche anterior con la pelirroja. Al revisar su teléfono, encontró un mensaje de Emma, enviado alrededor de las ocho de la noche anterior.
"Necesito hablar contigo. Es importante."- decía.
Su corazón se aceleró. Algo en el tono del mensaje le hizo sentirse inquieto. Marcó su número rápidamente, pero después de varios tonos, la llamada se fue al buzón de voz. Intentó de nuevo, pero no hubo respuesta. La preocupación comenzó a invadirlo. Sin saber qué más hacer, decidió llamar a su tía Annia. Tal vez ella sabría algo.
-Hola, cariño- respondió Annia, con ternura.
-Tía Annia, ¿sabes dónde está Emma? No contesta mis llamadas.- dijo él.
Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que Annia respondiera.
-Ethan, deberías darte prisa. Estamos en el aeropuerto. Emma se va- respondió Annia.
El mundo de Ethan se detuvo por un momento.
-¿Qué? ¿Por qué? ¿A dónde va?- preguntó desconcertado.
-Se va a estudiar al extranjero- respondió Annia, ignorando la impotencia que el joven del otro lado de la línea estaba sintiendo- Pero si te apuras, tal vez puedas alcanzarla antes de que se vaya- agregó y sin dudarlo salió rápidamente luego de tomar las llaves de su coche para dirigirse al aeropuerto.
Que Dios te siga bendiciendo, para disfrutar de los frutos de tu enorme talento. Sinceramente :Felicitaciones y muchas muchas gracias!!!